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7 grandes lecciones de vida que hemos aprendido de “Frozen I y II”

Disney ha sorprendido al mundo entero que las dos entregas de "Frozen" y en medio del estreno de la secuela, traemos las lecciones aprendida

Después de siete largos años de espera, ‘Frozen 2’ finalmente ha llegado a los cines de prácticamente todo el mundo, despertando las emociones del público al límite.

Y es que Disney es una garantía. La animación, la música y los personajes son una obra de arte por donde se le vea pero sobretodo, tiene una entrañable historia con la que muchos nos hemos identificado. Aquí te dejamos algunas de las lecciones más importantes que hemos aprendido de esta mágica y encantadora saga.

La familia es importante

Disney siempre ha hablado de l valor de la amistad y la familia pero por alguna razón, Frozen lo ha llevado a un nuevo nivel. La relación entre Anna y Elsa enfatiza claramente el amor familiar. A pesar de haber perdido a sus padres y de vivir separadas toda su vida, Anna anhelaba la compañía de su hermana. Ella se embarcó en un peligroso viaje para recuperar a su hermana y posteriormente hizo todo para fortalecer el lazo perdido. Al final, Anna y Elsa forman una familia junto a Kristoff, Olaf y Sven. Después de todo, no se trata de plasmar a la familia perfecta sino una con la que siempre puedes contar.

Sueña en grande

Una de las lecciones más valiosas que nos enseñó Olaf fue a soñar en grande. Sí, quizá es un personaje un poco infantil pero cualquiera podría sentirse identificado con él de una u otra forma. Él siempre quiso conocer el verano aunque evidentemente, un muñeco de nieve no sobreviviría al calor. Al final, la condición de Olaf no resultó impedimento para vivir su sueño e hizo todo lo posible para conseguirlo. En algún momento Kristoff quiso darle una dosis de realidad sin algo que suele pasar con quienes no creen en nuestros sueños.; así que la gran enseñanza es que no importa lo que digan, nunca dejes que te digan que tu sueño es demasiado loco o imposible.

El amor puede cambiar el mundo

Arendelle estaba a punto de quedar bajo el invierno eterno y Anna estaba muriendo a causa de un corazón helado, provocado por Elsa. La única solución estaba en el amor verdadero. En lugar de que Anna fuera besada por un Príncipe Azul, el sacrificio que hizo por su hermana y el amor de Elsa derritieron el hielo y devolvieron la paz al reino.

Esto habla mucho sobre cómo el verdadero amor requiere sacrificio, algo que el mundo suele olvidar. Nos hemos convertido en una sociedad egoísta e individualista pero s todos hicieramos pequeños sacrificios y mostráramos más amor y bondad hacia las personas que los rodean, podríamos librar a este mundo del «frío» .

Las relaciones requieren mucho trabajo

Algo que marcó el amor entre Anna y Kristoff fue el hecho de que superaron los desafíos juntos, esto les permitió conocerse y entender los ideales del otro. Esto los llevó a continuar con su relación, aún cuando las cosas mejoraron y pudieron divertirse y ser felices. Estar en una relación es siempre una mezcla de tormentas y arcoíris, de momentos en los que no sabes qué pasará y aún así permanecen juntos.

El verdadero amor tiene caras diferentes

Disney siempre nos ha dicho que las princesas se enamoran de príncipes apuestos y que el amor verdadero está en una pareja pero con Frozen le dio la vuelta al decir que el amor verdadero viene en formas diferentes. El amor, está en la familia, en los amigos o en una pareja pero sobretodo en los buenos deseos hacia otros.

El auto descubrimiento es extremadamente gratificante

La historia entera se trata sobre el viaje de auto-descubrimiento de Elsa y de cómo esta finalmente aprende a abrazar quién es. Esto nos enseña que la vida es un viaje constante en el que debemos explorar y descubrir quiénes somos y lo que queremos en la vida pero sobretodo, el ir siempre tras la felicidad y la tranquilidad.  Nunca te detengas y no te disculpes por haberte descubierto.

Nunca te disculpes por ser tú misma

Frozen nos enseña a sentirnos cómodos con nuestra piel, con lo que nos hace únicos. Mientras te ames lo suficiente como para mostrar tus verdaderos colores y no difamar las sensibilidades de los demás, muéstrate tal y como eres y nunca pero nunca te disculpes por ser tú.

 

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