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‘Succession’: ¿por fin Saturno terminará de devorar a sus hijos?

Logan Roy, el patriarca de la familia más disfuncional de la televisión, ha destruido a sus hijos lenta y dolorosamente. ¿Podrán destruirlo por fin?

Succession, en su temporada final

Si uno se fija en el grotesco y terrorífico cuadro de Goya, ‘Saturno devorando a su hijo’, el padre, gigante, monstruoso, ha sometido a un sufrimiento espantoso al pobre cadáver que se está comiendo: se nota que antes de matarlo definitivamente, lo ha torturado hasta la agonía al cortarlo en pedacitos.

Eso es lo que han sentido, claramente, todos los hermanos Roy en las tres temporadas de ‘Succession’, la multipremiada y aclamada serie de HBO donde más que irse por el melodrama típico de las series de ricos, nos encontramos con personajes que se tornan detestables, pero complejos y por eso entrañables. Esto,  en la lucha por el poder que ha construido el todopoderoso y canalla Logan Roy ( Brian Cox).

Así, desde 2018 hemos visto la pugna infructuosa entre Kendall (Jeremy Strong), Shiv (Sarah Snook) y Roman (Kieran Culkin) para demostrarle a su padre y verdugo que pueden ser dignos de sucederlo en su conglomerado de medios, para al final comprender que no obtendrán nada y sí, ser aplastados contundentemente por él, como lo vimos al final de la tercera temporada. Esto ha arrasado con toda ética e identidad que hayan podido tener ellos en el proceso: Kendall ha flirteado con la muerte, la megalomanía y la adicción, Shiv pasó de ser una honesta y astuta consultora política a una ficha hambrienta de poder que de paso se ha llevado a su matrimonio y ha corrompido a Tom (Matthew McFadyen), para pasar de ser sólo pusilánime a pusilánime y abiertamente ambicioso, y a Roman, cuyos traumas de infancia lo han dejado con varias perversiones y con ánimos de demostrar, entre crudas pero espectaculares respuestas, que él sí vale algo.

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A este carrusel se le suma un reparto coral de aduladores y enemigos corporativos. Desde Greg (Nicholas Braun), el primo pobre de la familia que ya no tiene vergüenza a la hora de quererlo todo, pasando por Connor (Alan Ruck), el hijo que quiere todos los lujos pero nada de la responsabilidad hasta que se le da la ridícula idea de ser presidente hasta la siempre inmóvil y ambigua Gerri (J- Smith Cameron), que es el único equilibrio real dándole a toda esa cohorte de locos con dinero lo que quieren ver y oír.

Ellos, entre otros personajes cuyo patetismo y agresividad, completan un drama donde ‘Dinastía’, ‘Cuna de Lobos’ o ‘Los ricos también lloran’ parecen películas de Barbie en comparación.

De este modo, para esta cuarta temporada final, con los tres hijos unidos claramente contra su padre, veremos si por fin pueden ganarle la eterna pugna en donde median las alianzas corporativas, las traiciones, las cantidades obscenas de dinero, tal y como lo dice la rival de Logan, la millonaria Nan Pierce, y si los tres hijos Roy, ya con Lukas Matsson (Alexander Skarsgård) al frente de la infame Waystar Royco, podrán destruir para siempre al hombre que los engendró y que les ha arruinado la vida. Todo, luego de un final que dejó 1,7 millones de espectadores en su último capítulo y fue conversación mundial en redes sociales.

De ricos y sus penas siempre se ha escrito, pero esto es otra cosa

Ya desde ‘Los Doce Césares’ o en ‘Macbeth’ y ‘Hamlet’ de Shakespeare, por ejemplo,  hemos visto que la pugna por el poder y el dinero siempre ha sido universal. ‘Game of Thrones’, ‘Los reyes Malditos’ y otras grandes sagas de peleas por el poder, la corona y el dominar han sido referentes para ver que cualquier alma buena puede llegar a hacer lo que sea y ser lo que sea por obtenerlo todo. Pero, ¿qué cambia en ‘Succession’ para llegar  a ser un hito cultural que en la pasada entrega de los Emmys se hizo con 4 estatuillas, incluidas la de Mejor Serie Dramática?

Que todo está tan hábilmente construido por su creador, Jesse Armstrong, que esto no es melodrama de millonarios vestidos de manera flamboyante que se disfrazan con parches en la cara para matar a los destinatarios de la herencia prometida: de hecho, en ‘Succession’ se ve de manera deliciosamente negra a cada personaje mostrando más sus bajos y sus altos en su desesperada lucha por el poder. Donde pasan por situaciones vergonzantes (inolvidable el ‘fotopene’ de Roman a su padre, que le manda por error), humillantes (como cuando Logan puso a gatas a los que creía traidores, todo en una lujosísima expedición de caza a Europa), y hasta de sincero pesar ajeno  (el regalo de Tom por tratar de complacer a un siempre insatisfecho Logan, con un reloj costosísimo que él termina dándole a otros) para conseguir la aprobación de ese rey que no quiere ser destronado y que desprecia abiertamente a su familia, quizás por verles tal como son. Y hay que sumarle a la ecuación, claro, todas las rimbombancias casi ridículas de la cultura corporativa actual.

Entonces, en medio de este drama, vemos sufrir o ser ridiculizados (o ambos) a asesores, relacionistas públicos, a emprendedores pequeños siendo devorados por los grandes, a entrenadores personales, a alquimistas corporativos (sí, eso existe), a trepadores sociales y hasta a supuestos adalides de la moral, como los políticos, en escenarios tan caricaturescos como declaraciones ‘woke’ corporativas para parecer más socialmente responsables, aviones privados, grotescas fiestas temáticas -que les darían a los creadores de ‘Westworld’ ideas para ochenta temporadas- y convenciones de millonarios donde se burlan del que tiene la ‘fachaqueta’ o el chaleco de plumas más ostentoso, pero donde se quejan de los precios de la comida “porque está muy cara”. Cómo sufren.

Claro, al lado de estos dolientes  millonarios que lo han tenido todo y que luchan para no ser esos ‘nepobabies’ de los que se habla actualmente, pero que con cada actitud, con cada paso en falso,  con acda cosa detestable que hacen (y que por eso los fans adoran) demuestran que lo siguen siendo, inevitablemente, que siguen siendo estrellas gravitando bajo ese todopoderoso padre inspirado en millonarios como Rupert Murdoch que los devora como un agujero negro dejándolos desnudos. Que los devora como Saturno, de manera lenta, dolorosa, calculada, aunque se vaya indigestando y aunque todos quieran quitarle la corona de la cabeza.

¿Lo lograrán esta vez los hermanos Roy? Esto es lo que veremos en esta temporada tan atemporal e histórica como una Orestiada.

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