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Joy Huerta cuenta cómo fue su historia de amor con su esposa

La cantante se casó con quien fue su primera novia y ahora forman una linda familia junto a sus dos hijos.

Hace 10 años inició la historia de amor entre Joy Huerta y Diana Atri, madre de sus dos hijos Noah y Noru.

Durante una entrevista en el programa ‘El Minuto’ relató que conoció a Diana gracias a un grupo de amigos en común y aunque le costó entender que se había enamorado de ella, conocerla le cambió la vida.

“Me tomó tiempo entender que yo estaba enamorada y fue porque una persona en común hizo un chiste súper homofóbico que yo dije: ‘en la madre, es lo que estoy sintiendo. Es eso, estoy enamorada de Diana’. Entonces nos vimos después de eso, yo estaba bien nerviosa porque ya la veía diferente, ya había caído en cuenta de lo que sentía por ella”, contó.

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Joy Huerta y su esposa celebran no vivir en prejuicios

La intérprete de ‘Espacio sideral’ reveló que nunca antes se había enamorado de una mujer hasta que conoció a su pareja y a una semana de haberse dado cuenta que estaba enamorada decidió no callar.

“Yo ya no podía y yo sé que era mutuo porque cuando hay vibra con alguien esa vibra siempre se siente entre las dos personas... No por nada decimos que hay química, porque la química es real, tú tienes química con otra persona y sientes esa química. Me acuerdo y hasta siento las mariposas en el estómago”, dijo.

Joy y Diana celebran sus 11 años juntas y la familia que han formado.

“Fue un silencio como de dos horas, ella se tuvo que ir y yo también y nos quedamos con esa información hasta que ya dijimos: ‘gracias a Dios vivimos en la época en la que vivimos, veamos qué pasa’, y de eso este año se cumplen 11 años que llevamos juntas”, concluyó.

Ambas celebran haber vivido su historia de amor y no dejarse llevar por los prejuicios que se han impuestos en la sociedad.

“Cuando lo piensas dices: ‘qué infinidad de oportunidades me daría la vida’. Yo conozco y conocimos muchas mujeres cuando yo estaba creciendo en la iglesia que llegaban llorando y oraban para que Dios les mandara un marido... pobrecitas porque se confinaban a que su vida iba a ser feliz solamente si llegaba otra persona a hacerlas felices. Yo no crecí viendo ese tabú, incluso creciendo en la iglesia”, agregó.

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