Hay algo profundamente reconfortante en las películas navideñas. No importa cuántas veces las hayamos visto ni si ya sabemos exactamente cómo van a terminar: siempre funcionan como un refugio seguro. Son ese abrazo tibio al final de un año cansado, una pausa emocional donde todo parece un poco más amable, más luminoso, más posible.
Entre luces, villancicos y promesas de nuevos comienzos, el cine navideño nos recuerda que todavía hay espacio para la esperanza. Y, de vez en cuando, aparece una historia que va un poco más allá del romance y nos deja pensando. Esta película te recuerda que la Navidad también sirve para aprender a quererte mejor.
Estrenada en 2019, Last Christmas se presenta como una comedia romántica navideña más, pero rápidamente demuestra que tiene otras intenciones. Protagonizada por Emilia Clarke y Henry Golding, dirigida por Paul Feig y coescrita por Emma Thompson, la cinta envuelve su mensaje en papel brillante, humor y música de George Michael, pero en el fondo habla de heridas, segundas oportunidades y del acto de reconciliarse con uno mismo.
Una historia navideña sobre reconstruirse desde adentro
Kate, el personaje de Emilia Clarke, vive en Londres y parece estar atrapada en una mala racha interminable. Trabaja vestida de elfa en una tienda navideña que abre todo el año, toma decisiones autodestructivas y mantiene una relación tensa con su familia migrante. Nada en su vida está realmente en orden después de haber sobrevivido a una enfermedad grave que la cambió para siempre, aunque ella aún no sepa cómo procesarlo.
Todo empieza a moverse cuando aparece Tom, un hombre misterioso y optimista que insiste en algo tan simple como “mirar hacia arriba”. Lejos de ser el típico salvador romántico, su presencia funciona como un catalizador: alguien que la empuja a volver a conectar con el mundo, con los otros y, eventualmente, consigo misma. A través de pequeños actos, como el voluntariado y la empatía cotidiana, Kate comienza a reconstruirse.
Emilia Clarke brilla al alejarse de personajes grandilocuentes y mostrar una vulnerabilidad torpe, humana y cercana. Su Kate es caótica, contradictoria y profundamente real. A eso se suma un guion que, sin ponerse solemne, se atreve a tocar temas como el trauma, la culpa del sobreviviente y la sensación de no merecer una segunda oportunidad.
Por qué sigue siendo una película imprescindible en Navidad
Con los años, esta historia se ha convertido en una especie de clásico moderno. No es casualidad que siga apareciendo en listas de “imperdibles navideños”: su mezcla de calidez, melancolía y humor conecta especialmente con quienes buscan algo más que una historia azucarada.
La música de George Michael funciona como columna emocional de la película, aportando nostalgia y una energía atemporal que sigue vigente cada diciembre. Londres, filmada entre luces y mercados navideños, ofrece el escapismo perfecto, pero sin esconder una ciudad diversa, marcada por tensiones sociales y realidades complejas como la migración o el impacto del Brexit.
Más allá del romance, el mensaje central es claro: quererse también es un acto de valentía. La película propone que sanar no siempre significa olvidar, sino aprender a vivir con lo vivido y usarlo para conectar mejor con los demás. En tiempos donde el cierre de año suele venir cargado de balances personales, esta historia funciona como un recordatorio amable de que siempre hay espacio para empezar de nuevo.