David Rua, un estudiante de 16 años, se ha convertido en uno de los rostros más conmovedores de la tragedia que enluta a Antioquia y a todo Colombia. Su historia, marcada por el dolor y la valentía, emergió luego del grave accidente de un bus que transportaba a un grupo de jóvenes de regreso a Medellín, tras una excursión de grado en Tolú, y que dejó 17 personas fallecidas y más de 20 heridas.
A pesar de haber resultado lesionado, David protagonizó un acto que hoy muchos califican como heroico: escaló una pendiente de más de 60 metros para pedir ayuda, una acción que fue clave para activar el rescate y evitar que el número de víctimas fuera aún mayor. En entrevista con la periodista Erika Zapata, de Noticias Caracol, el joven relató con voz serena, pero cargada de emoción, los angustiosos momentos que antecedieron y siguieron al siniestro.
Quién es David Rua, el joven de 16 años que salvó vidas tras el trágico accidente de bus en Antioquia
Minutos antes del accidente, el ambiente dentro del bus era de alegría. Los estudiantes conversaban, escuchaban música y celebraban el final de una experiencia que había transcurrido sin contratiempos. “Todo el mundo estaba feliz, disfrutando del regreso”, recordó David. Sin embargo, esa tranquilidad se rompió cuando cada uno volvió a su asiento para dormir, sin imaginar lo que ocurriría después.
Según su testimonio, el vehículo presentó fallas mecánicas desde antes de iniciar el viaje. David aseguró que, incluso, fue necesario retirar la batería para recargarla antes de salir del hotel. Durante el trayecto, el aire acondicionado no funcionaba correctamente, lo que generó incomodidad entre los pasajeros. “El aire estaba muy pesado, no se podía respirar bien”, señaló, explicando que el conductor decidió mantener la puerta abierta y algunas rendijas del techo destapadas.
El momento del accidente quedó grabado en su memoria como una escena de terror. Un fuerte sonido y un violento temblor lo despertaron de golpe. “Vi cómo todo empezaba a levitar y supe que estábamos cayendo”, relató. Instintivamente, se protegió en posición fetal bajo la silla mientras escuchaba los estruendos del impacto.
Cuando logró salir del bus, se encontró con una escena devastadora: oscuridad, gritos de auxilio y compañeros gravemente heridos, algunos sin vida. Al notar que podía moverse, decidió ayudar. Sin pensarlo, comenzó a socorrer a varios jóvenes, sacándolos de entre los restos del vehículo y los árboles cercanos.
Agotado, pero impulsado por la fe, David emprendió luego el ascenso hacia la carretera para buscar ayuda. Durante casi una hora intentó detener vehículos que pasaban por el lugar. “Muchos nos veían, pero no paraban”, contó. Finalmente, una tractomula se detuvo y permitió activar el rescate.
Hoy, David se recupera de lesiones leves, aunque enfrenta un profundo impacto emocional por la pérdida de sus compañeros. Aun así, su mensaje es de esperanza: “No pierdan la fe ni la esperanza. Dios sabe lo que hace”. Su testimonio quedó como símbolo de humanidad, valentía y solidaridad en medio de una de las tragedias más dolorosas que ha vivido el país.

