Se enfrentan a una serie de estímulos que no siempre logran digerir. Por lo mismo, tienden a crecer más rápido. Una forma de entregarles una infancia adecuada es permanecer a su lado, acercándolos más al contacto humano y menos a la interacción cibernética.
Por Carolina Palma Fuentealba.
Es un hecho en muchas casas chilenas que los niños no se comportan como los que conocíamos, como nosotras mismas. Salíamos a jugar a la calle, íbamos a buscar a los amigos para hablar, y ver televisión era un evento de pocas horas. De alguna forma, nos sentíamos parte de un grupo, creamos una sensación de pertenencia. Ellos juegan en línea, hablan con sus amigos por las redes sociales y ven televisión o se pegan en YouTube toda la tarde. ¡Están la mayor parte del tiempo en casa!
Todo evoluciona, pero expertos aseguran que su forma de vivir influirá negativamente en su personalidad y forma de relacionarse con el resto; por lo mismo, es necesario hacer un esfuerzo para que vivan la vida real, cara a cara, y que no se adelanten a la adultez que es tan larga, ¿no?
Raúl Carvajal, sicólogo de Clínica Santa María, reconoce esta realidad. «Hace rato se habla de que las etapas se movieron. La preadolescencia está llegando antes y se acortó la niñez. Hace 20 años los niños jugaban, tenían un pensamiento mágico hasta los 11, estaban en otra, no se estresaban. Su tema tenía que ver con pasarlo bien, no veían las preocupaciones del mundo adulto. En cambio, ahora vemos que ciertas temáticas empiezan a presentarse en los menores de 10 años, como la sexualidad o la preocupación por las notas. Es fácil encontrarse con niños ansiosos, estresados, con angustia».
Confirma que una gran causa es la exigencia académica –sumado a largas horas en el colegio– donde se cometen errores. «Lo veo como una falta de respeto a los procesos de los niños, nos fijamos más en los resultados que en los procesos. Ahora un SIMCE es más importante que un criterio de felicidad o de disfrute de un niño en la escuela. No tiene sentido, pero caemos en ese juego», asegura.
Entonces, como padres debemos preguntarnos si lo que queremos para los pequeños es un colegio academicista y asumir las consecuencias de lo que significa más pruebas, más materia, más tareas, etcétera. O, si queremos otra forma de aprendizaje, la idea es buscar alternativas en establecimientos que enseñan con otras metodologías, tales como los Montessori, Waldorf, HighScope o derechamente dar exámenes libres.
«Si como papá busco un colegio por su lugar en el ránking, debo asumir que eso tiene un costo, que no es gratis. Escojo un colegio que le da importancia al lado académico. Si mi hijo no cumple con las notas, seguramente lo pasará mal ahí», ejemplifica el especialista.
Por otra parte, Carvajal apunta a que no existen muchos espacios limpios para los niños, es decir, libres de problemas. Se los adultiza sin razón. El consejo en este caso es conversar con los pequeños sobre todos los temas, llámese dinero o sexualidad, pero acorde a su edad. Por ejemplo, hablar sobre la importancia de juntar plata en su cajita, pero no tienen porqué saber si uno llegó o no bien de dinero a fin de mes.
«Hay que sacar a los niños de las temáticas conflictivas. Hasta los 8 años deberían sólo jugar, vivir en una burbuja en que todo lo que hacen resulta divertido, lúdico. Además, hasta los 8 son una esponja que miran y copian lo que hago. Si soy una persona honesta, tranquila, que cumple las reglas, mi hijo copiará este comportamiento por el resto de su vida de forma inconsciente. Después de esta edad uno empieza a trabajar los hábitos, la responsabilidad. Entre los 8 y los 12 se hace la primera formación, se comienza a influir en su desarrollo moral, le muestro lo que es bueno y lo que es malo», explica el sicólogo de Clínica Santa María.
Si se cuidan estos aspectos desde temprano se transformarán en adultos menos ansiosos. Más si se les da lo justo, si se toma conciencia de lo que realmente necesitan, no darles más estímulo del que pueden procesar. «Podría decir que las tasas de depresión son más altas porque la autoexigencia es alta en todo; la tolerancia a la frustración es bajísima, los niños botan lo que tienen y quieren otra cosa. Esa continuidad, y si uno proyecta en el tiempo el estrés y depresión de los niños hoy, va a hacer que las patologías en la línea depresiva sean más altas. Les costará lidiar con el mundo».
Es cierto que ahora la niñez cambió junto con las otras fases. Según el experto, «la preadolescencia partía a los 13 años, pero ahora a las 11. La adolescencia, si se mira con factores biológicos, parte entre los 14 y 15 años; el problema viene cuando se busca cuándo termina, porque encuentras personas de 30 con características que define la Organización Mundial de la Salud como de adolescencia, que se relaciona con la dependencia emocional y económica, dentro de otros».
LAS PANTALLAS: AMIGAS Y ENEMIGAS
Como dicen, la tecnología se transformó en un gran tema para muchos padres. Menores de 2 años usan un tablet o celular sin problema. Es una «gracia» para muchos, pero lo cierto es que investigaciones concluyen que no les hace bien para el desarrollo cerebral. Luego de esa edad, se debería limitar su uso a una hora. ¿Es posible? Lo que podemos hacer en la casa es reducir, dentro de nuestras posibilidades, los espacios de pantalla y promover que jueguen con otros niños.
