Espectáculos

Coté López: “Volver a Chile es lo mejor que nos ha pasado”

A más de una década de su explosivo debut en televisión, ya no es la misma. Mucho más resuelta, volvió a Chile tras vivir trece años en el extranjero junto a su marido Luis Jiménez. Y mientras el Mago está feliz de la vida jugando en el equipo que lo vio crecer, ella se dedica a estudiar y ser madre de cuatro, intercalando todo esto con nuevos proyectos, como su rol de embajadora de M.A.C. Cosmetics

El pasado nos condena, dicen. En junio de 2006, María José López (30) brillaba en la televisión nacional. Con apenas 17 años lucía completamente desinhibida, posaba en bikini y decía sin filtro lo que pensaba. En este contexto conoció al futbolista Luis Jiménez, pero, como todos sabemos, el destino les tenía preparado un futuro completamente diferente.

En aquella época y en pleno pololeo, la distancia no logró poner fin a su mediático romance y María José abandonó Chile. En noviembre de 2006, se casaron en secreto sin importarles el qué dirán. Con el tiempo la modelo dejó de figurar en la televisión nacional, dedicó todo su tiempo a formar familia con el futbolista, con quien cumple trece años de matrimonio y ya suma cuatro hijos.

Pasó más de una década para que la pareja decidiera regresar al país, luego de que Luis fichara por Palestino. Hoy luce mucho más madura y alejada de esa joven que asistía por las noches a talleres de Teatro en la Universidad de Talca. O de la chica que estaba en el ojo del huracán, la misma que mandó a Marlén Olivari a «colgar el colaless” o que entró a trabajar a Morandé con Compañía aparentando ser mayor de edad. Dejó su pasado farandulero atrás y se apronta para recibir el título de sicóloga.

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Hace una década nadie se iba a imaginar que Coté López terminaría estudiando Sicología…

Sí, es que la gente tiene un prejuicio hacia mí que es heavy. Me encanta estudiar, estoy siempre estudiando. Te juro que es lo que más me gusta, me encanta leer. Como no veo tele, leo. Muchas veces vemos una película con Luis, pero él empieza a verla y a los quince minutos está durmiendo, entonces ahí la apago y me pongo a leer o a estudiar. Todos mis minutos libres son para eso. Mis minutos de entremedio son para Instagram, cuando estoy cocinando o en la fila del supermercado.

Cuando comenzaste en televisión parecías destinada a convertirte en una figura televisiva por años, pero el destino tenía otros planes y decidiste dejar Chile. ¿Te arrepientes de esa decisión?

No, para nada. Nunca me proyecté en televisión, porque yo siempre quise estudiar. Era un momento entretenido, se me daba fácil y la estaba pasando súper bien, pero de verdad nunca proyecté hacer carrera en televisión.

¿Cómo comparas la exposición que viviste en aquella época con la que enfrentas ahora?

Es que fue muy poco el tiempo en que estuve en la tele. La gente cree que fue harto, pero fueron como cinco meses. Me hice conocida muy rápido. Si comparamos el Chile de hoy con el de hace trece años es otra cosa. Antes eran muy invasivos, les daba lo mismo cualquier cosa, no les interesaba nada.

“Me da miedo que esté todo tan bien”

María José López y Luis Jiménez conforman una familia de siete: las trillizas Rebecca, Rafaella e Isidora (8), Jesús (2) y Diego (18), el hijo mayor del Mago.

Y es que Coté se ha transformado en una mujer a todo terreno. “No importa si tienes 20 personas ayudándote, eres siempre la mamá, siempre querrán estar contigo”, reflexiona. También ha sabido equilibrar su rol de madre con el de estudiante, y en febrero rendirá sus últimos exámenes para recibir el título de sicóloga. “En estos momentos no tengo ninguna posibilidad de hacer la práctica, ninguna. No tengo con quién dejar a los niños. Luis entrena todos los días y me muero de lata molestar a mi mamá o a mi cuñada. Yo quise tener guaguas, poh”, afirma entre risas.

Ahora que estás en Chile, te hemos visto en algunos eventos nocturnos y lanzamientos de moda. ¿Cómo sientes que te han recibido?

¡Cuál vida nocturna, niña por Dios, si no salgo ni a la esquina! (ríe). Te juro que antes salíamos a comer día por medio afuera y acá hemos salido como dos veces. De noche, nada.

Con Luis han formado una numerosa familia. ¿Cómo es la relación entre ambos tras más de una década de matrimonio?

Es maravillosa. De hecho, muchas veces veo que todo está tan perfecto que… no sé. Todo tan familia de Estados Unidos de las antiguas, que me da susto. Muchas veces vamos en el auto cantando y todos riéndonos, y digo “oh, en cualquier minuto nos choca una micro”. Me da miedo que esté todo tan bien. Me asusta.

¿Y te gustaría tener más hijos?

No… no, en este minuto te digo que no. Son muchos, para salir o para cualquier cosa. Somos siete.

