Chile

Renata Bravo: “Mi propósito en la vida es llevar alegría a las personas”

Es panelista del programa Milf de TV+, un espacio en el que se siente cómoda y feliz. Tras la muerte de su padre y el diagnóstico de una enfermedad autoinmune, supo cómo reinventarse sin perder espontaneidad, felicidad y simpatía.

 

Actriz, comediante y locutora. Renata Bravo ha pasado por todas. Partió su carrera en televisión haciendo sketches en el Jappening con ja, pero su gran reconocimiento lo alcanzó con el personaje de Panchita Rickenberg, una despistada panelista que no tenía pelos en la lengua para comentar sobre la farándula y el acontecer nacional de esos años. Cómo no recordar sus apariciones en distintos programas, en los que, a más de alguno, hizo enojar con sus ácidas y divertidas opiniones. Más tarde sorprendió con sus imitaciones a personajes del espectáculo, como Paty Maldonado, Carla Ochoa o Paulina Nin, convirtiéndose en una de las invitadas favoritas de los espacios televisivos de mediados del 2000.

Hasta febrero de este año formó parte del panel del matinal Hola Chile de La Red, pero una propuesta la llevó al programa Milf de TV+. “Es una catarsis femenina que me hace muy bien”, cuenta. En el espacio producido y conducido por Claudia Conserva, junto a Yazmín Vázquez, comentan distintas situaciones de la vida cotidiana, y se ha convertido en el programa favorito de la tarde para muchas personas. Con una pauta dinámica y divertida, Milf entretiene y alegra el día a día de un fiel público que lo posiciona como trending topic en Twitter todas las semanas.

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La “Tuchi”, como le dicen sus más cercanos, llena los espacios con su energía. Asegura que su personalidad extrovertida viene de sus raíces. “Es súper inconsciente, porque vengo de una familia que es así. Soy la más callada y la menos chistosa. Fui a España y casi no hablé, fueron como vacaciones de voz, porque todos gritan, tiran chistes y se hacen bullying”, dice entre risas. Hace 20 años, sus padres y hermanos se fueron a vivir a España, en un momento en el que su carrera televisiva estaba en su peak. Cree que la pena de esa separación la pasó trabajando. A principios de junio de este año, estuvo unas semanas con ellos, y reconoce que, en esta oportunidad, la despedida le dolió más que nunca. “Primera vez que estamos todos juntos de nuevo, sin mi papá. Ahora me hizo muy mal venirme. Creo que tanto o más que la primera vez, y con esto me di cuenta que supero los dolores trabajando”, cuenta.

Pero la alegría de Renata no se va por ningún momento. A pesar de este recuerdo amargo, siempre encuentra el minuto para contar algo divertido. Dice que siempre fue así. Cuando faltaba al colegio sus compañeros la echaban de menos. Y a pesar de su exitosa carrera, siempre se mantiene con los pies en la tierra. “Eso es gracias a mi familia, que siempre me bajó de la nube. Soy una más entre cinco hermanos. Hoy abajo, mañana arriba. Muchas veces me ha ido mal en ciertas pegas, que me han hecho replantearme que no soy buena, que no soy talentosa. Una de las cosas que nos caracteriza a los actores es que somos muy inseguros, y ahí está la clave de la profesión. Siempre te tienes que estar renovando”, asegura.

Dejaste Hola Chile para llegar a Milf. ¿Cómo lo viviste?

Sentía, en mi parte más profunda, que no estaba haciendo mi aporte a la vida, que es tirar la talla, hacer reír, poner la cosa liviana. Necesito alimentar mi alma, siento que mi propósito de vida es llevar alegría a las personas. Justo me ofrecieron irme a Milf y me costó tomar la decisión, porque en el matinal lo pasaba chancho. Milf es una catarsis femenina. Es como juntarme todos los días a conversar con las amigas, que es algo que se pierde con el tiempo, con los hijos y el quehacer del día a día. En este programa encontré esa ventanita de placer que no tiene todo el mundo, porque no todos tienen la suerte de reunirse con sus amigas.

Parecen tres amigas conversando. ¿Cómo se logra esa espontaneidad en pantalla?

¡Si supiera, capaz que no resultaría! Creo que se mezclan varias cosas. Primero, lo desatadas que somos todas. La Yaz es una loca linda que me hace muy bien, porque siento que nos bandejeamos sin querer. Ella me contagia con sus tonteras, yo las contagio con mi energía y la Claudia pone el equilibrio. Se dio una cosa muy natural, que es difícil que pase.

Llegaste a reemplazar a Maly Jorquiera que es muy querida por el público. ¿Tuviste miedo?

En el primer y segundo capítulo, me hicieron bolsa, porque todo el mundo ama a la Maly, y ahí dije ‘¡Dios mío, en qué me metí!’. Pero el público de Milf es súper fiel, como un club de amigos. Cuando me pasa algo, ando triste y lo cuento, la gente me da mensajes de ánimo. Cuando estoy contenta, se alegran. Realmente sientes que el público es tu familia.

