Desde que ves su fachada te dan ganas de entrar, se nota de lejos que aquí sabe a tradición, a los dulces que comían nuestros tatarabuelos cuando los chilitos y polvos ácidos gringos no habían invadido México, aquí sabe a borrachitos, dulce de leche, nueces, almendras bombones, alegrías y chocolates, preparados con amor desde 1874.
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Son un poco estrictos con las fotos y no me permitieron quitarle el plástico a los dulces para poderles dar unas mejores imágenes, pero aún así se puede apreciar el increíble trabajo que hacen estos artesanos del dulce. Cada uno de los más de 15o diferentes postres mexicanos es una obra de arte, desde turrones hasta frutas cristalizadas todos tienen su historia y tradición.
Me sorprendió que el hecho de ser antiguos no quiere decir que no se adapten a los tiempos modernos, y para muestra basta un Angry Bird hecho de mazapán, así satisfacen a chichos, gamers y grandes, que llegan aquí buscando ese saborcito que recuerda a la infancia, cuando todo se hacía con tiempo y las prisas no existían.
El secreto del éxito de la familia Guízar, dueños de esta famosa dulcería, es usar materia prima de la mejor calidad, y claro, mantener sus procesos lo más artesanales posibles, así se aseguran de mantener las tradiciones. Esto hace que sus dulces sean tan ricos que te dan ganas de comértelos todos de una sentada. Los precios no son tan baratos como los que vemos en la calle, acá a algunos les podrán parecer un poco altos, pero el producto lo vale y se nota la diferencia de sabor en cada mordida.
Dense una vuelta y disfruten no sólo la increíble variedad de dulces mexicanos tradicionales, si no también el impresionante local dorado, recargado y hasta cursi, pero lleno de historia, de esos que hacen que te sientas orgullosa de México y abogues por que se mantengan los procesos a la antigüita, con tiempo, corazón y alma.
¿Cómo llegar?
5 de mayo 39, Col centro.
Tel: 55211787
Lunes a domingo 10:30 a 19:30
Precio: $50