Hay historias que no llegan para deslumbrar con giros imposibles ni para exigirnos explicaciones complejas. Llegan para reconfortar. Para acompañarnos mientras el mundo va demasiado rápido. Las películas y series de temporada cumplen justo esa función: nos recuerdan que el romance existe, que la conexión humana puede surgir de lo inesperado y que, a veces, creer un poco en la magia es suficiente. En ese contexto, Dash & Lily, la miniserie estrenada en 2020 en Netflix, se ha ganado un lugar especial como uno de esos relatos que funcionan sin esfuerzo y se quedan contigo mucho después de terminar el último episodio.
Con apenas ocho episodios de menos de 30 minutos cada uno, esta producción basada en la novela juvenil Dash & Lily’s Book of Dares propone una premisa tan simple como efectiva: dos adolescentes completamente opuestos se conocen sin verse, a través de un cuaderno rojo que recorre distintos rincones de Nueva York durante la temporada navideña. Dash no cree en la Navidad ni en el optimismo desmedido; Lily, en cambio, vive para los pequeños rituales, los retos divertidos y la magia de diciembre.

Un romance anónimo que apuesta por la conexión emocional
A diferencia de muchas historias románticas actuales dominadas por apps y pantallas, Dash & Lily apuesta por algo mucho más simple y encantador: lo orgánico. Todo arranca cuando Lily deja un cuaderno con pistas y retos en su librería favorita, The Strand. Dash lo encuentra, contesta y decide seguir el juego. Así comienza una especie de romance por escrito, donde lo que se dice y lo que se hace pesa más que cualquier foto o perfil.
A través de los retos ambos se ven empujados a probar algo distinto. Sin subrayados ni discursos intensos, la serie deja que los personajes se transformen poco a poco, con naturalidad. La química entre Austin Abrams y Midori Francis se siente cercana, honesta y muy fácil de creer.
El amor desde el escenario perfecto

Otro de los grandes encantos de la serie es cómo retrata Nueva York. En lugar de quedarse en las postales típicas, Dash & Lily se siente como una verdadera carta de amor a la ciudad en diciembre. Lugares como The Strand, Grand Central, Macy’s, Two Boots Pizza o las luces exageradas de Dyker Heights no están ahí solo para lucirse: forman parte de la experiencia y acompañan la historia.
Se nota que los creadores cuidaron los detalles, desde la geografía hasta el ritmo caótico de la ciudad. Eso hace que Nueva York no se sienta perfecta ni idealizada, sino viva, ruidosa y entrañable… muy parecida a lo que se siente enamorarse cuando no todo está bajo control.
Una serie ideal para maratonear

Aunque abraza sin miedo el tono acogedor de la temporada, la serie equilibra su dulzura con personajes bien construidos y un elenco diverso. Destaca la representación LGBTQ+ a través de Langston, el hermano de Lily, y una mirada más inclusiva de las relaciones familiares y afectivas.
Su formato corto la convierte en la definición perfecta de comfort watching. Ocho episodios breves, ritmo ágil y una atmósfera que se describe mejor como un abrazo al alma.
Dash & Lily no intenta reinventar el género, pero tampoco lo necesita. Su mayor fortaleza está en recordarnos por qué amamos las historias navideñas: porque nos devuelven la ilusión, nos invitan a bajar la guardia y nos permiten creer que el amor puede aparecer en el lugar menos esperado.
