Ecuador

Doménica Azuero, la joven ecuatoriana que es líder del bicicrós

Doménica Azuero es la joven ecuatoriana coronada como campeona en bicicrós a nivel local e internacional en varias ocasiones. Ella cuenta la dura experiencia al afrontar el machismo desde corta edad.

Una bicicleta que lleva la imagen de La Catedral de Cuenca es la fiel compañera de Doménica Azuero, de 23 años. Ella le tiene un valor sentimental muy grande porque representa a su ciudad natal y porque junto a esta ha alcanzado más de una decena de títulos memorables en bicicrós.

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Doménica empezó en este deporte desde su niñez, a los siete años. A la fecha se ha convertido en el referente más grande de bicicrós tras alcanzar dos campeonatos mundiales, 11 oros panamericanos y ya perdió la cuenta de los nacionales.

Viéndola muy emocionada y contando de sus logros no se puede imaginar el oscuro pasado lleno de machismo al que se enfrentó desde que topaba los pedales. Sus compañeros de clase le decían que era una machona porque “hacía un deporte para hombres”.

Su mirada da cuenta de la nostalgia que le traen estos recuerdos y memoriza a la pequeña Doménica en las aulas siendo atacada por tres niños al mismo tiempo. “Me cerraron el paso y me pegaron. Al inicio solo le llamaba a mi mamá para ir a retirarme de la escuela y tras largas horas de diálogos infructíferos con la directora volvía a casa muy triste”, cuenta.

Esto no le impidió jamás abandonar su pasión por hacer bicicleta, al contrario, le dio un impulso abismal.
Su madre y tía ayudaron a que aprenda a defenderse. “Mi ma me dijo un día: esta es la última vez que te vengo a retirar por quejas de peleas con tus compañeros. Desde hoy en adelante o te aprendes a defender de ellos o no vendré a verte así te amanezcas en la escuela”, recuerda como si ese mismo rato se replicaran las mismas palabras en sus oídos.

Entonces cuando le intentaron volver a agredir físicamente, ella puso un alto. No se dejó y respondió con la misma moneda, de golpe a golpe. Pese a que se considera una enemiga de la violencia y los ataques, confiesa que esto fue el santo remedio para hacerse respetar.

Doménica Azuero

“Esos niños nunca más me volvieron a tocar. No por ser mujer debía quedarme callada. Le dijeron a mi mamá que estaba mal mi actitud pero ella les respondió que prefiere que me sancionen a verme con moretones”, dice.

Mientras llegaba a la etapa de la adolescencia, en plena época colegial, su pasión por el bicicrós se alzaba como la espuma. En el colegio le criticaron porque los profesores le daban facilidades para rendir las pruebas cuando asistía a sus competencias deportivas. Sin embargo, ella no quería hacer notar estas preferencias y se dedicó a entrenar desde las cuatro de la mañana para llegar a tiempo a las clases.

Sus lugares favoritos para entrenarse eran: Turi, en los parques cercanos a su casa, hacía ruta y también usaba pistas.
La satisfacción de su esfuerzo estaba en sus logros pero además en que al final se “reía de aquellos que la despreciaban por su preferencia deportiva”.

“No toleraban que yo le gane a un hombre y pues yo me reía en su cara”, menciona emocionada.

Doménica Azuero

Según Dome, hacer bicicrós no le ha quitado su feminidad, le gustan las faldas y dice que se siente una niña engreída y mimada. Eso de machona no va con ella, a eso simplemente le llama actitud y no comparte esos criterio ni dentro ni fuera de la pista.

Culturalmente ella ha aprendido a manejar estas circunstancias porque ha recorrido un sinnúmero de pistas alrededor del mundo para demostrar que nació y fue hecha para el bicicrós.

En este recorrido, alguien la vio con admiración, así como cuando nace un amor platónico. Se trata de su mejor amigo y ahora su enamorado fiel.

El también bicicrosista chileno nunca se sintió incómodo porque Dome le ganaba en las pistas. “Se le burlaban porque decían que se dejó ganar por mí y él solo les decía que le gusta verme al frente y que siempre quiere seguirme para nunca dejarme de ver”, relata con mucho aprecio.

Dice que su novio es su mejor amigo y que llevan una relación a distancia en la que los encuentros esperados son en las pistas de competencias en algún lugar del planeta. “Él ahora está en el centro de rendimiento de Inglaterra y tratamos de cuadrar para vernos en la siguiente vuelta”, asegura.

Doménica Azuero

Ella está contenta porque cada vez hay más mujeres en esta disciplina. Confiesa que tiene admiradores internacionales por su trayectoria en el bicicrós y qué mejor que sean hombres quienes alaguen su buen desempeño. Le escriben de diferentes países para preguntarle cómo mejorar las técnicas y ella gustosa les comparte sus experiencias.

Recientemente cumplió años y se alista para 14 competencias más en este 2019 con aspiraciones para llegar a la vuelta de Tokio en 2020. Es muy reconocible en cualquier pista porque desde los 22 lleva una larga cabellera rosada, es su color favorito, y las niñas la ven como su referente para competir con un estilo propio.

“A veces creen que no tengo miedo pero puedo decirte que eso es algo latente en mí. Aún lo siento, en cada pista, en cada salto, en cada giro. Mi mejor cábala es Dios antes y después de lo que venga. La fuerza viene de él. ¡Imagínate! me he fracturado la clavícula, la quijada, he estado totalmente inmovilizada y acá me tienes buscando más competencias. Los momentos más duros han sido cuando, por mis fracturas, me ha tocado ser la espectadora y no la protagonista. Yo siempre quiero estar en una vuelta para más”, señala emocionada.

Doménica Azuero

Apoyo incondicional

Sus padres y su hermana dedicada al ballet, Zulema, son el pilar fundamental. Ellos la han apoyado en cada instante. Alguna vez, el papá le cuestionó si quería seguir en esto por todo lo riesgoso que es y por sus experiencias de duras caídas pero ella firmemente le pidió que la siga ayudando porque es su mayor pasión, misma que transmite tras crear su club de bicicrós ‘W Riders’.

 

Doménica Azuero

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