«Si fuéramos puristas, las pantallas no son un espacio natural. El espacio tiene que ver con la vivencia cara a cara. Muchas veces hasta los 4 años le decimos ‘Juanito venga, Juanito venga’, y Juanito no viene. Hasta los 5 años el niño necesita la experiencia completa, que lo toquen, que le muestren, que le enseñen. Esto de llamarlo no es importante porque está entretenido en lo que hace. Ideal que hasta los 2 años tengan experiencias sensoriales vividas con juegos y música, esencial para conectarlo con la fantasía», explica.
También comenta que los padres damos importancia a otras actividades por sobre nuestra prioridad: la familia. De esta forma ellos, en vez de compartir más tiempo con sus papás, tienen nanas y nanas virtuales.
¿La tecnología ha provocado un cambio en las etapas de los niños? Eso es lo que se pregunta Soledad Garcés, académica de la Universidad de Los Andes, quien indica que esta generación de nativos digitales no necesariamente saben usarla de manera correcta, ni tienen los conocimientos de seguridad y formación ética necesaria para darle un uso responsable y positivo.
«La tecnología se ha incorporado a la vida desde temprana edad, sin embargo, no necesariamente va a alterar las etapas de su desarrollo evolutivo. Esto podría darse, pero va a depender del tipo de uso que se le dé a estas herramientas. Lo que sí está demostrado es la aparición de una serie de cambios conductuales en los menores con la irrupción de la tecnología. Por ejemplo, en muchos niños se observan conductas adolescentes a la hora de usar las redes sociales; sin embargo, esto no significa que su adolescencia se adelantará por el uso de este tipo de herramientas. Es decir, estamos frente a la presencia de cambios conductuales, pero no necesariamente de alteraciones importante en las etapas de desarrollo», revela.
También manifiesta que los cambios conductuales más notorios que están siendo influidos por las tecnologías, especialmente las redes sociales y videojuegos, son aquellos que podrían alterar algunas funciones del organismo, por ejemplo, provocando trastornos del sueño, desarrollo de estructuras cerebrales diferentes a la generación predecedora o promoviendo trastornos conductuales asociados a las adicciones.
Por otra parte, se observa en los menores que utilizan redes sociales e Internet un desarrollo distinto de la personalidad al que vivieron sus padres. «Para ejemplificar, podemos ver que sus patrones de referencia ya no son sólo sus amigos más cercanos, sino los contactos que tienen en las redes sociales. Asimismo, siguen las modas mundiales en la web y los conceptos de amistad, intimidad y creatividad han cambiado. Esto se debe principalmente a que las tecnologías permiten la posibilidad de ser ‘otra’ persona de la que realmente somos. No se modifica el deseo de pertenecer a un grupo, sino el sentido y formas de pertenencia. Por otra parte, se transforma el sentido de la amistad, configurándose como una relación de intereses comunes, no necesariamente con vínculos afectivos».
Riesgos de estar conectados a Internet
Para evitar situaciones de riesgo, Soledad Garcés, académica de la Universidad de Los Andes, entrega algunos consejos:
* Determina en conjunto con tus hijos el tiempo que vas a destinar para cada dispositivo o tecnología: pídeles, por ejemplo, que seleccionen un programa de televisión para ver cada día, un horario acotado para usar el celular o navegar en Internet.
* Planifica actividades no digitales con anticipación. Esto ayudará a que tengan espacios para desarrollar otros aspectos de su personalidad, descubrir nuevos talentos y hobbies, como cocina, deportes, actividades manuales, de ayuda social, lectura, artísticas, juegos de mesa, entre otras.
* Da espacio para el uso creativo de las tecnologías: bajo su supervisión, puede promover el uso de las cámaras de videos para filmar mini películas caseras o animaciones. Este tipo de actividades pueden requerir la redacción de un guión y un trabajo en equipo. Otra idea es que los niños organicen y diseñen sus álbumes de fotos familiares
* Desafía a tus hijos a darle un uso inteligente a las TIC. Pídeles que ellos mismos propongan actividades creativas. Escribir en un blog, armar un diario, escribir un libro digital, armar cómics, entre otras.
* Explícales las consecuencias que puede traerles el mal uso de las redes sociales. Por ejemplo, si agrede o molesta a otras personas
–sean o no conocidos– puede verse involucrado en una situación de ciberbullying. Hoy, la Ley de Convivencia Escolar regula estas conductas, estableciendo sanciones y multas que pueden ser evitables.
* Promueve la amistad real en tus hijos: motívalos a juntarse con amigos en vivo y no sólo a través de las redes sociales.
* Determina con tus hijos qué adulto supervisará el uso de Internet si no estarás en casa durante la jornada laboral.
* Cuida el acceso a Internet y a los contenidos que no son aptos para la edad de tus hijos. Conversa con ellos previamente la necesidad de instalar filtros de contenidos y herramientas de control parental en los diferentes dispositivos que existen en casa.
* Promueve el uso de videojuegos libres de violencia y que se puedan jugar entre varios usuarios: se pueden organizar entretenidos campeonatos de videojuegos, en tiempos acotados, acompañados con una rica comida y buenos amigos.