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Por Alida Mayne-Nicholls Verdi.
«Mi trabajo no me hace feliz». «Todavía no tengo una relación de pareja duradera». «No he logrado ser madre». Son ejemplos más bien generales de cuáles pueden ser las frustraciones en la vida, aquellas cosas que nos deprimen o, de plano, nos hacen querer renunciar, retirarnos del juego. Es aquello a lo que apunta la llamada realización personal. Para el siquiatra español Enrique Rojas, retirarse no es una opción. Al menos así lo plantea en su nuevo libro que derechamente tituló «No te rindas» (Editorial Planeta).
Casado y con cinco hijos, Rojas enseña en la universidad en Madrid, tiene una consulta privada y, además, publica libros a partir de su experiencia profesional. Conocido en Chile especialmente por «El hombre light» –un ensayo sobre el hombre actual, al que consideraba sin valores ni ideales– lo que nos entrega ahora es un manual para ir haciéndole frente a la vida, paso a paso. Separado por meses, cada uno está dedicado a una temática en particular, como una manera de concentrarse en las distintas áreas. Asimismo, el año está dividido en cuatro etapas o estaciones: la primavera, para dedicarla al amor y la amistad; el verano, a la alegría de vivir; el otoño, al arte de madurar, y el invierno, a los fantasmas y miedos.
¿Por qué el libro comienza con la primavera?
Soy bastante romántico, y siempre me gusta empezar con el amor. Y la primavera es siempre el aumento de la luz, la temperatura, la naturaleza se expande, y eso es lo que debe ser el amor: una ventana de aire fresco que entra en el torrente circulatorio de la persona, y te llena de fuerza. No hay felicidad sin amor.
En varios pasajes llamas a no centrarse en el amor si no se ha tenido éxito en la relación de pareja. ¿Habría que preocuparse entonces de otras áreas?
Los cuatro grandes argumentos de la vida son, para mí, amor, trabajo, cultura y amistad; y la felicidad consiste en la administración inteligente de estos cuatro ingredientes. Entonces el amor, antes o después, necesita una revisión médica; el trabajo, antes o después, hay que retocarlo; los dos se nutren recíprocamente, se retroalimentan. No hay amor sin trabajo y no hay trabajo sin amor. De hecho, la felicidad consiste en una ecuación entre amor y trabajo; amor y trabajo conjugan el verbo ser feliz. Luego está la cultura, que consiste en convertir cualquier cosa que uno hace en una pirueta inteligente; la cultura es libertad y es la quintaesencia del conocimiento: ser capaz de interpretar la realidad. Luego la amistad; es uno de los platos fuertes del banquete de la vida que consiste en la capacidad para sintonizar con alguien, contarle nuestra vida y recibirla del otro; que haya una sintonía, eso es terapia, eso es felicidad. Si el amor falla, pues hay que centrarse más en otros temas, y mientras el amor está fallando hay que intentar arreglarlo. El amor es un trabajo. Dice un poeta español del siglo XII, de origen árabe-español, Ibn Hazm de Córdoba, en un texto antológico El collar de la paloma: «Corazón que no quiera sufrir dolores, pase la vida libre de amores».
SIMON
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Para la mujer el tema de las relaciones de pareja presenta una ansiedad extra: el reloj biológico. La maternidad, si se desea, no puede postergarse…
Hay un problema muy grande en medio mundo, y Chile está incluido, que es que el hombre soltero de 30 años para arriba es un hijo del hombre light, y ese es el síndrome de Simón. La sigla Simón significa Soltero, Inmaduro desde el punto de vista sentimental, Materialista en exceso, Obsesionado con el trabajo y Narcisista. Debajo se esconde, se camufla, el síndrome del pánico al compromiso. Entonces qué ocurre; pues que una mujer sobre 30 años, que quiere formar una familia, no encuentra al hombre, porque hay muchos simones en nuestra sociedad.
¿Qué debemos hacer, entonces? ¿Tratar de cambiar al hombre?
Giorgio Agostini dice que uno de los grandes errores de la mujer es pensar que cambia al hombre. Se pueden corregir matices, pero cambiarlo… Además que eso no es la vida en pareja; el matrimonio es la capacidad de tener un proyecto común y donde uno es capaz de respetar la libertad del otro. Es una ecuación muy complicada, pero muy buena, y es un reto.
¿Cuál sería entonces el consejo para la mujer: dejar de buscar al príncipe azul, por ejemplo?
El príncipe azul no existe, se da sólo en las películas románticas. ¿Por qué? Porque la convivencia es la pera de agua: no conozco nada más difícil que la convivencia…
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