Con la ceremonia de los Premios Oscar a la vuelta de la esquina, la opinión cinéfila ha estado en llamas. Entre la controversia generada por Emilia Pérez y sus 13 nominaciones, rodeada de las polémicas que envuelven a su protagonista Karla Sofía Gascón y al director Jacques Audiard, surge otra cinta que busca acaparar estatuillas con 10 nominaciones: The Brutalist. ¿Es una contrincante fuerte en la carrera por los Oscar? Ya la vimos, y ésta es nuestra opinión al respecto.
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El director Brady Corbet nos trae este épico drama histórico, nominado a Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Actor (Adrien Brody), Mejor Actriz (Felicity Jones), Mejor Actor de Reparto (Guy Pearce), además de estar en las categorías de guión original, fotografía, banda sonora, montaje y diseño de producción.

Con una calificación R y una duración de 3 horas y 35 minutos (con una intermisión de 15 minutos en cines), The Brutalist es una ambiciosa exploración del arte, la identidad y el peso de la historia. La trama nos sumerge en la vida de László Toth (Brody), un arquitecto visionario que escapa de la Europa de posguerra para reconstruir su vida, su obra y su matrimonio con Erzsébet (Jones) tras haber sido separados por los cambios de fronteras y regímenes durante la guerra.
En tiempos donde el cine parece cada vez más dominado por franquicias y efectos digitales, Brady Corbet ofrece una obra que desafía el convencionalismo y nos sumerge en una experiencia cinematográfica tan imponente como la arquitectura que le da su nombre. El término “brutalista” hace referencia a un estilo arquitectónico que surgió a mediados del siglo XX, caracterizado por el uso de formas geométricas simples, estructuras expuestas y el uso de concreto sin adornos, asociado con una estética austera y monumental.

En el contexto de la película, este término también alude a la dureza emocional y la lucha interna de los personajes. Lo que hace de esta cinta aún más impactante es que fue rodada en VistaVision, un formato de 35mm casi extinto, que se convierte en una parte esencial de su narrativa.
El sueño americano: una promesa de grandeza que se convierte en una relación de poder y manipulación
Dividida en dos partes, con un intermedio de 15 minutos y un epílogo que refuerza su carácter monumental, The Brutalist se atreve a desafiar las reglas del cine actual. Adrien Brody entrega lo que es quizá una de las mejores interpretaciones de su carrera, dotando a Tóth de una intensidad conmovedora y una vulnerabilidad que lo convierte en un protagonista fascinante.

Guy Pearce, por su parte, roba cada escena como el carismático pero siniestro Van Buren, cuya presencia se siente como un recordatorio constante del poder, manipulación y la corrupción del Sueño Americano. Felicity Jones y Raffey Cassidy complementan con actuaciones más contenidas pero impactantes, representando el dolor y la resiliencia de quienes cargan con las cicatrices de la guerra.
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La película no solo explora la historia de un arquitecto, sino que también plantea preguntas en torno hasta qué punto la ambición puede llegar a deshumanizar a alguien en su búsqueda de la grandeza.
En definitiva, The Brutalist es una película que no es para todo el mundo. Por momentos, el ritmo lento, su narrativa fragmentada y su estética desafiante la convierten en una obra que exige paciencia y atención. Sin embargo, para aquellos dispuestos a sumergirse en su mundo, ofrece una experiencia cinematográfica inigualable que sí o sí debe verse en pantalla grande.