Espectáculos

Fernanda Hansen nos habla de su hija y la vuelta a los medios de comunicación

Los accidentes cambiaron su vida, pero para bien. Nunca había tenido tanta conexión con sus cercanos y con el mundo en general como ahora, tanto que volvió a los medios de comunicación a través de la radio. Y la maternidad vino a sellar esa apertura que la acercó a la fe, sin categorías.

Sencilla, divertida y relajada. Así vemos a Fernanda Hansen (37) cuando llega a la sesión fotográfica. No se le olvidan las mejores poses ni los códigos que se usan con una cámara. ¡Alma de actriz! De inmediato «chochea» con una foto de su hija Amalia, de un año ocho meses, tan guapa y luminosa como Fernanda. No se olvida de nombrar a los hijos de su marido –el publicista Rodrigo Rozas– de 8 y 10 años, quienes sacaron su espíritu maternal apenas comenzaron la relación.

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Ser mamá le cambió la vida, la mente, pero no quiere olvidar su faceta profesional que la llevó a formar parte de paneles de espectáculo y a conducir el matinal de Canal 13. Por esa razón hace dos meses volvió a las pistas, a radio Universo, con un programa de 7 a 9 de mañana, el horario premium, con Patricio Cuevas. «Me ascendieron», bromea.

Retomar el ritmo del trabajo le pareció un poco pesado, porque sigue con su tarea como mamá y dueña de casa. «Soy lo más mala que hay para madrugar, pero con mi hija nunca más dormí hasta tarde. Antes lo hacía hasta las once de la mañana, siempre he sido de pestañeo largo (ríe). Lo rico es que tengo el resto del día libre para otros proyectos. Fueron muchos años desconectada de los medios, de las noticias. Me considero una consumidora de noticias por trabajo, no por placer. Leo lo que me entretiene».

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¿Volver a los medios creó la necesidad de hacerlo también a la televisión?
No, pero sí me hizo darme cuenta que me fascina comunicar, me gusta mi profesión, se me da muy naturalmente, como cuando el músico crea su música. La única diferencia es que antes sólo me hacía sentido «tocar la guitarra», y ahora hay otras cosas que lo hacen, como mi hija, mi casa, mi familia. No sé si me interesaría un proyecto de la tele. «Nunca digas nunca», dicen (ríe). Si el Universo me tiene preparado algo, no me voy a negar a vivirlo. Soy periodista, pero me siento una comunicadora que puede hacer teleseries, stand up comedy…., me gusta el lenguaje en todos los espacios. Claro que en actuación ya no se me dio no más.

Tu mamá alucinaba cuando actuabas en el colegio. Qué pena perder ese talento. Deberías explorarlo.
Es que estamos en un país en el que cuesta sacarse los estereotipos, y yo soy periodista-animadora. Poner a una periodista conocida en un papel de «mamá de Juanita» en una teleserie, cuesta más.

¿Te arrepientes de renunciar a varios espacios televisivos? Quizás ahora estarías en televisión como animadora…
Por suerte, no. Estaría llena de frustración. El paso por la tele fue espontáneo. Jamás dije «quiero ser animadora de un matinal, quiero ser panelista de programas de farándula». Se dieron las posibilidades, y me fueron gustando en la medida que pasaban. Nunca fue mi meta.

Tu salida se produjo por tu accidente a caballo, que te dejó lesiones en la espalda. ¿Cómo vas con ese tema?
Llevo cinco cirugías ya…Imagen foto_00000003

¡Me quedé en la tercera!
La última fue este año. Como nunca, desde que tuve el accidente, estoy sin dolor. ¡Toco madera! Por primera vez no me quedó ninguna molestia. Siempre que me operaba había algo que molestaba. Me operé siempre con el mismo doctor, que me dejó caminando con la primera operación, así es que seguí con él.

¿Cómo pasaste tantos años con dolor? ¿Te enseñó algo?
Los dolores son inigualables, únicos y personales. Abren la puerta a la búsqueda. Cuando está todo bien no cambias nada, porque está todo bien. Cuando hay un dolor, hay una invitación a preguntarte cómo mejorar. Tienes dos caminos: o te quedas en el dolor o buscas cómo sacarlo. En esa búsqueda, para encontrarte con tu felicidad, se abren horizontes, distintas herramientas.

