Las películas de terror se han convertido en una apuesta segura para el público y para las plataformas de streaming. Y no es para menos: cuando una cinta logra generar tensión, intriga y emociones viscerales en menos de dos horas, el resultado puede ser inolvidable. Justamente por eso, títulos breves, pero potentes, como Presence están destacando entre lo mejor del año.
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Disponible ya en Prime Video y dirigida por Steven Soderbergh, Presence tiene una duración de apenas 80 minutos, pero no necesita más para convertirse en una de las experiencias más inquietantes y absorbentes del género. Y lo hace rompiendo con lo tradicional: aquí, el fantasma no es solo un personaje, sino nuestra propia perspectiva.
Terror que rompe lo tradicional
Lo que hace única a Presence es su original propuesta narrativa. A diferencia de la mayoría de las películas del género, esta historia está contada desde el punto de vista de la propia “presencia” que habita una antigua casa suburbana. No se trata de una amenaza malévola como cabría esperar, sino de una especie de conciencia que observa todo desde las sombras y desde la cámara.
Soderbergh emplea una cámara flotante y envolvente que nos pone en los ojos del espectro. No hay sustos gratuitos ni monstruos grotescos, sino una presencia constante que genera incomodidad con su sola observación. Cada plano es como un susurro incómodo, un silencio cargado. Lo que provoca miedo aquí no es el fantasma, sino la intimidad de espiar lo que nadie más puede ver.
La familia que habita la casa (interpretada por Lucy Liu, Chris Sullivan, Callina Liang y Eddy Maday) arrastra sus propios fantasmas internos. La madre está al borde del colapso profesional, el padre intenta mantener unida a su familia, y la hija Chloe lidia con una profunda depresión tras perder a su mejor amiga. La atmósfera es densa, emocional y frágil y la presencia, en lugar de atormentar, parece conectar con el dolor de Chloe, haciéndola sentir menos sola.
Minimalismo que inquieta y dirección que sorprende
Presence es minimalista en su forma, pero ambiciosa en su ejecución. Soderbergh, conocido por explorar nuevas formas de hacer cine, utiliza una cámara Sony A9 Mirrorless con un montaje que simula los movimientos erráticos de un espectro. Todo ocurre dentro de la casa. No hay escenas externas, y aún así, no se siente repetitiva ni estática.
El diseño de producción también es protagonista. La casa centenaria en la que se desarrolla la historia es tan acogedora como inquietante. Su elegancia clásica, sus pisos de madera, los espejos antiguos… todo se convierte en parte del personaje que observa.
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No hay que esperar grandes sustos, sino una sensación creciente de incomodidad, duelo y presencia constante.
Lo mejor del terror del año y en menos de 90 minutos
En tiempos donde muchas producciones sobreexplotan los efectos y los jumpscares, Presence apuesta por el silencio, por la mirada íntima, por el dolor humano que no se dice. Es una propuesta diferente, poética, que se desliza entre el drama familiar y el cine de lo paranormal sin perder su esencia.
Con solo 80 minutos, esta cinta logra lo que muchas otras no: generar una conexión profunda, provocar escalofríos con elegancia y dejarte pensando después de que los créditos terminan. Presence no necesita gritar para asustar.