María José afirma que su peor defecto y, a la vez, su mayor virtud, es ser extremadamente relajada. También reconoce que ha cometido muchos errores, los mismos que la han llevado a crecer en un sinfín de aspectos. Se describe como “una cabra chica con 30 años”. Hoy, se siente “una mujer súper empoderada y segura de sí misma en todo aspecto. Pienso que no necesitas de nadie para ser feliz y que las mujeres podemos hacer todo”, afirma.

¿Cuál considerarías que ha sido tu mejor momento?

Ahora estoy en mi mejor momento. Me encanta estar con Luis, con mis hijos, con mi vida personal, con mi desarrollo en todo ámbito.

Decidiste quitarte los implantes mamarios que te pusiste a los 15 años. Según dijiste, en aquel momento pensabas que la belleza estaba basada en la sensualidad. ¿Qué opinas sobre la cirugía estética y los estereotipos de belleza?

En ese tiempo estaban de moda las pechugas gigantes, y hoy no van. Los bikinis, por ejemplo, se usaban mucho y hoy ves las fotos de antes y dices “cómo me puse esto”. Bueno, en ese tiempo estaban de moda. Y como era tan chica, creía que conquistaba casi con el cuerpo solamente o que sólo eso llamaba la atención. Hoy creo que es más la cabeza, tu manera de ser. Ahora estoy súper en contra de la cirugía a menos que sea ultra necesaria. No hay nada más lindo que una sonrisa amplia en vez de unas pechugas gigantes o cualquier otro tipo de cirugía.

¿Qué lugar ocupa la moda y los lujos en tu vida?

La moda me encanta, los lujos me dan lo mismo. No soy una persona aferrada a lo material, para nada. Si tú me ves, jamás ando con joyas, no me pongo nunca aros, ni siquiera uso aros, ¿cachai? (ríe). Soy del tipo de personas que le gusta más un helado del McDonald’s que ir a una cuestión de lujo enana y con harta decoración. El lado de la moda, me encanta, pero mi único problema es que no tengo tanto tiempo. Me encantaría usar looks y tacos, y andar producida.

En televisión te muestras simple y cercana. ¿Cómo lo pasaste en tu regreso a los matinales?

De hecho, cuando fui a estos matinales no sabía ni quiénes estaban de panelistas. Lo supe cuando llegaba. Yo cacho que fui gradualmente acostumbrándome. En el primero, estaba sudando, tiritando, súper nerviosa. En el segundo, me sentí más relajada. Si me invitan ahora, bailo hasta encima de la mesa (ríe).

¿Crees que tu sentido del humor te pasa la cuenta a veces?

Sí, mucho, tengo que tratar de evitarlo. Luis, de repente, se tapa la cara y me dice “no podí”, aunque yo creo que no me entienden siempre. A mí me gusta mucho molestarme a mí, nos molestamos mucho dentro de mi familia y es así y nadie se ofende. Pero de repente (en TV), tiro una broma y todos dicen “oh, lo que dijo”. No entienden que es mi ironía, mi sarcasmo.

Sabemos que eres fan de Instagram. ¿Te afectan las críticas?

No, nada. A veces lo comentamos hasta con Luis, y decimos “¿qué pensarán?”, porque a mí no se me ocurriría ir y escribir que me cae mal una persona. ¿Con qué fin? Y con qué fin tratar de hacerle daño al otro (…) mucho debo importarles. Y la verdad es que no me importa nada. Ni siquiera te podría decir que un uno por ciento, porque no me importa nada.

¿Extrañas tu vida en los Emiratos Árabes?

Hoy, no, pero cuando llegué fue un poco complicado. Estaba sin ayuda, con los cuatro niños, las niñitas estaban sin colegio, a Jesús le estaba sacando los pañales. Además, teníamos la casa patas pa’ arriba, no tenía nada y hacía mucho frío. No quería hacer nada, ¡no me quería ni mover! Estaba como tullida, te juro que era macabro. Tenía la calefacción como a 38 grados y todos llegaban y me reclamaban que tenían que venir con bikini a la casa. Hoy la casa está armada, las niñas en el colegio, es maravilloso. Estoy feliz, comiendo humitas todo el día (ríe).

Considerando que 2018 fue un excelente año en lo laboral para Luis, dando la cara por su equipo y siendo ovacionado durante la Copa Chile. ¿Te irías del país?

No creo. Mientras él esté jugando acá, no. Luis está estudiando para ser entrenador, entonces, siempre digo que seguramente después nos vamos a ir, porque igual puede entrenar en varias partes y tenemos casas en otros lados. Lo estoy pasando chancho, las niñitas están fascinadas y dicen que no se quieren ir nunca más en la vida, y a Luis le encanta el camarín. Es otra cosa. Acá están todo el rato alegres y escuchando música, mientras que allá tenía que rezar antes de entrar a entrenar. Es totalmente otra cultura. Es la primera vez que vive esto y que es pura talla. Mucho más relajado.

Es decir, lo mejor que les pudo pasar fue volver a Chile…

Sí, y no puedo creer que lo esté diciendo yo. Hoy, te puedo decir que sí: volver a Chile es lo mejor que nos ha pasado, ha sido demasiado grato y demasiado rico.

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