¿Te acercaste a la fe?
De ser una persona muy atea me transformé en alguien con un sentido espiritual amplio. No lo categorizo, no le pongo nombre, porque no soy religiosa ni sigo a ningún monje; soy una naturista espiritual (ríe). He probado muchos talleres, como la Glándula Pineal, Constelaciones Familiares, Biomagnetismo; tengo un chamán que me hace alineaciones energéticas, un monje budista con quien conversé mucho tiempo. Medité y tengo una técnica de meditación gracias a él. No me amarro a nada, porque creo que la conexión espiritual es súper personal.

Dentro de todo lo que probaste, ¿qué experiencia te hizo más sentido?
Todas me sirvieron en un momento de mi vida, pero fue súper clave la meditación budista. En mi «mateísmo», meditaba todos los días 45 minutos. También implicaba finalizar todas mis funciones. Si te comiste un pan, lavar y guardar el plato inmediatamente. Siempre cerrar las acciones. Me sirvió mucho. Ahora a veces lo hago, contemplo de una forma distinta, trato de salirme del pasado y del futuro, para conectarme con los que estoy viviendo ahora, quererlo. No tengo idea qué pasará mañana, y qué importa lo que pasó ayer. En ese ejercicio estoy todos los días. Cuando estoy idiota con algo, suelto. No necesito meditar 45 minutos.

Tenías amigas en televisión, como la Fran García-Huidobro, Claudia Conserva…
Las veo poco. No seré la primera en decir esto, pero la vida de madre, con una hija de 1 año 8 meses, no te permite mucho. No me acuerdo la última vez que salí a comer. Prefiero estar con ella. No tengo mucha vida social. Me invitan a eventos y me complico porque no tengo con quién dejarla, además me gusta hacerla dormir, estar con ella. He estado más aislada.Imagen foto_00000002

Y no querías ser mamá hace algunos años… ¿Qué te pasa cuando ves a tantas mujeres que no quieren tener hijos?
Súper respetable, cada uno con su propia historia. Me pasó que me enamoré de un hombre que tenía dos niños, de 6 y 4 años, y me vi siendo mamá sin serlo. Me involucré de forma natural. Me preocupaba que tuvieran la colación que les gustaba, de hacerles una comida rica. Me vi en una vida familiar, y quise probar la experiencia de ser mamá si el Universo me daba ese regalo. Quedé embarazada, y me voló la cabeza.

¿Cambia el cerebro de la mujer con el embarazo?
Totalmente. Se modifica el alma, el cuerpo, la rutina, todo. Me volví un poco loca, y hablaba sólo de ella. Nunca odié que las mujeres que hablaban de eso antes, pero cuando la Amalia cumplió un año pensé que quería crear un ser humano independiente, libre, y quise trabajar. No te pertenece, y quería que volara con sus propias alas. Si estaba con ella todo el día no le estaba dando esa alternativa, y ahí empecé a considerar que sería bueno que yo tuviera mis propias alas. También qué pasará conmigo cuando se vaya si toda mi vida me dediqué a ella. Por otra parte, estaba la monotonía de estar en una misma rutina. Es como el día de la marmota, todos los días lo mismo. Sólo cambia que aprenden palabras o algo nuevo (ríe).

Creaste un blog de maternidad…
Pero ya no sigo. Era un trabajo heavy, y no es lo mío un sólo tema, me quedó corto. No digo que no volverá el blog, pero quizás con más periodistas para que hablemos de otras experiencias, no sólo de las mías. Tengo la necesidad que la información sea útil para todos.

Vimos en las noticias que preferiste dejar a tu hija en un jardín infantil que va a domicilio…
Sí, pero está con más niños, se van rotando las casas cada mes. Juntas a cuatro vecinas o familiares. No quería que perdiera la instancia de juego mientras yo no estaba en la casa, además es importante que esté con otros niños, que sociabilice y que no me echara tanto de menos. También medí el tema de los contagios, porque mi hija es muy chiquitita y alérgica. Se resfría y termina mal. Iba a pagar un jardín con 20 niños, pero terminaría yendo un día. Ojalá más adelante pueda estar con 20 niños. La profe de la Amalia es actriz, y la experiencia sensorial es importante.

