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Ciudad enferma: Conoce sobre los ataques de pánico y cómo nos afectan

Una de cada tres personas sufre algún trastorno mental, que las lleva a una consulta sicológica o siquiátrica, en busca de la píldora salvadora que solucione todos los conflictos.

 

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Por Carolina Palma Fuentealba

Si somos honestas podríamos asegurar que todas conocemos a alguien que sufre problemas sicológicos. Es que son característicos de países en desarrollo, especialmente en grandes ciudades como Santiago, debido a la alta competencia, largos trayectos o ambiciones insatisfechas.

En nuestro país, 1 de cada 3 personas sufre de algún trastorno mental. Tanto así que ha sido la primera causa de incapacidad transitoria en la salud pública, produciendo ausentismo laboral, baja productividad y enfermedades físicas. Consecuentemente, las consultas al siquiatra y la venta de antidepresivos o ansiolíticos, más que disminuir, aumenta. ¿Por qué? Por su rápida efectividad y aceptación social, lo que se refleja en que muchos incluyen el pago del siquiatra en el gasto mensual.

El doctor Daniel Moreno, siquiatra de Clínica Avansalud, confirma que han aumentado las visitas a esta especialidad. «Aunque cuesta definir cuánto pesa en esto el aumento de la incidencia de patología siquiátrica versus otros factores, podemos señalar como factor importante el hecho que varios de los trastornos más prevalentes tengan cobertura GES, lo que al facilitar el acceso acrecienta este número. A nivel de sistema público no puedo dejar de mencionar la mayor cobertura que están teniendo los tratamientos de los trastornos relacionados con el uso de sustancias por parte de SENDA. Por otro lado, el cambio de connotación sobre lo que significa consultar a un siquiatra, como un acto menos estigmatizado. Y, finalmente, están los argumentos que se atribuyen a nuestro sistema de vida, con todos sus factores estresantes», explica.

Para el especialista, en concordancia con estadísticas internacionales, la mujer chilena presenta entre 2 a 3 veces más cuadros depresivos monopolares que los hombres, y también muestra notoriamente más trastornos ansiosos y sicosomáticos que sus pares masculinos. Se pueden esgrimir diferencias biológicas –como la influencia hormonal y una menor tolerancia al estrés– y también factores sicosociales, como los cambios de rol y la multiplicidad de roles a los que nos vemos expuestas en la actualidad.

«Debo subrayar la vulnerabilidad a deprimirse que presenta la mujer en el período posparto, y la necesidad de estar atento a la detección precoz de la depresión postparto, tanto por el bienestar de la madre como por las consecuencias para el hijo. También los trastornos de conducta alimentaria siguen siendo mucho más prevalente en ustedes», resalta Moreno.

 

¿MEDICARSE?
Una consulta frecuente es si es necesario ir al sicólogo –quien no puede recetar medicamentos– o al siquiatra, y la verdad es que son labores complementarias, pero el experto de Avansalud hace ciertas distinciones. Primero, que los trastornos siquiátricos pueden tener varios abordajes, pero dos de los principales son la farmacoterapia y la sicoterapia. Así, la sicoterapia puede ser llevada a cabo por sicólogos clínicos o por siquiatras debidamente formados para esto. La farmacoterapia es exclusiva de los siquiatras.

«Hay cuadros que pueden ser manejados sólo con sicoterapia, otros sólo con farmacoterapia y otros con terapia combinada. Hay cuadros que deberían utilizar farmacoterapia siempre, como es el caso de la esquizofrenia, el trastorno bipolar o una depresión grave, más allá del deseable apoyo sicoterapéutico. En otros casos, la sicoterapia será el pilar, acompañada o no fármacos, como es el caso de algunos trastornos ansiosos y de personalidad. Debo recalcar que el paciente también tiene un rol en la decisión del camino terapéutico a seguir», asegura Daniel Moreno.

Si nos enfocamos en los medicamentos más usados, pide diferenciar entre lo automedicado y lo prescrito por un especialista. En el primer caso predominan los ansiolíticos benzodiacepínicos, como el Clonazepam o el Alprazolam, y algunos inductores del sueño. Y los prescritos van a depender de qué cuadro se trate, pero lo que predomina es el uso de antidepresivos, lo que resulta lógico, ya que gran parte de los cuadros vistos corresponden a cuadros depresivos; y trastornos de ansiedad, entre ellos el trastorno de pánico, que responden al uso de estos fármacos. Con menor frecuencia se utilizan estabilizadores del ánimo y antipsicóticos.

