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Mente en cero: Cómo la meditación se convierte en tu salvavidas

 

Por Carolina Palma F.
Hace pocas semanas, un grupo de sicólogos alemanes de la Universidad del Sarre y la Universidad de Mannheim investigó si rezar podía tener impacto en otros niveles, no sólo el espiritual. Y el resultado fue que las personas que rezan pueden mantener el control de sus emociones y sus conductas, y que además disminuye el agotamiento, la infidelidad y el consumo de alcohol.

Con la meditación pasa algo parecido. Recordemos que se dice que «la meditación y la oración alimentan el alma». Aunque antes debemos aclarar que la meditación es para todos, no solo para las «místicas». Tú, trabajadora, dueña de casa, madre, soltera, adolescente, también puedes hacerlo y te haría increíble para la mente, el alma y el cuerpo. Más si sufres con esa moda llamada estrés. Y lo mejor es que se necesitan sólo unos minutos al día, y se puede realizar en cualquier lugar.

De hecho, neurólogos del Hospital General de Massachusetts, Estados Unidos, realizaron un estudio para comprobar los efectos de la meditación, y la gran conclusión es que mejora la estabilidad emocional y la respuesta al estrés alterando la actividad de la amígdala, una región cerebral involucrada en regular las emociones y la atención. Es más, concluyeron que la meditación ayuda en el desarrollo de ciertos hábitos positivos a largo plazo.

¿Vamos más allá? Análisis realizados por la Universidad de Wisconsin aseguran que los que practican la meditación muestran una alteración molecular en los genes RIPK2 y COX2, áreas relacionadas con el proceso inflamatorio, memoria, la empatía y el estrés. En el mismo sentido, neurocientíficos han descubierto que quienes meditan han generado una capa más gruesa de células en la corteza cerebral, que desarrolla más conexiones entre las neuronas.

 

BASICAMENTE, ¿QUÉ ES MEDITAR?
Muchos, cuando escuchamos a alguien decir «yo medito», nos parecen personas casi superiores; o bien la sentimos como una práctica que ni en sueños podríamos seguir nosotras. Cómo, si somos tan…, terrenales. Según el Centro Shambhala, la meditación se basa en la premisa de que el estado natural de la mente es tranquilo y claro, y que su práctica proporciona una forma de entrenar la mente para asentarla en este estado. Sí, todos sabemos que es difícil callar nuestra «conversación mental», pero se puede.

«Es fácil asociar meditación y espiritualidad, porque cuando experimentamos un momento de ese morar pacíficamente, parece que alcanzamos más. La mente ya no fluctúa pensando en un millón de cosas. Sale el sol o nos llega una brisa maravillosa, y de pronto sentimos la brisa y estamos completamente sintonizados. Pensamos ‘¡esto es una verdadera experiencia espiritual! ¡Es una experiencia religiosa! Merece un poema, por lo menos, o escribir una carta a mi casa’. Y todo lo que está pasando es que durante un instante estamos sintonizados con la mente. Nuestra mente está presente y es armónica. Antes estábamos tan ocupados y asombrados que ni siquiera notábamos la brisa. Nuestra mente ni siquiera estaba lo suficientemente quieta como para ver la salida del sol, que tarda 2 minutos y medio. Ahora podemos mantenerla el tiempo suficiente para reconocer y valorar lo que nos rodea. Ahora estamos aquí realmente. Esto no tiene nada que ver con la religión ni con una senda espiritual. Tiene todo que ver con ser simplemente humano», sentencian en el centro.

Corrado Roda, creador de Fundación Athanor –que difunde y practica el conocimiento trascendente– recuerda que la meditación se comenzó a practicar en China e India casi contemporáneamente, porque las personas se dieron cuenta que estaban identificadas con el cuerpo o la mente, entonces no podían saber quiénes eran ellos mismos. «Todos los que sentimientos tienen que ver con la mente, que es adquirida, tiene una serie de prejuicios, por lo tanto, la realidad que siento no es real, está con un velo mental. Para separarse de la mente inventaron la meditación, para analizar por qué pienso tal cosa o me pasa otra, para llegar al vacío», explica.

