Ecuador

Miles de personas salen de Ecuador en busca del famoso ‘sueño americano’

La pandemia agravó la ola migratoria

Las consecuencias de la tercera ola de inmigración ecuatoriana a Estados Unidos son más obvias en las áreas rurales de las provincias de Azogues y Cañar, donde parroquias y comunidades se han convertido en ciudades fantasmas.

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El éxodo ecuatoriano a Estados Unidos empezó a finales de la década de 1970 y ha llevado clandestinamente a buena parte de los 1,8 millones de ecuatorianos que viven ahora en Nueva York y Nueva Jersey. 

Migrantes convencidos de su decisión

Los migrantes en el camino hacia el norte están convencidos de que vale la pena asumir el riesgo de viajar de la mano de un «coyote», la persona que ayuda a cruzar la frontera a cambio de dinero antes que dedicarse a los oficios mal pagados de la zona: arar la tierra, confeccionar zapatos, tejer sombreros.

Esas ganas de irse se expanden como una epidemia entre los más jóvenes. Los que apenas terminan el bachillerato empiezan a buscar la manera de conseguir los entre 10.000 y 20.000 dólares que cobran los traficantes de personas, dependiendo de las rutas que usen.

Unos pedirán ayuda a familiares que viven en Estados Unidos a los que casi no conocen. Otros pedirán préstamos a las cooperativas de ahorro y crédito.

Migrantes que no llegan a su destino

La migración ecuatoriana llegará a suelo estadounidense y se confundirá con los miles de centroamericanos y mexicanos que recorren el mismo camino y acaparan los titulares. Empezará a trabajar en lo que sea para pagar las deudas.

Varios de los migrantes que viajan a diario no llegan a su destino, sus familiares en Ecuador tendrán que conformarse con la versión que les dan los coyotes: que los paramilitares colombianos los secuestraron, que los narcos mexicanos los reclutaron, que están trabajando en un lugar remoto y sin comunicación.

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