Probablemente nadie ignora la existencia del personaje de la izquieda: Juan Cristobal Foxley, también conocido como “el Dandy chileno” o, en tiempos de la universidad, simplemente como “El Foca Foxley”.
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El Foca es para mí esa clase de personas que cae en la categoría “amigo de un amigo” o “amigo de un conocido” o “conocido de un amigo”, que es como decir que él no sabe que yo existo pero yo en cambio no le puedo tener mala porque he escuchado hablar de él de parte de personas que lo han conocido de primera mano, y tienen una buena opinión. “No era tan despelotado como sale en la tele” me dijeron, pero en esta columna en realidad lo que importa no es como sea una persona, sino cómo sale en TV.
Pasa que este señor, cuando llegó a chile luego de pasar algunos años en Europa, se automarketeó como un dandy, un invididuo de buen vivir, algo snob pero bien conectado: lo decía esgrimiendo fotos con importantes personajes del jet set y la farándula mundial. Rania de Jordania? intimos. Erns August von Hannover, yuntas. Alberto de Mónaco, amigo de carrete no más. Esa onda. Pero no contento con venir a figurar en base a que era amigo de famosos, mostraba una personalidad limítrofe que no llegaba a ser hilarante pero sí daba un poco de vergüenza ajena. Era como una comedia constante pero sin guión, me entienden? Cuando no sabes adonde va no logras reírte. Un chiste sin remate tiene que estar muy bien contado para que resulte, y no era el caso.
Me costó entender el personaje de Foxley, sobretodo me costó entendrlo como un personaje. Sin embargo algunas salidas memorables que ha mostrado en el reality Pelotón VIP me terminaron de convencer de que él está perfectamente consciente de que hace el ridículo, sólo que no se celebra a sí mismo.
Creo que fue Buster Keaton el que sostenía que una escena cómica no podría ser divertida si el protagonista estuviera riendo: esa preclara definición de la comedia del siglo XX lo cambió todo. Atrás quedaron las comedias de Shakespeare o Moliére en donde el actor cómico hacía exaltación del ridículo interactuando con el público… porque en TV el prefijo “tele” implica distancia, y ya que no se interactúa directo con la platea el encanto del ridículo, (que cae en la definición del efímero pánico de Jodorowsky) está justamente en que el telespectador se sienta el asistente voyerístico de un ridículo genuino, desprevenido y despreocupado.
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¿A qué voy con esto? El Dandy sabe hacerse el weon, pero evidentemente no lo es. A menos que en algún momento de los últimos 10 años le haya caído un piano en la cabeza y haya quedado hablando leseras, me inclino más bien a pensar que en algún momento aprendió a ser feliz y no se autocensura en serlo. Casi todos tendemos a pensar que alguien que vive riendo, payaseando y opinando absurdos es loco, está borracho o drogado o simplemente es estúpido. En este caso, es sólo un tipo feliz que no se toma la vida muy en serio, cuyo primer material humorístico es él mismo y no tiene empacho en ser su propio chiste.
El incidente Sergio Paz
Hasta aquí todo bien con el Dandy, pero pasa que hace como 4 o 5 años, el periodista Sergio Paz (en la foto superior, a la derecha), de El Mercurio, entrevistó al Dandy en el Starbucks de Isidora Goyenechea.
Sergio Paz no es un tipo que me caiga mal, aunque me cae mejor cuando escribe sobre temas cualquiera que cuando interpreta a Sergio Paz. En este caso, el periodista iba con un prejuicio bien contundente y se ocupó de hacer de la entrevista una profecía autocumplida: se convenció de que Foxley era un idiota, lo trató como un idiota y lo dejó como un idiota en la entrevista. Foxley expresó en otro momento su molestia con esa experiencia: dijo que Paz se burló constantemente de él, y no me cuesta creerlo.
Pero las mareas cambian y todo este tiempo después, pasa que Foxley entró a Pelotón VIP como una de esas cartas que garantizan ridículo, y dio el golpe a la cátedra pasando de ser un simple hinchapelotas a ser el niño símbolo del reality, al punto que Pablo Schilling dijo: “Si hubiera más gente como él habría menos guerras, menos sufrimiento”. Fuertes declaraciones.
Sergio Paz debe haber visto estas imágenes y me pregunto si acaso sintió una punzada de molestia: ese tipo que le caía tan mal, y a quien pensó acabado luego de su entrevista, ahora resulta que tiene a todo un país encantado con su personaje ridículo.
En la columna de Paz en el Wikén del 10 de julio se tiró en picada contra Foxley. En teoría la columna era contra el género reality cuando los participantes son famosos de capa caída (lo cual considero una opinión válida), pero le dedicó un extenso párrafo a Foxley en donde lo más suave que le dijo que “oligofrénico”… se notó la ponzoña y la antipatía personal en esas palabras.
Yo no voy a decir que Sergio Paz es malo y Foxley es bueno, más bien me parece que -así como dos leones no pueden cazar en la misma selva- dos payasos están destinados a odiarse o a sintetizarse (como Abott y Costello o Laurel y Hardy) pero nunca se son indiferentes. Paz fue un graciosísimo prosista cuando no aspiraba a ser más que ello. Foxley es un graciosísimo Foxley justamente porque no aspira a mostrar más que ello.
Marx dijo que la historia se repite en forma de comedia, pero a lo mejor cuando lo dijo no pensó que sería en tiempo real, que dos personas se repetirían a sí mismas en clave de farsa todo el tiempo, la una odiando a la otra, y la otra ignorando todo lo que no fuese su plan de no tomarse esta jugarreta en serio.