Hay algo mágico en los dramas cortos de Netflix. En una era donde las audiencias tienen cada vez menos tiempo (y paciencia) para maratones de 10 temporadas, las limited series han conquistado los corazones de millones. Son intensas, estilizadas, adictivas y, lo mejor de todo, no exigen una inversión de tiempo maratónica. Sirens, la más reciente miniserie de la plataforma, lo tiene todo: solo cinco episodios, una atmósfera cargada de tensión y un trío actoral que hipnotiza como los cantos mitológicos que le dan nombre.
PUBLICIDAD
Con un equilibrio entre lo surreal, lo dramático y lo cómicamente incómodo, Sirens se ha convertido en el fenómeno de boca en boca del momento. En solo cinco capítulos, logra lo que muchas series no consiguen en varias temporadas: crear un mundo propio, explorar las heridas de una familia fracturada y mantenerte atrapado hasta el último segundo.
Un culto en clave de comedia negra
Sirens inicia como muchas buenas historias: con un personaje roto que busca respuestas. Devon (interpretada por Meghann Fahy, a quien quizás recuerdes de The White Lotus) acaba de salir de la cárcel y, al no recibir señales claras de su hermana menor Simone (Milly Alcock, House of the Dragon), decide ir tras ella. El destino: una isla exclusiva de Nueva Inglaterra donde la élite vive entre faros, escaleras infinitas y vestidos color pastel.
Simone ha rehecho su vida como asistente personal de Michaela Kell (Julianne Moore), una socialité enigmática obsesionada con las aves, las causas filantrópicas y el control absoluto de quienes la rodean. Desde que se integró al mundo de Michaela, Simone ha cambiado por completo. Nueva nariz, nuevo look, nuevo novio (el siempre brillante Glenn Howerton). Lo que para Devon parece un lavado de cerebro, para Simone es su tabla de salvación. Pero, ¿a qué precio?

Entre referencias mitológicas, atmósferas que rozan el cuento de hadas macabro y diálogos afilados, la serie plantea una pregunta intrigante: ¿qué estamos dispuestos a sacrificar para olvidar el pasado? Y, más aún, ¿es posible escapar de él?
Una trama extraña pero hipnótica
Creada por Molly Smith Metzler (Maid), Sirens no teme mezclar géneros: sátira de clase, thriller psicológico, drama familiar, comedia negra. Puede sonar como una receta caótica, pero ahí está la genialidad. Así como las sirenas encantaban a los marineros antes de arrastrarlos a su perdición, esta serie te atrapa con belleza e ironía antes de golpearte con emociones crudas y verdades incómodas.

La dinámica entre las hermanas es el corazón de todo. Fahy y Alcock tienen una química brutal, cargada de historia, resentimiento, amor y un vínculo que, a pesar de todo, sigue latiendo fuerte. A su alrededor, un reparto de lujo —Kevin Bacon, Bill Camp, Britne Oldford— potencia una narrativa que nunca se siente predecible.
PUBLICIDAD
Y aunque algunos elementos no terminan de cuajar del todo (el tono cambia bruscamente, algunos hilos argumentales se diluyen), Sirens triunfa en su ambición. Nos recuerda que, en un mundo donde el contenido es infinito, aún hay espacio para historias breves pero poderosas, tan incómodas como irresistibles.
¿Vale la pena verla?
Totalmente. Si te gustó Big Little Lies, The White Lotus o Maid, Sirens es tu próxima parada obligada.