Hay algo en las series coreanas que nos mantiene fieles, casi devotos. Su forma de contar historias parece diseñada para tocarnos donde duele: personajes complejos, estéticas impecables, silencios cargados de tensión y emociones que avanzan como un hilo invisible entre cada escena. No importa el género; los K-dramas tienen una habilidad única para capturar al espectador desde el primer minuto. Y Queen Mantis, el thriller psicológico de Netflix que está generando conversaciones intensas entre los amantes del género, es un ejemplo perfecto de por qué seguimos volviendo a ellos.
La serie, adaptación de la miniserie francesa La Mante, se atreve a explorar una relación casi imposible de abordar sin caer en el morbo o la exageración: la de una asesina serial y el hijo policía que ha dedicado su vida entera a huir de su legado. Lo fascinante es que lo hace desde una mirada profundamente humana, cargada de dolor, dudas, resentimientos y vínculos que, aunque rotos, siguen latiendo en la oscuridad.

Hace veinte años, Jeong I-shin, conocida como “La Mantis”, mató a hombres que habían abusado de mujeres y niños. Desde entonces está en prisión, pero su nombre todavía incomoda. Su hijo, Cha Su-yeol, creció queriendo alejarse por completo de ese pasado y se volvió policía. Todo marcha bien… hasta que alguien empieza a copiar los crímenes de su madre casi al pie de la letra.
Es ahí cuando la historia se vuelve irresistible: la policía necesita la ayuda de Jeong I-shin, y ella acepta con una sola condición: trabajar solo con su hijo. Lo que empieza como un caso de investigación se convierte en una historia sobre heridas viejas, traumas que regresan y la complicada relación entre madre e hijo.
Lo extraordinario es que la serie no se conforma con presentar una dinámica “madre asesina–hijo detective” como un truco narrativo. La convierte en el corazón palpitante de su historia. La tensión entre ambos es tan densa que parece un personaje más: silencios incómodos, miradas que pesan más que cualquier diálogo y un pasado que reclama ser escuchado aunque ninguno de los dos quiera enfrentarlo.

Queen Mantis apuesta por un thriller de ritmo contenido, que prefiere la incomodidad psicológica a los sobresaltos fáciles. Aun así, la serie sorprende: sus giros, calculados al milímetro, desestabilizan justo cuando crees tener el rompecabezas resuelto. El resultado es un relato oscuro y dosificado que te obliga a mirar más allá de la superficie y cuestionar tanto al copycat como el pasado de sus protagonistas.
Con solo ocho episodios, la serie se consume en un fin de semana, pero permanece mucho más tiempo en la memoria. Tal vez porque, más allá del misterio, Queen Mantis plantea una pregunta incómoda: ¿hasta qué punto podemos escapar de aquello que nos formó? Y, sobre todo, ¿qué significa realmente enfrentarse al pasado cuando este regresa convertido en amenaza?
Para quienes aman los thrillers psicológicos con capas, atmósferas densas y personajes que se sienten vivos incluso en las grietas, Queen Mantis es un imperdible del catálogo de Netflix. Una historia oscura, pero profundamente humana, que confirma que nadie hace dramas intensos, visuales y emocionalmente devastadores como Corea del Sur.