Existen distintos tipos de meditación, de diversas escuelas, y todas se preocupan de la correcta postura corporal y la importancia de la respiración. Lo cierto es que todas son buenas. Sólo debes escoger la que más te guste, o quizás probar la que sea más asequible o recomendable para ti. Por ejemplo, hay meditación zen, trascendental, vipassana, espiritual (para quienes quieren comunicarse con Dios), enfocadas en algún objeto o sonido, en movimiento, con mantras, taoísta, las que sanan, las que te ponen en contacto con tu yo superior…
Aunque si quieres primero aprender a meditar, opta por cualquiera, y luego puedes conocer todas, porque cada una de ellas te ayudará. Finalmente la idea es mantenerse en el presente, aquí y ahora, y si vienen pensamientos, dejarlos pasar como una nube.

 

MEDITACIóN CONCIENTE
«La meditación constituye una parte importante en las filosofías y religiones orientales. Como no es sólo mental, sino que también se relaciona con el cuerpo, es necesario relajarlo de forma conciente para prepararlo e inducir la meditación», nos cuenta Karim Vega, experta en Relajación y Movimiento Conciente Meditativo, del Centro Montaña de la Luz de Buda.

Y agrega que cuando en India y en otros países se estudió la meditación, se descubrió que al surgir una contaminación en la mente ocurren dos cosas simultáneamente a nivel físico: la respiración pierde su ritmo normal (por ejemplo, respiramos más fuerte cuando surge una negatividad), y en niveles más sutiles se inicia en el cuerpo una reacción bioquímica que da lugar a una sensación. Karim comenta que todos los contaminantes generan atrofias, mala postura y mala calidad de vida, los que van cerrando los canales energéticos, bloqueando energías y separándote de llegar a conocerte a ti mismo.

¿Cualquiera puede meditar, no importando su religión? Sí. «Cuando rezas, le hablas a un Dios que está fuera de ti. Cuando meditas y sientes dentro de ti la presencia, esa energía creadora, no hay distancias. Allí, en la más íntima y amorosa comunicación, todo ocurre. Algunas religiones sugieren no meditar, no observarse, sólo obedecer. ‘La obediencia es la cruz; la obediencia es negar su propia voluntad y obedecer la voluntad de Dios’, dijo el pastor Juan Bautista. Esta prohibición o sugerencia de no meditar viene, a mi manera de pensar, con la forma en que se relacionan con la divinidad, y eso estará bien para cada persona según le acomode, necesite o sienta. Se respeta. Todos necesitamos escuelas distintas, ya que todos lo somos», siente Karim.

Con respecto a la clase que ella dicta de Relajación Conciente todos los meses (inscripciones en el fono 6-869 2802), describe que se aprende a poner atención a lo que sucede tanto en el espacio externo (de la piel hacia afuera) como en el interno (de la piel hacia dentro). «Es un adiestramiento amorosamente guiado para la observación de la respiración y las sensaciones del cuerpo, donde ambas están relacionadas directamente con las contaminaciones mentales; así van desapareciendo las impurezas». Es que está claro que buscamos en el exterior la causa de nuestra desgracia, pero obviamos nuestra realidad interna. A través de la práctica de la meditación cambia poco a poco nuestra conducta, la mente queda en paz, afectando todo a nuestro alrededor. Qué fantástico, ¿no?

Los beneficios de la meditación son tantos que les tendríamos que dar muchas páginas, pero dentro de los más importantes se encuentra que previene el envejecimiento prematuro, regula el sistema nervioso, ayuda a reducir la presión sanguínea, mejora los trastornos del sueño, ayuda a superar adicciones, fomenta la sanación de enfermedades, promueve el buen funcionamiento del sistema inmunológico, elimina el estrés físico, mental y emocional, libera patrones de conducta negativos, aumenta la intuición y la creatividad, entre otras. La experta en Relajación y Movimiento Conciente Meditativo recomienda la meditación Vippasana (la más antigua, que purifica), básicamente porque permite dejar de lado contaminantes mentales, se controla la mente y se centra en la respiración.

 

AL ALCANCE DE TODOS
En nuestro país, aunque no lo creas, se vive un cierto boom de la meditación. De hecho cada año aumentan los practicantes y las clases de meditación a costo cero o con precios módicos. Como el caso del Centro de Budismo Kadampa Chenrezig, que realiza clases todas las semanas con gran éxito, a distintos horarios y con diversos objetivos, como disminuir la rabia, aumentar la paciencia o encontrar la felicidad. Tanto que cuenta con más de 10 mil seguidores en Facebook: «Meditación y Budismo Moderno en Chile».

 

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