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La historia del único conductor que se detuvo para auxiliar en accidente bus de estudiantes en Antioquia: muchos siguieron de largo

En la oscuridad de una carretera en Antioquia, un bus cayó al abismo y casi nadie se detuvo. Entre el miedo, los gritos y la espera desesperante, un joven logró escapar de la muerte y un conductor tomó una decisión que lo cambiaría todo. Esta es la historia que ocurrió cuando la ayuda parecía no llegar.

Foto del único conductor que auxilió a estudiantes tras tragedia en Antioquia.
Tomada de la cuenta (X) de Teleantioquia Foto del conductor que se detuvo cuando nadie más ayudó tras accidente de bus estudiantil.

En medio de la tragedia vial en Remedios, Antioquia, que dejó 17 personas muertas y 20 heridas, dos nombres comenzaron a resonar como héroes invisibles entre el dolor y el silencio de la madrugada: David Rúa, un estudiante de 18 años que logró escapar del abismo, y Jhon Freddy Salazar, el único conductor que se detuvo para auxiliarlos cuando nadie más lo hizo.

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El accidente ocurrió en la madrugada del 14 de diciembre, en la vía que comunica a Remedios con Zaragoza, cuando un bus que transportaba estudiantes cayó de manera inexplicable a un precipicio de más de 40 metros de profundidad. Mientras la mayoría de los vehículos que transitaban por la zona siguieron su camino, Jhon Freddy Salazar, conductor de 41 años y empleado de la empresa TCC, decidió detenerse, aun con miedo, al ver una escena que nunca olvidará.

“Me dio miedo, pero paré”: la historia del único conductor que auxilió a estudiantes tras tragedia en Antioquia

“Cuando iba manejando, vi a lo lejos a tres muchachos ensangrentados, sin camisa, moviendo los brazos y gritando por ayuda. Me dio miedo, pero paré”, recordó el conductor en diálogo con el Sistema Informativo de Teleantioquia. Sin bajarse inicialmente de la cabina del vehículo, escuchó el relato de los jóvenes, quienes le decían, entre lágrimas y desesperación, que el bus en el que viajaban había caído al abismo y que muchos de sus compañeros estaban muertos y heridos.


Aunque dudó por un momento de la magnitud de lo que escuchaba, Jhon Freddy decidió bajarse con una linterna y asomarse al precipicio. Fue entonces cuando comprendió que estaba frente a una verdadera tragedia. De inmediato se comunicó con la empresa para la que trabaja y luego llamó a la madre de David Rúa, uno de los sobrevivientes, para informarle lo ocurrido.

A partir de ese momento comenzó una angustiante espera. Durante más de una hora, el conductor y los jóvenes intentaron detener otros vehículos y pedir ayuda, pero nadie se detenía. “Llamamos al 123, pero nadie contestaba. Hicimos hasta lo imposible. Los heridos gritaban pidiendo auxilio y yo, mintiéndoles, les decía que la ayuda ya venía, que se tranquilizaran”, relató Salazar.

El conductor permaneció en el lugar hasta las 5:30 de la mañana, cuando finalmente llegó una ambulancia desde el municipio de Remedios y se activó el operativo de rescate, tanto para atender a los heridos como para recuperar los cuerpos de las víctimas fatales. “De verdad, les pido perdón a las familias que perdieron a sus hijos por no haber podido hacer más”, dijo, con la voz quebrada.

Al llegar a su casa, luego de entregar la mercancía que transportaba, Jhon Freddy se enteró por las noticias de la magnitud de la tragedia. Fue entonces cuando el impacto emocional lo alcanzó por completo. “Pensé en mis hijos, uno de 3 años y el otro de 19. Me dio demasiado duro. Le conté a mi esposa y me puse a llorar. Me sentía impotente de no haber podido bajar a ayudar a esos niños que me gritaban que no los dejara solos”, confesó.

Esa noche no pudo dormir. Al día siguiente, decidió llamar a la casa de David Rúa. Sentía que le había faltado decir algo. “Lo felicité por su valentía. Gracias a él y a sus compañeros, muchos pudieron sobrevivir. Y a las familias que perdieron a sus hijos, nuevamente, les pido perdón”, añadió.

David Rúa, estudiante recién graduado del Liceo Antioqueño de Bello, también recordó con detalle lo vivido. Sin camisa, sin zapatos y con laceraciones en su cuerpo, logró escalar el abismo junto a dos amigos. “No veía nada, solo la luz de la luna y las estrellas. Me agarraba de la maleza y le pedía a Dios que me guiara”, contó.

La subida duró casi una hora, escapando del abismo y de la muerte. Pero lo más frustrante vino después: nadie se detenía. “Pasó más de una hora hasta que encontramos a Jhon Freddy. Fue el único que nos paró. En ese momento sentí alivio y esperanza, porque supe que la ayuda venía en camino”, recordó David.

El 16 de diciembre, David y los sobrevivientes que ya recibieron el alta médica despidieron a sus 16 compañeros fallecidos, con quienes habían compartido días felices en el colegio y en el paseo a Tolú, que terminó convertido en tragedia.

Hoy, David intenta pensar en el futuro. Sueña con ser piloto aeronáutico, aunque reconoce que los recursos económicos de su familia no son suficientes por ahora. “Voy a trabajar, ayudar a mi familia y, si puedo, empezar a construir los sueños que casi pierdo en ese accidente”, dijo.

En medio del dolor, la historia de David Rúa y Jhon Freddy Salazar recuerda que, incluso en la peor tragedia, un solo acto de humanidad puede marcar la diferencia.

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