“Cuando empecé fútbol recuerdo jugar en el sur de Guayaquil en canchas de tierra con unos niños que entrenaban ahí”, así recuerda Manoly sus inicios. Desde los 5 años, le dio “guerra a mi madre por meses para que me deje bajar a jugar”, demostrando una pasión que la llevaría a la selección.
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“Es lo que ella quiere, es su sueño”, le decía su madre a su padre, quien al principio tenía prejuicios. Hoy, Manoly está segura de que su padre “ahora mismo estaría muy orgulloso de poder verme vestir esta camiseta”.
A pesar de los comentarios de que el fútbol “no es un deporte para nosotros” , Manoly siempre fue de “carácter fuerte”. Recuerda que en su nueva escuela “no me querían dejar jugar”, pero demostró su talento hasta ganarse el respeto de todos. “El futbol es para todos”, afirma con seguridad.
A los 16 años, su vida cambió cuando la profe Vanessa Gravos la convocó a la selección mayor. “Recuerdo esa noche que estuve en la cama que no podía ni dormir”, dice emocionada. Estar con referentes como Ámbar Torres, Gigi Moreira y Andrea Vera fue un logro enorme. “Para mí ha sido de los logros más grandes que he tenido y poder mantenerme en selección por 10 años ya”.
Su primer partido profesional fue con Rocafuerte, donde jugó con grandes jugadoras. “Fue decir, esto va para adelante y hay futuro para todas”, recuerda. Manoly se describe como una jugadora “polivalente”, que se desenvuelve como lateral izquierdo y extremo. Su fuerte es “el físico”, resultado de haberse criado jugando con hombres.
El apoyo de su familia y amigos es fundamental. “Ahora mismo mi familia, mis compañeros, la gente que me conoce desde pequeña, la verdad yo solo noto orgullo”.
Tras 5 años en Estados Unidos, donde el fútbol es “más físico”, y 5 años en España, donde es “más táctico, lo técnico”, Manoly ha fortalecido su juego. “Siempre he logrado destacar gracias a mi potencia y que soy una jugadora que tiene mucha garra”.
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A esa niña que soñaba con el balón, Manoly le diría: “hemos cumplido el sueño”. “Recuerdo pedir siempre... quiero estar ahí, quiero estar ahí”. Su dedicación desde pequeña la llevó a la selección a los 16 años. “Mi yo del pasado estuviera súper orgullosa de cada tarde que estuve 2 horas con el balón, 4 horas con el balón, que todo ese trabajo valió la pena”.
“La pasión del fútbol no se compara con nada del mundo”, afirma Manoly. Un momento especial fue cuando una niña le entregó un cuadro que decía: “eres el espejo en el que me quiero reflejar”. “Para mí eso siempre ha sido un sueño... que vean cómo trabajamos lo trabajadoras que somos”.
Manoly Baquerizo es una #NuevaMujerEcuador que inspira con su talento, garra y pasión por el fútbol.