La duración del tratamiento farmacológico de la depresión va a depender de varios factores, como la evolución del cuadro y si existe el antecedente de un episodio depresivo previo. Esto porque la recurrencia es un factor de riesgo para recaída, por lo que, en el caso de una depresión de alta recurrencia, se debería pensar en un tratamiento a permanencia.

 

EL ENGAÑO MENTAL
«No podía respirar», «creí que tenía un ataque cardíaco» o «sentí que me moría», son frases que comúnmente dicen las personas que han sufrido un ataque de pánico. Incluso actrices como Scarlett Johansson o Nicole Kidman han reconocido padecerlos: «Me da miedo delante de todas las cámaras. Mis manos comienzan a sacudirse sin control y hasta tengo problemas para respirar», confesó esta última a la revista Vogue.

Según la Organización Mundial de la Salud, el 25% de la población en algún momento sufriría de un ataque de pánico, y las mujeres seríamos las principales afectadas, incluso las que consideran que controlan sus emociones. ¿Por qué se producen? ¿Por qué han aumentado tanto en nuestro país?

Lo primero que aclara el especialista de Avansalud es que no es sinónimo de algún tipo de debilidad. En la aparición de crisis de pánico se han planteado varios factores, tales como las pérdidas, la exposición a estrés, el uso de sustancias y algunas alteraciones fisiológicas en el sistema nervioso central en áreas que tiene que ver con la regulación de la ansiedad. Ahora se debe precisar que la ocurrencia de una crisis de pánico en forma aislada no hace el diagnóstico de trastorno de pánico, el cual requiere la recurrencia de la crisis para el diagnóstico.

«Las crisis de pánico son un ‘gran simulador’ de otras enfermedades. Uno de los cuadros que más asemeja es el de un infarto al miocardio. Para el diagnóstico correcto se debe tomar en cuenta las características del paciente y el contexto. Por ejemplo, si tiene factores de riesgo cardiovascular presentes, tales como consumo de tabaco, obesidad, vida sedentaria, hipertensión o diabetes; la sospecha de un evento coronario se hace más plausible que si no están. De todas maneras, la presencia de una crisis de pánico amerita estudios de laboratorio, tanto para el diagnóstico diferencial como por pesquisa de cuadros médicos que favorecen la aparición de crisis, como es el caso del hipertiroidismo».

Si te preguntas qué hacer cuando tienes una crisis, es decir, al experimentas síntomas como dolor de pecho, dificultad para respirar, sudoración, temblores o náuseas, la experiencia indica que más importarte es relajarse –aunque cueste– para detener los mensajes de emergencia que reciben las glándulas suprarrenales. ¿Cómo? Depende de cada persona, pero esencialmente realizar respiraciones lentas y profundas para detener la adrenalina; cambiar el pensamiento negativo «me estoy ahogando» por «este ataque de pánico se me pasará pronto»; y luego encontrar la razón, preguntarse qué situación la detona e intentar solucionarla.

Cuando estas técnicas no funcionan, recurrir a un especialista es obligación. «Un concepto general a tener en cuenta a la hora de consultar es la funcionalidad, o sea, si lo que yo estoy sintiendo o vivenciando afecta mi normal funcionamiento laboral, académico o familiar. Ahora hay situaciones en que la consulta se vuelve más urgente, como es el caso de la presencia de ideas o intentos suicidas, síntomas psicóticos, como alucinaciones y delirios, o el riesgo de agresión a otras personas», explica el doctor Daniel Moreno.

 

¿TENGO UN ATAQUE DE PÁNICO?
Verifica algunos de los síntomas que indican que estás sufriendo un ataque de pánico. Usualmente viene sin previo aviso, generando miedo y un nerviosismo casi insoportable.

 

• Taquicardia
• Dolor de Pecho
• Dificultad para respirar
• Mareos
• Sudoración
• Temblores o escalofríos
• Náuseas o malestar abdominal
Fuente: www.clinicalascondes.cl

 

MIRADA NATURAL
Aunque suene cliché, uno es lo que come, y así lo aseguran quienes se dedican a la medicina natural. Los cambios alimenticios, recomendados para quienes sufren ataques de pánico, son dejar de lado los estimulantes, como el café o el té; los alimentos procesados y ricos en azúcar, porque la hipoglucemia provocaría ataques de pánico; y el alcohol. Asimismo, preferir proteína, como carne blanca, frutos secos, legumbres, algas y cereales, y no pasar más de 4 horas sin comer. Ideal si se suman terapias alternativas, como Acupuntura, Flores de Bach, Yoga o simplemente conectarse con la naturaleza a través de una caminata en zonas verdes.

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