Los que ven el programa agradecen que sean tan naturales…

Somos libres y la pauta la hace el Roque, un millennial que es un loco, entonces nos pone súper en el extremo. Nos hace tirarnos a la piscina todos los días, ser arriesgadas y no tener vergüenza. Nuestros maridos se transformaron en personajes también. Somos súper extrovertidas y yo como actriz exagero mis historias. Obvio que todo lo que cuento es verdad, pero también les pongo sazón, las aliño un poco.

¿Cómo es tu relación fuera de la pantalla con Claudia y Yazmín?

Tengo la suerte de que en los trabajos donde he estado me he hecho amigos. Trabajé con ellas en el Pollo en Conserva. Son gente que le hace bien al universo. La Yaz tiene esa cosa liviana, espontánea, buena onda, donde llega y llena los espacios. La Claudia es súper evolucionada, entonces siempre pone el paño frío a las situaciones. Si pongo en el chat que tengo un problema, ellas me solucionan la vida, me dan datos, me ordenan. Me imagino que para ellas yo cumplo con la energía, porque me han dicho que inflo el globo. Tengo ataques de risa a diario con ellas, de esos que llego a llorar. Los que me conocen saben: ya le dio el ataque. ¡Y no puedo seguir!

“Tengo una personalidad dual increíble”

En noviembre de 2017, le diagnosticaron la enfermedad de Hashimoto, una afección autoinmune que afecta a la tiroides. Meses más tarde, en enero de 2018, su padre murió producto de un accidente en moto, mientras ella estaba de vacaciones en Panamá junto a su marido, el periodista Carlos Morales, y sus dos hijas, Sara y Estela. “En esa época se me juntaron tantas cosas que me fui un poquito a la cresta”, reconoce.

Aunque estuvo algunos meses viviendo un período más oscuro, buscó cómo salir de ahí. Tener una dualidad de personalidades, como ella lo llama, la ayudó a volver a levantarse. Se reencontró con su lado más interno para aceptar su enfermedad. “A los 30 años empecé a hacer yoga, entonces siempre estoy con una pata en esta personalidad de la Tuchi, que es como soy en mi familia, y la Renata, que soy yo en mis terapias, en mi parte más espiritual. Me gusta mucho leer, estar sola, meditar y el silencio”, revela.

¿Cómo es eso de que tienes doble personalidad? ¡Explícanos!

Soy extrema, tengo una personalidad dual increíble. Yo misma me desconozco. Voy a retiros de silencio, he estado tres días sin hablar con nadie, meditando en la cordillera. Me fascina. Me lleno de energía y todo el aprendizaje lo llevo a este otro mundo. Como soy tan extrovertida en mi pega, llego a mi casa y estoy más bien callada. Soy otra persona, no es que actúe, pero necesito llenarme de energía, no todo el día andar tan para afuera. Así equilibro los dos mundos.

¿Cómo enfrentas los momentos más difíciles en la vida?

Cuando me diagnosticaron mi enfermedad y murió mi papá, estuve seis meses metida en un mundo bien oscuro, pero consciente de que no quería seguir viviendo en ese hoyo, entonces siempre tenía un pie en la tierra para buscar cómo salir. Saco la lección de todo lo que me pasa y hoy agradezco mi enfermedad. Leí un montón de libros y me metí mucho a internet buscando respuestas que no me entregaba la medicina convencional. Entendí por qué me enfermé y descubrí qué estaba haciendo mal. Abracé mi enfermedad, en vez de rebelarme contra ella y dije “ya, esto es lo que hay, cómo vivimos juntas”. Así tomo todas las cosas nuevas en mi vida.

Dices que la actuación también te ayuda…

El escenario es magia. Te puedes subir con 40 grados de fiebre y, mientras estás actuando, se te quita. Es así de mágico, o tu cuerpo está tan concentrado en otra cosa que dejas de pescar la enfermedad y te sanas por lo que dure la obra. Tengo la gran suerte de haber elegido esta carrera. Me quiero morir arriba del escenario.

Protagonizas Maltrimonios, que está en cartelera del Teatro Bellavista hace más de un año y ganó el premio Clap 2019 a la obra más vendida. ¿A qué le atribuyes el éxito?

Las personas que la ven se sienten identificadas, piensan que es su historia. Algunos nos esperan a la salida para darnos las gracias, porque, además de reírse mucho, les sirve a las parejas. Se ven, se miran al espejo y saben lo que le pasó al otro. Una chica que es terapeuta de pareja nos escribió para contarnos que manda a sus pacientes a ver la obra antes de separarse. Con el paso del tiempo, empezamos a tomar conciencia de que la gente corre la voz y nos hemos dado cuenta que se está convirtiendo en una obra de culto.

¿Qué piensas del humor actual?

A mí me complicaría hacerlo hoy. Tenía un humor muy heavy. No podría hacer lo que hacía antes, que a todo el mundo le encantaba, pero obvio que al protagonista no y ahora lo entiendo. Por eso también cambié de rubro y, prácticamente, ya no hago humor. En la radio tiro la talla y en Milf hablo de mí y no pelo, no hablo de otra gente. Me cuido de no hacer sentir mal a nadie y he tratado, con el paso del tiempo y mi madurez, de pensar qué haría si supiera que me voy a morir. Me encantaría juntarme a tomar un café con la gente que tenga temas pendientes conmigo.

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