Distender el cuerpo dentro de una piscina caliente. Una sensación de protección casi desde el cielo, pues con un cóctel en la mano se puede ver toda el mayestático combinado de agua y montañas, así como de naturaleza que están alrededor de la piedra de Guatapé y su pueblo.
Se podría hacer desde allí o desde un jacuzzi comiendo una pizza artesanal, o unas flautas de pollo, junto con un buen vino. Este escenario, en colores crudos y materiales rústicos, es lo que presencian los huéspedes del The Brown Autograph Collection en Guatapé, hotel de lujo que hace parte de la cadena Marriott.
Con arquitectura que integra los elementos de la naturaleza, y un edificio modernista dividido en los cuatro elementos primordiales, el huésped comienza su experiencia en un lobby convertido en un bohío sofisticado, que combina la madera y la piedra, así como la integración del agua, con flora y fauna en este primer espacio.

Las pulseras no son como las de festival de música electrónica: tienen varios colores y un símbolo del elemento donde el huésped se quedará.
Hay hasta cinco tipologías de habitaciones: las más impresionantes, por supuesto, son la presidencial, la junior y la king. Estas tienen sus propios jacuzzis en la parte del balcón, donde también se aprecia la vista de Guatapé, su amanecer y su atardecer.

Hay complementos premium, de Loto del Sur, servicio de streaming y licores de primera categoría, así como bocadillos. No, no va a tener que comer salchichas Viena aguadas con cerveza barata si llega con hambre, ya que hay servicio a la habitación. En la misma, también hay rones premium, vinos de igual categoría y hasta el aguardiente Mil Demonios.
Ahora, donde sí puede gozar la comida es en el restaurante Pismo, al lado de los jacuzzis y la piscina. Puede meterse en uno, o en las mesas rodeadas de agua. Probar su pollo coreano, su straciatella con Baba Ganoush, sus camarones o quesadilla de queso de cabra, como entradas.
Como guarniciones, son imprescindibles sus papas a la francesa trufadas, acompañadas de un buen salmón, solomo o entarña nacional. O de un fetuccini de setas. El pudín de almojábana y el sundae de dulce de leche con tres leches son un cierre perfecto.

Por supuesto, si va en un plan más recreativo, el restaurante Praia tiene al lado un beach club para asolearse, o disfrutar del agua. También cuenta con un muelle donde se puede hacer un recorrido por el enorme complejo lacustre y tomarse la foto con la Piedra del Peñol sin necesidad de perder los pulmones en el intento.
Allí, previo pago y reserva, se hacen clases de pizzería y también se puede disfrutar de delicias de la comida mexicana como el molcajete. En Pismo, por otro lado, hay clases de coctelería, donde puede crear gins un poco más dulces, adaptados al paladar colombiano, aunque puede disfrutar de clásicos como el Aperol y el Negroni.
Asimismo, hay un gimnasio, sala de convenciones, y un espacio para eventos como fiestas y matrimonios. Todo el hotel está escalonado con la base del lago hacia arriba, y se puede ir en Tuk Tuk o moto chiva de una parte a otra, o caminar para disfrutar de la naturaleza y el silencio.
Sos

Un refugio respetuoso para un pueblo que lucha contra el turismo depredador
Guatapé y toda la zona que rodea su principal población y por supuesto, la Piedra del Peñol, hace veinte años sufrió las consecuencias demográficas del conflicto armado. Hubo familias enteras que desaparecieron de una de las zonas de colonos que se establecieron allí desde el siglo XIX y que comenzaron a hacer parte de su patrimonio cultural los zócalos, que determinaban la profesión o los gustos de una familia en particular y que hoy luchan por conservarse.
Así pasa con todo el pueblo, que es reflejo de lo que pasa en Medellín misma, en varios lugares del país y en Latinoamérica como un lugar invadido por la gentrificación: lucha por mantener sus tradiciones culturales, su unidad social y su identidad, mientras tiene que hacer de stage tipo “Encanto” de Disney para turistas de todo el mundo. Algunos, que han llegado a vivir allí, más la migración venezolana, han transformado el pueblo en un escenario donde de todos modos se preserva la narrativa tradicional.
Es así como se piensa construir un museo de los Zócalos, perviven las coloridas motochivas, y hay museos, así como guías, que cuentan la historia del arriero paisa, donde la teoría más interesante es su origen judío sefardí, oculto ante la Inquisición Española.
Igualmente, en medio de las trampas de turistas, hay otros lugares donde pervive esa historia: un museo de anticuarios que habla de los aportes a la cultura material que forman parte de la identidad de los lugareños, que tienen objetos valiosos como muebles, instrumentos musicales y tecnología de hace más de cien años. Incluso, arte colonial.
Por ahora, el pueblo aún lucha contra el extractivismo y el poco respeto hacia la naturaleza. Esto es lo que hace The Brown Autograph Collection, al no solo impulsar a guías de turismo sostenible, sino también al usar sus residuos y elementos de manera que no afecten tanto al paisaje, la mayor riqueza de la zona.
Y a través de su disposición de espacio, convivir con ella en armonía, mientras invita a los visitantes a conocer las historias de un pueblo que ha sido, como muchos en Antioquía y Colombia, convulsionado por la violencia, el turismo repentino y enriquecido las sucesivas migraciones. Pero que aún enamora con su inmensa belleza.

