El cine de terror ha dejado atrás los sustos fáciles de casas embrujadas, espíritus vengativos y posesiones demoníacas para adentrarse en la psique humana. Hoy, los sustos más efectivos provienen de la fragilidad emocional, del duelo y de los secretos que llevamos dentro. Hoy las historias demuestran que el horror puede ser un espejo de nuestras pérdidas más profundas y de la vulnerabilidad que muchas veces ignoramos.
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En este escenario llega Haz que regrese, el nuevo proyecto de los hermanos Danny y Michael Philippou (Talk to Me), una película que mezcla terror psicológico, gore, horror corporal y un toque sobrenatural para crear una experiencia que deja el corazón acelerado y un vacío en el estómago. Esta cinta no es para los que buscan sustos fáciles: su verdadero poder está en la tensión que genera al explorar la desesperación y el dolor humano.
Una historia que hiere y desconcierta

Haz que regrese sigue a Andy (Billy Barratt) y su hermana menor Piper (Sora Wong), una joven con discapacidad visual. Tras la muerte inesperada de su padre, ambos son enviados a vivir con Laura (Sally Hawkins), una trabajadora social que también está marcada por la pérdida de su hija. Lo que al principio parece un refugio seguro se transforma en un espacio inquietante: Laura y su otro hijo adoptivo, Oliver (Jonah Wren Phillips), esconden secretos que pronto pondrán a los hermanos frente a una realidad perturbadora.
Lo que hace que la película destaque es que no depende de los típicos jump scares. Cada escena genera incomodidad, sumerge al espectador en la desesperación de los personajes y revela cómo la obsesión puede distorsionar la realidad. Laura busca revivir a su hija perdida, y este deseo la lleva a cruzar límites inimaginables, sumiendo a los niños en un conflicto emocional y físico que hiere más que cualquier susto tradicional.
Actuaciones que elevan el horror

Sally Hawkins es el corazón (y el terror puro) de la historia, mostrando al mismo tiempo fragilidad y malicia que genera miedo y comprensión. Billy Barratt transmite muy bien la angustia de un joven atrapado entre cuidar a su familia y enfrentar constantes amenazas. Sora Wong ofrece un papel fuerte y sensible, mostrando a su personaje sin recurrir a estereotipos por su discapacidad.
El horror aquí no es solo físico: es el que nace de la manipulación, la desesperación y los límites de la mente humana. Las escenas de violencia son impactantes, pero lo realmente perturbador es ver cómo los personajes se enfrentan a pérdidas, traumas y decisiones extremas que podrían suceder en la vida real.
Más que un susto, una experiencia emocional

¿Vale la pena?
Haz que regrese es intensa, brutal y emocionalmente devastadora. Los Philippou logran una película donde el horror proviene de lo cotidiano: la tragedia familiar, la obsesión y la vulnerabilidad de los personajes. No es para todos, pero quienes buscan un terror que deje huella, que combine tensión, drama y reflexiones sobre la fragilidad humana, encontrarán aquí una obra que trasciende los límites del género.
En definitiva, esta película no solo aterroriza, también conmueve. Es un recordatorio de que el terror más auténtico no siempre se ve, a veces se siente, y lo que nos deja marcado no es un fantasma, sino la cruda verdad de la condición humana.