La noticia de un niño de origen otomí de 14 que fue prendido en fuego por sus compañeros en el estado de Querétaro, provocó indignación al darse a conocer. Ahora su madre busca justicia mientras que su hijo se encuentra delicado en un hospital.
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Niños atacan con fuego a su compañero de clases por ser indígena
Juan Pablo, es un joven de origen otomí que sufrió bullying por parte de sus compañeros de telesecundaria, quienes le lanzaron alcohol y le prendieron fuego el pasado 6 de junio.
Sus padres acusan a los responsables de intento de asesinato y comentaron a diversos medios que el niño tenía desde febrero rehusándose a asistir a la escuela e incluso pidió ser cambiado de salón. Sin embargo su caso de Bullying no fue tomado en serio por parte de la directora, quien no lo autorizó al asegurar que no había cupo y que no tenían motivos para justificar el movimiento.
Su padre, comenta que la realidad es que su hijo es otomí y no habla bien el español, por esta razón sus compañeros y la maestra lo molestaban.
“Desde aquellos tiempos ya le estaban haciendo bullying y nos dimos cuenta que hasta la propia maestra le hacía bullying, nada más porque somos de raza otomí, piensa ella que no somos de su clase, no somos de su raza, piensa que ella es ser humano y nosotros somos de otras personas”
Tras el violento ataque, la maestra no llamó a una ambulancia y en su lugar lo llevó a una clínica donde sólo le colocaron pomada y lo mandaron a casa. Ella lo dejó en su domicilio con una cebolla para que se curara las heridas.
El niño estuvo 24 horas sin ser atendido, al día siguiente los padres llamaron a emergencias y lo ingresaron en un hospital.
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La misma maestra intentó persuadirlos de no interponer una denuncia e intentó que firmaran un acuerdo con los padres de los agresores para que se hicieran cargo de los gastos, pero su padre no estuvo de acuerdo.
Actualmente el menor está en el hospital con heridas graves. Padres de familia se han manifestado en las instalaciones de la escuela para exigir acciones por la agresión.
El padre cuestiona las acciones de la maestra al no tomar enserio la severidad del ataque y las heridas de su hijo:
“Cuando sucedió eso, la maestra trató de levantar al niño por su propia cuenta, sin que se diera cuenta nadie, ni el papá ni la mamá.[Anteriormente] cualquier falla [en los] trabajos, en seguida le marcaba a la mamá, y esa vez, ¿por qué no marcó?”
Para sus padres, el ataque no se trata de un accidente, sino de un intento de homicidio.
“Para mí no fue sólo un accidente, ni mucho menos bullying, ya fue un intento de asesinato. Ahorita ya pasó dos quirófanos; si no fuera grave, creo que con uno hubiera sido suficiente, pero todavía va a pasar uno y otro, lo que quiere decir que sí está grave”
El niño necesitará de un injerto de piel en la parte interna de sus piernas por la gravedad de las heridas.
A demás del daño físico que sufrió, el niño sufrió daño psicológico, por lo cual sus padres piden atención para él.
“Cuando alguien le hablaba ya nada más le corrían las lágrimas, ya no respondía. Nos sentimos bien decaídos, somos personas que sí trabajamos, pero no contamos con un recurso alto como para decir que si nos sucede un accidente ya tenemos el suficiente recurso para invertir. Ahorita estamos demasiado bajos en recursos”
Tras haber ingresado a su hijo al hospital, los padres se dirigieron a la Unidad de Servicios para la Educación Básica perteneciente al Estado de Querétaro (USEBEQ) para interponer una queja contra la escuela. Ahí la madre exigió atención a su hijo y un castigo para los agresores. Sin embargo, estos respondieron que “ellos no eran nadie para exigir ni para decir lo que tenían qué hacer”.