En los últimos años, las producciones españolas han logrado posicionarse entre las favoritas del público internacional. Desde thrillers criminales hasta dramas psicológicos, su narrativa audaz y su calidad técnica han conquistado tanto a la crítica como a los espectadores. Y aunque muchas de estas joyas suelen surgir como estrenos recientes, hay excepciones que, pese al paso del tiempo, resurgen en plataformas de streaming para reclamar su lugar entre las imperdibles. Tal es el caso de Hijo de Caín, una película que no sólo te mantendrá pegado a la pantalla, sino que también te hará dudar de todo lo que creías saber sobre la mente humana.
Una histria brillante y perturbadora
Dirigida por Jesús Monllaó, Hijo de Caín adapta la novela Querido Caín, de Ignacio García-Valiño, y se adentra en las profundidades del pensamiento psicopático de un joven con una inteligencia prodigiosa. David Solans da vida a Nico, un adolescente obsesionado con el ajedrez, con una mirada inquietante y una actitud desafiante que deja claro desde el inicio que nada será lo que parece. Su familia, especialmente su padre Carlos (interpretado con fuerza por José Coronado), comienza a temer lo que Nico es capaz de hacer.
Cuando los intentos por controlar su comportamiento fallan, los padres de Nico acuden a un psicólogo infantil, Julio (Julio Manrique), quien comparte con el chico su pasión por el ajedrez. Lo que parece una oportunidad de conexión se convierte rápidamente en una peligrosa partida donde las emociones, la manipulación y los secretos familiares más oscuros comienzan a aflorar.
Tensión que no da tregua
Hijo de Caín es un thriller psicológico que se juega como una partida de ajedrez: cada escena es un movimiento calculado, cada diálogo una jugada con intención. El guión, a cargo de Sergio Barrejón y David Victori, se estructura con precisión quirúrgica, atrapando al espectador en un juego de sospechas y revelaciones donde los límites entre víctima y victimario se desdibujan.
La cinta ha sido catalogada por críticos como una producción que impacta y mantiene al espectador en constante tensión. Y es que Hijo de Caín no sólo ofrece suspenso, sino también una reflexión inquietante sobre la infancia, la paternidad y el lado oscuro de la mente.
Nada es lo que parece
Lo que diferencia a Hijo de Caín de otras películas del género es su capacidad para jugar con la percepción del espectador. Al igual que en una buena partida de ajedrez, lo importante no siempre es el movimiento evidente, sino el que se oculta tras él. La película avanza entre pistas falsas, momentos de calma engañosa y violencia emocional que mantienen en vilo hasta su desenlace.
Filmada principalmente en Tarragona, esta historia destaca también por su estética cuidada y un ritmo narrativo que no deja espacio al respiro.
Así que, si este fin de semana estás en busca de una película que te mantenga al borde del asiento y que te obligue a mirar dos veces a los personajes, esta es tu mejor jugada.