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Mira cómo el estrés también nos hace engordar

El 10 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Salud Mental, una fecha propicia para recordar de qué manera los estados de estrés afectan también a quienes luchamos contra los kilos extra.

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Bien es sabido que todo lo que no mata, engorda. Pero con ello no sólo nos referimos a la comida. El doctor Alon Chen, del Instituto de Neurobiología Weizmann, ha investigado un gen del que se sabía relativamente poco y al que llaman el ‘gen de la comida recompensa’. Los científicos que lo han analizado aseguran que se activa con el estrés y que contribuye a tener antojos de alimentos dulces y muy calóricos, así como a no sentirnos saciados con la comida. Además, dos tipos de diabetes podrían derivar de este gen.

Según ha publicado la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, a partir de unas pruebas rutinarias con ratones los investigadores descubrieron que existía un gen que activaba una proteína en el cerebro llamada Ucn3. Los ratones producían una gran cantidad de esta proteína solo en situaciones de estrés y repercutía en todo el cuerpo, incidiendo especialmente en algunos órganos, como el corazón, los músculos, el páncreas y el hígado.

En una situación de máximo estrés, la necesidad de azúcares está justificada porque ayuda al cerebro y al cuerpo en un momento en el que el metabolismo está cambiando. Por ejemplo, una dosis adicional de azúcar puede ayudar a tener más fuerza muscular para escapar en una situación de peligro. En cambio, si la situación de estrés es constante, y se responde a ello con más azúcares y más glucosa, inevitablemente se convierte en una subida de peso y en un consumo excesivo de calorías.

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En este sentido, un estudio británico previo al del doctor Chen ya había puesto de manifiesto que existía un gen relacionado con la comida basura, que portaban más de dos tercios de los ciudadanos de Reino Unido, y que posiblemente fuera el causante del deseo de alimentos dulces y muy calóricos.

De la investigación se deducía que cada individuo con este tipo de gen consumía 100 calorías más de las recomendadas, lo que al final de la semana suponía unas 2.100 calorías adicionales, es decir, la media recomendada para un adulto durante un día.

Por otro lado, los ratones que producían una cantidad mayor de lo habitual de la proteína Ucn3 empezaron a acusar los primeros signos de diabetes. Según descubrieron, la sensación de apetito es comparable a cómo el cuerpo usa la insulina, la hormona esencial en la conversión del azúcar en energía.

El lado positivo de este descubrimiento es que puede motivar nuevos estudios para tratamientos de diabetes y para prevenirla, así como para tratamientos para perder peso. De hecho, tratar el estrés y analizar la producción de la proteína Ucn3 puede suponer toda una revolución en cuanto a cómo afrontar una dieta de ahora en adelante.

Fuente: Bangshowbiz

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