Desde su estreno, la nueva temporada de De viaje con los Derbez ha dado mucho de qué hablar. Pero más allá de los paisajes de Japón o las aventuras del famoso clan, uno de los momentos más comentados ha sido la conversación reciente entre Alessandra Rosaldo y Aislinn Derbez, una charla que terminó por abrir una reflexión sobre la maternidad, las heridas del pasado y el arte de soltar.
Durante el viaje familiar, los Derbez participaron en una carrera de go karts que, aunque comenzó como un simple juego, terminó por revelar una gran lección. Aitana, la hija menor de Alessandra y Eugenio Derbez, se sintió frustrada tras quedar en sexto lugar. “Yo estaba muy enojada porque me dieron un carrito muy chiquito y muy lento”, confesó la pequeña entre lágrimas. Como cualquier madre, Alessandra trató de consolarla: “Eres una campeona, mi vida hermosa”. Sin embargo, sin saberlo, ese gesto bienintencionado estaba reforzando una idea equivocada: la de que debía evitar que su hija sintiera tristeza o frustración.

“No tienes que rescatar a tu hija”: la lección que cambió la mirada de Alessandra
Fue Aislinn quien, con su habitual calma y sabiduría, ayudó a Alessandra a ver la situación desde otro ángulo. “Y gracias a los consejos de Ais y a su sabiduría, no solamente pude ver ese otro lado de la moneda, sino que fue muy liberador para mí y muy bonito darme cuenta que no tengo por qué sentir ni preocupación, ni dolor, ni nada como mamá”, compartió Alessandra con honestidad.
En ese momento, Aislinn le dijo una frase que resonó profundamente: “Es que no tienes que rescatar a tu hija”. Sorprendida, Alessandra respondió: “No tengo que rescatar a Aitana”.
Y fue entonces cuando su cuñada añadió una reflexión que tocó fibras más profundas: “Tu hija está perfecta, es feliz, está sostenida. A la que tienes que rescatar es a la niña chiquita de adentro, no de afuera. Siempre que quieres correr a rescatar a ella, más bien a quien tienes que rescatar realmente”.
Las palabras de Aislinn dejaron al descubierto algo que muchas mamás viven sin notarlo: esa tendencia a sobreproteger a sus hijos a veces nace de las propias heridas que no han sanado. Porque cuando una madre carga con miedos, carencias o experiencias dolorosas de su infancia, puede proyectar ese deseo de “rescate” en sus hijos, buscando evitarles todo sufrimiento, sin darse cuenta de que la frustración también enseña, fortalece y construye carácter.
Sanar para dejar crecer

La revelación de Alessandra se volvió un espejo para miles de mujeres que la siguen. En redes, los internautas aplaudieron la lección: “Ais tiene toda la razón, exageras mucho con Aitana, déjala crecer, está con sus hermanos, nada le va a pasar”, se lee entre los comentarios. Otro mensaje resumió la enseñanza de forma contundente: “ESTO ES PARA TODAS LAS MAMÁS, ANTES DE SALIR CORRIENDO, CUIDEMOS NUESTRA NIÑA INTERIOR”.
Más allá de la anécdota, este momento entre Alessandra y Aislinn nos recuerda que la maternidad no solo se trata de criar hijos, sino también de acompañar a la niña que fuimos. Sanar nuestras propias heridas no nos hace madres perfectas, pero sí más conscientes, más presentes y más libres para criar desde el amor y no desde el miedo.
Al final, lo que surgió entre Alessandra y Aislinn fue mucho más que una conversación familiar. Fue un acto de conexión genuina entre dos mujeres que, con vulnerabilidad y cariño, se enseñaron mutuamente el poder de mirar hacia adentro. Porque como dijo Alessandra, aquel momento fue “liberador y muy bonito”. Y quizás esa sea la mayor enseñanza de todas: no siempre hay que rescatar, a veces solo hay que confiar y dejar que la vida haga su parte.

