El pañuelo verde se ha convertido en un símbolo universal de la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Surgido en Argentina y extendido como la marea verde por América Latina, hoy representa la voz de miles de mujeres y personas gestantes que exigen justicia social y el derecho a decidir sobre sus cuerpos.
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Para hablar del tema, Nueva Mujer conversó con Flor Rodríguez, abogada y activista feminista con una amplia trayectoria en derechos humanos y género. Ha representado a México en foros internacionales de la ONU, coordinado políticas públicas en instituciones como la SEDENA y actualmente dirige la organización Repara Lumea A.C..
“El pañuelo verde es un símbolo que adoptamos desde el movimiento para visibilizar esta lucha y para reconocer que el aborto es un derecho humano”, explica Rodríguez.

La activista recuerda que esta insignia nació en Argentina, con la marea verde, y se expandió a todo el continente porque el problema es compartido: la decisión sobre el cuerpo de las mujeres históricamente ha estado en manos de otros, ya sea la Iglesia, el Estado o la familia.
Esa subordinación, señala, se refleja incluso en los textos religiosos que calificaban a las mujeres como “impuras” durante la menstruación. De ahí que el feminismo haya levantado una bandera clara:
“Desde esos prejuicios se ha construido el tabú del cuerpo de la mujer, y por eso nuestra consigna es clara: el primer territorio de conquista es nuestro cuerpo y de ahí viene la frase: mi cuerpo, mi decisión”.

En México, el aborto ya está regulado en 24 estados de la República, pero Rodríguez advierte que la lucha no termina ahí:
“Emitimos juicios desde el privilegio, cuando en realidad hay niñas y adolescentes que enfrentan embarazos forzados por violencia sexual o trata. México es el país número uno en embarazos adolescentes e infantiles, y eso no se debe a decisiones libres, sino a la falta de educación, de información y de acceso a anticonceptivos”.
Para ella, hablar de aborto no es hablar de libertinaje, sino de justicia social. Porque no todas las mujeres tienen las mismas condiciones ni las mismas oportunidades para decidir.

“Las narrativas son sumamente importantes. Decir mi cuerpo, mi decisión no es una invitación a abortar, es una exigencia de justicia social. Apoyar el aborto accesible, legal y gratuito significa defender el derecho a decidir, no obligar a nadie a tomar esa decisión”.
Flor Rodríguez conoce de cerca las limitaciones estructurales. Como parte de un grupo interdisciplinario que atiende la Alerta de Género por Agravio Comparado en Guerrero, explica que aun cuando existen marcos legales que permiten la interrupción legal del embarazo, en la práctica se vuelve casi imposible.
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“En hospitales hay listas interminables de médicos objetores de conciencia. Las mujeres logran llegar al hospital, después de recorrer kilómetros sin transporte ni clínicas cercanas, y se encuentran con que nadie quiere realizar el procedimiento”.
A esto se suma la burocracia: en algunos estados, el aborto solo se permite bajo causales específicas, que, al final, deja a las mujeres fuera del límite legal de las 12 semanas.

La activista también subraya que el tema atraviesa incluso la ciencia:
“La salud femenina no ha sido una prioridad ni siquiera en la investigación científica. Los estudios médicos se hacen en hombres, y seguimos siendo invisibles en ese ámbito”.
Pese a los obstáculos, Flor Rodríguez mantiene el optimismo:
“La esperanza sigue siendo el movimiento de mujeres. Hemos comprobado que cuando levantamos la voz juntas, movemos al mundo. Hoy, además, las redes sociales son una herramienta poderosa para el ciberactivismo, porque en segundos podemos alcanzar a miles de personas”.
Desde su perspectiva, la clave está en la unión, más allá de las distintas corrientes del feminismo. Porque en los congresos locales y en las calles, lo que ha hecho la diferencia es la presión social.

Al finalizar, Rodríguez lanza un mensaje que resume el sentido de toda esta lucha:
“Ojalá que las mujeres jóvenes encuentren un panorama distinto al que nosotras hemos tenido que enfrentar. Todo lo que hacemos desde las distintas causas del feminismo es para garantizarles un México más justo e igualitario”.
Este 28 de septiembre, el pañuelo verde volverá a ondear en México y el mundo. Más que un accesorio, es una bandera que recuerda que la libertad de decidir sobre el propio cuerpo sigue siendo la batalla central de nuestro tiempo.