Mis compañeros y yo estábamos muy ansiosos de ver cómo había quedado nuestro nuevo centro de operaciones. Llevábamos muchos meses esperando el cambio. La oficina antigua a la cual la última semana le llamamos “La vieja” ya no aguantaba más betagatos -como nos hacemos llamar-. Aunque estábamos apretados, la calidad humana es mucho más valiosa y se superan todas las incomodidades.
Por eso cuando llegamos hoy a este nuevo espacio no sabíamos qué pensar y de verdad que estábamos tan emocionados que presionábamos para que nos dejaran entrar pronto.
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Cuando por fin pudimos conocer la nueva “Betacueva”, especialmente nuestros escritorios, la cara de todos era de satisfacción y como dije antes los cambios siempre son buenos, pero si a esto le sumas buenas sillas, escritorios amplios y -en mi caso- un gran ventanal a mi lado, es una alegría máxima que comienza a motivar nuevos desafíos que ya me he estado planteando.
Sin duda es un buen comienzo para la ultra renovación que necesito, estoy feliz y ansiosa de ver cuáles son los nuevos desafíos que me depara el destino.