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¿El sexo frenético muere con la llegada de los hijos? Los secretos para que no te ocurra

Imagen: Getty

Por Karen Uribarri

La llega a la casa de los hijos es todo un tema en la pareja. La espontaneidad ya no es espontánea y lo sorpresivo ya no tiene rastro de ello. Los niños entran y salen de la pieza como dueños del mundo y en horarios inexplicables. Y lo erótico baja más rápido de lo que alcanza a subir.

«Recuerdo una vez que nos dejamos llevar por las pasiones con mi marido y me puse encima de él y comenzamos a pasarlo tan bien… hasta que me doy cuenta que en la puerta estaba mi hijo de dos años mirando con unos ojos redondos no entendiendo nada… Me quise morir y la pasión llegó de 100 a 0 en un segundo», cuenta Marcela. Y no es a la única que le ha pasado. Carmen tiene latente el recuerdo de esa vez que su hijo de 4 años dijo en medio de una cena familiar que la mamá gritaba en la pieza y el papá hacía sonidos agitados. ¡Los imitó incluso! Fue el hazme reír de todos los asistentes a la reunión y todavía se acuerdan de la anécdota.

Con estos bochornos, ¿debemos entender que el sexo espontáneo y frenético muere con la llegada de los hijos? No, por nada. Me niego a creer que sea así y que vivamos los siguientes cuarenta años haciendo el amor mordiéndonos la lengua o tapándonos la boca con la almohada, sólo gesticulando…

Lo primero, entonces, es ponerle seguro a la puerta y cerrarla. No pasará nada si tu hijo llega a la pieza y encuentra la puerta con llave. A lo más te la tocará para que le abras, pero no te encontrará con las manos en la masa, por lo que inevitablemente te sentirás mucho más libre. Y, además, le enseñarás a respetar la intimidad de los padres para cuando crezca.

Organiza encuentros que faciliten la espontaneidad. Sale con tu pareja de vez en cuando y logra conectarte con él por medio de la conversación, el coqueteo, el pololeo. Eso los ayudará a llegar más encendidos a la casa cuando los niños estén ya durmiendo, y podrán cerrar la puerta y avanzar más rápido a la segunda base. Además de potenciar la relación. ¡A veces es tan necesario tener espacios para hablar sólo cosas de grandes y sin interrupciones!

Rosario, por ejemplo, sale con su pareja dos veces al año solos unos días, como mini vacaciones, para poder rescatar la intimidad que se pierde sobre todo cuando se tienen tantos hijos en etapa de adolescencia y que, por lo mismo, tienen horas para dormir más parecidas a los adultos. En esos días, Rosario se pone al día y el romance llega tan encendido que alcanza el aliento para los meses que quedan de sexo en silencio.

Y, finalmente, hacer uso de técnicas prehistóricas para entendernos claramente con la pareja. Porque la existencia de hijos muchas veces hace ruido en la relación y hombre y mujer no logran entender cuándo el otro quiere sexo. Si a esto le agregamos el cansancio y sueño, podrían ocurrir peleas por no comprender los tiempos y deseos de quien nos acompaña. Entonces, es ahí cuando recomiendo comportarse como los primates. Tal cual. Cuando un simio hembra está en estro (celo), se levanta y le expone sus nalgas al macho. Desfila frente a él, dejándole muy claro que es el momento sexual. Y quizás eso mismo debiéramos hacer para que no nos malinterpretaran y resulte hostigoso el intento fallido del hombre por lograr un encuentro. Y si a eso, él le añade la gentileza del regaloneo, de la ayuda y el apoyo, seguro la mujer estaría mucho más dispuesta al sexo que en cualquier otro momento espontáneo y sin mayor análisis.

En pocas cuentas, con la llegada de los hijos la espontaneidad hay que trabajarla en pro de una vida sexual saludable y satisfactoria. Deja ya de pensar en que debería ser a cuando estabas sola en este mundo… contextualiza tu relación sexual y busca la mejor manera de reacondicionar el tiempo y el espacio para que cada vez que por fin puedas hacer el amor, sea de lujo y el mejor.

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