Pocas películas animadas han tocado tantas fibras como Cómo entrenar a tu dragón. Estrenada en 2010, la cinta se convirtió rápidamente en una de las historias más entrañables de DreamWorks. Su poderosa reflexión sobre la empatía, el valor de la diferencia y la ruptura de los prejuicios heredados, acompañada por una animación inolvidable y una banda sonora que se queda en el corazón, hicieron que tanto niños como adultos la atesoraran.
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En un panorama saturado por remakes live action —donde Disney ha cosechado tanto éxitos como fracasos criticados por su falta de alma— DreamWorks y Universal decidieron apostarlo todo y revivir esta joya en carne y hueso. Contra todo pronóstico, lo lograron: Cómo entrenar a tu dragón (2025) no sólo honra al original, sino que vuela más alto de lo que muchos imaginaron.

Una historia conocida que se siente nueva gracias al corazón detrás
Si ya viste la versión animada, sabes exactamente qué esperar en cuanto a la trama: Hipo (interpretado por Mason Thames), un joven vikingo inadaptado, hiere por accidente a un temido Furia Nocturna. En lugar de matarlo, decide liberarlo y entabla con él una amistad que cambiará para siempre la relación entre humanos y dragones en la Isla de Berk. Esta historia, basada en los libros de Cressida Cowell, se mantiene casi intacta en esta nueva versión. Y eso, lejos de ser un error, es uno de sus mayores aciertos.
Dean DeBlois, director y guionista del filme original, regresa para dirigir su propia creación en una nueva forma, y se nota que lo hace con amor. El director supo aprovechar 27 minutos adicionales para expandir sutilmente la historia y pulir detalles que siempre quiso desarrollar más. Nada se siente forzado. Los cambios son tan orgánicos que parecen haber estado ahí desde siempre.

La gran sorpresa es que Cómo entrenar a tu dragón no es un remake por nostalgia o taquilla; es una oportunidad de redescubrir la historia con una escala épica, una dirección visual deslumbrante y una carga emocional igual o más profunda que la original.
Los efectos visuales, la música y el elenco: el mayor acierto de un live action
Una de las mayores preocupaciones con cualquier remake live action es la transición de lo fantástico a lo “realista”. En este caso, los dragones -y especialmente Chimuelo- se ven impresionantes. La dirección de arte y los efectos especiales lograron el equilibrio justo entre lo fantástico y lo creíble, sin perder la expresividad tan característica del personaje. Chimuelo sigue siendo adorable, temible y profundamente humano en su mirada. Y tal y como dijo el director en algunos avances: todos verán a sus mascotas reflejadas en él.

A eso se suma un elenco joven con gran química. Mason Thames como Hiccup convence con una interpretación llena de vulnerabilidad y carisma, mientras Nico Parker brilla como Astrid, aportando fuerza y dulzura en igual medida. El reparto secundario también es sólido, destacando Gabriel (Patán), Nick Frost (Bocón), Julian Dennison (Patapez), Harry Trevaldwyn (Brutacio) y Bronwyn James (Brutilda), siendo Gerard Buttler (Estóico), la cereza del pastel.
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Y claro, sería un crimen no mencionar la música. John Powell regresa con una partitura revitalizada que no sólo respeta sus composiciones icónicas, sino que las eleva a nuevas alturas. Hay momentos donde la música, literalmente, te hace sentir que estás volando.
HTTYD lo entendió todo
En una época donde los remakes parecen más un ejercicio corporativo que artístico, Cómo entrenar a tu dragón demuestra que sí es posible rehacer una historia sin traicionar su esencia. DeBlois no sólo reproduce una narrativa que ya funcionaba; la retoma con una mirada renovada, consciente de lo que esta historia ha significado para toda una generación.
Muchos se han mostrado escépticos —y con razón— ante este tipo de adaptaciones. Pero este remake tiene algo que rara vez se ve en el género: alma.
Al final, este es un recordatorio de que las historias poderosas pueden renacer cuando se tratan con respeto, corazón y propósito. Una película que no intenta reemplazar la original, sino complementarla.