¿Qué hacen?
Trabajan con plasticina, pintan las murallas, meten las manos en la jalea, en los tallarines, cantan canciones, les cuenta cuentos. Es más barato que un jardín tradicional. ¡Coticé jardines por 250 mil pesos, de 9 a 12 del día. Muy caro! Pensé que el primer día no me iba a querer soltar, porque es tímida mi gordita, pero descubrí que tengo una niña independiente. Me dice «¡chao mamá!», y cierra la puerta (ríe). Fue un gran acierto.

¿Quieres seguir dándole una educación alternativa?
He leído mucho del homeschool, pero quizás eso se puede hacer en otro tipo de vida. Otro tema es que la Amalia tiene dos hermanos, y me gustaría que fuera al mismo colegio. Yo viví eso de ir de dejar a mi hermana chica al Pre Kinder, y si a ella le pasaba algo, sabía que podía recurrir a mí.Imagen foto_00000001

Tu familia es bien especial, porque no todos tienen lazos sanguíneos…
Sí, creo en la familia que se construye, no en la que se hereda. Muchas veces una gran amiga se transforma en familia. Mi abuela se casó tres veces, y todos los que llegan se acogen no más. Vamos todos juntos para adelante. Quiero que mi hija tenga el mismo concepto con sus hermanos, pese a que tengan una mamá distinta. Celebramos los cumpleaños todos juntos.

¿Quieres tener más niños?
Sí, me gustaría. No sé si está dentro de mis planes inmediatos, porque comencé a trabajar hace poco, pero sí. Perdí una guagüita también.

Qué doloroso. ¿Cuándo? ¿Cuántos meses tenías?
Sí, después de tener a la Amalia. Tenía ocho semanas. Fue bien triste e íntimo, porque muy pocos sabían que estaba embarazada.

¿Qué pasa si se queda como hija única de tu relación con tu marido?
Será la historia que le toca. No me enrollo. Además, tiene dos hermanos, abuelos, primos, amigos. A mí que me dan ganas de tener otra guagua, quiero vivir de nuevo la primera etapa, dar pechuga es una cuestión que me fascina de sobremanera.

No te dolió nada…
Tuve hasta mastitis, canal tapado, todo. Pero igual gozaba porque era un minuto de compenetración máxima con mi hija. El último día que le di pechuga lloré y le agradecí, le hablé. Debe haber pensado que estaba loca (ríe). Hasta los 10 meses la amamanté, tenía un viaje y no quería irme y cortarle la leche, así es que hice un proceso paulatino.

Con tu marido, literalmente, se enamoraron a primera vista. ¿Te pasó antes?
No, antes siempre me conocían desde antes o éramos amigos primero. Con Rodrigo fue algo mágico, porque lo vi, hablamos una vez, y dije «me voy a casar y voy a tener hijos con él. No existe otra posibilidad». Es una certeza que no me explico y que pocas veces la he sentido en mi vida. Así es la magia del Universo. Uno debería aprender a escuchar esas certezas. Sabía que sería mi compañero hasta que seamos viejitos, espero.

¿Es difícil seguir siendo pareja con una niñita tan chica? ¿Siguen dándose tiempo?
Me doy el tiempo de estar con él. La gordita se duerme, preparo picoteo, y nos vamos a la terraza a conversar sobre el día. A veces hablamos sobre temas profundos, otras de cosas cotidianas. Es importante construir la pareja. Con la maternidad te centras en una cosa, pero al final lo hijos se van y si te olvidas de tu pareja, no tienes nada. El cambio que experimento como mamá, lo que voy sintiendo, me transforma en una persona nueva que mi pareja tiene que conocer. Y lo mismo pasa con él. Creo en la pareja cómplice, partner, amiga…, una pareja para siempre. El amor es una decisión, y en eso decido conocerte todos los días, y saber todo lo que te va pasando.

¿Qué piensa de tu rol público?
Se ríe. El abraza toda mi historia y yo la suya. Nunca pondré ser parte de su primera paternidad con otra mujer, pero la comparte y vivimos juntos también. Me preocupo de construir la relación, y otras también. Me preocupo de llamar todos los días a mi mamá, para saber qué le ha pasado. Los lazos afectivos son lo primordial en la vida. De verdad creo que las relaciones humanas son la razón para que exista todo.

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