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Ojo con la ilusión de las vacaciones en pareja, por Edmundo Campusano

Vacacionar significa en su raíz etimológica: estar libre, desocupado. Es un momento de libertad, es decir, de poder escoger libremente -o lo más libremente que se pueda- sin las presiones de la vida cotidiana que tiene el resto del año, por ello romper un poco las rutinas, las obligaciones, permite sentirse más libre y descansar de la “presión” del trabajo y de las demandas diarias.

La vacaciones que se aproximan para muchos, son un espacio de distracción, de descanso de las rutinas, un alto en la vorágine de la vida diaria y una especie de desconexión de casi todo. Necesarias para mantener y recuperar la energía, incluso, para disminuir el estrés (ese estado de activación emocional-cognitivo-corporal) que mantenemos durante el año, en el que se sostiene un actitud de estar preparados para la acción, en constante posición de defensa y de alerta; lo que trae grandes consecuencias para el organismo, si es que no tenemos espacios de descanso, de distención, intermitentementes. Así las vacaciones son una pausa necesaria para la familia, para la pareja, incluso para la salud.

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Sin embargo, estas pueden convertirse en más estrés y más preocupación si no las enfrentamos como lo que son: VACACIONES. Vacacionar significa en su raíz etimológica: estar libre, desocupado. Es un momento de libertad, es decir, de poder escoger libremente -o lo más libremente que se pueda- sin las presiones de la vida cotidiana que tiene el resto del año, por ello romper un poco las rutinas, las obligaciones, permite sentirse más libre y descansar de la «presión» del trabajo y de las demandas diarias.

Pero hay un espacio de nuestras vidas en el que éstas pueden comúnmente convertirse en un arma de doble filo Me refiero a la vida de la pareja, ya que muchas veces esperan que en estas vacaciones, o en este tiempo de descanso se «reconcilien, descansen juntos, tengan más tiempo el uno para el otro… divertirse, tener más sexo, etc.». Bueno, todo ello puede, lejos de ser así, terminar siendo una presión, que lo único que hace, las más de las veces, es empeorar las cosas. Todos conocemos más de alguna historia o experiencia personal, en la que partimos de viaje con nuestra pareja con el fin de renovar el amor, «encender la llama nuevamente», «de reencantarnos» y lejos de ocurrir ello, como dice el dicho: «fuimos por lana y salimos trasquilados».
Si pensamos que el sentido básico de vacacionar es LIBERTAD (y ésta tiene básicamente que ver con la posibilidad de elegir o poder escoger), hay que ver en pareja cómo este puede ser un espacio de libertad para ambos, es decir, cómo se organiza la pareja para no sobre exigirse mutuamente, o no pedirle a las VACCIONES que reparen o «arreglen» aquellos problemas que venían teniendo. Quizás sea necesario tener libertad en estas vacaciones, y darse el permiso de estar simplemente sin la obligatoriedad de estar » más felices», de resolver temas que los tienen conflictuados, de no esperar nada más que descansar, incluso, de las presiones emocionales que la misma dinámica de pareja ha tenido durante el año, quizás simplemente permitir espacios para que cada uno pueda sentirse libre de ser y estar. Evidentemente, la idea es que para ello no sea necesario separarse de lugar. Pueden estar juntos físicamente, pero con la capacidad de darse los espacios, no presionarse, organizarse de modo que ambos tengan tiempo, para cada uno y para los dos..
Yo les diría a las parejas que si tiene temas que los aproblemen, no esperen resolverlos en las vacaciones, descansen incluso de ellos, y luego de estar más libres y descansados, quizás sea una oportunidad para ver aquellos de un modo distinto, pero a la vuelta, por ahora ESTAMOS DE VACACIONES DE TODO (incluídos los problemas).

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