Desde el fatídico atentado que hirió de gravedad al senador Miguel Uribe Turbay el pasado 7 de junio de 2025, la vida de María Claudia Tarazona ha transcurrido entre la incertidumbre y una profunda fe. En un relato conmovedor a Los Informantes, Tarazona recordó los instantes críticos inmediatamente después del ataque. “Yo iba en la ambulancia que conseguimos y yo iba sosteniendo la cabeza de Miguel entre mis manos. [...] Yo le iba diciendo, ‘Miguel, no te mueras, tenemos que llegar, tienes que ver a tu hijo, lo tienes que volver a abrazar. Vuelve a mí, no te vayas, quédate conmigo’ Y lo logró”, rememoró.
PUBLICIDAD
Más noticias: El domicilio fatal: así cayó alias ‘El Costeño’, el capo que se delató por un almuerzo en Bogotá
Miguel Uribe llegó con vida a la Fundación Santa Fe, donde ha permanecido en la unidad de cuidados intensivos. María Claudia ha estado a su lado cada día, aferrada a la esperanza de su recuperación y a la convicción de que su esposo se aferra a la vida en todo momento.
Del adiós al “milagro”: Un giro inesperado en la salud del senador
Las primeras 48 horas tras el atentado fueron definitivas. María Claudia describió “Los 15 minutos más largos de mi vida” al esperar noticias de la operación inicial. Sin embargo, la esperanza se desvaneció con un devastador diagnóstico: “Subí a cuidados intensivos y unos médicos me dijeron ‘Miguel entró en muerte cerebral’. Entonces yo dije ‘¿Qué significa eso?’… ‘¿Miguel se va a morir?’ y me dijeron que sí”.
Con el corazón roto, María Claudia tomó la difícil decisión de preparar a sus hijas para despedirse. Fue a la clínica con los audios de sus hijas, se despidió de Miguel y le hizo una promesa: cuidar a sus hijos, especialmente al pequeño Alejandro. “Lo voy a cuidar con todas las fuerzas de mi corazón y cuando Alejandro tenga hijos y sus hijos tengan hijos y esos hijos vayan a tener hijos, te voy a ir a buscar y va a haber una segunda oportunidad para ti y para mí. Vete a buscar los brazos de tu mamá que yo me hago cargo”.
Pero, cuando todo parecía perdido, ocurrió lo que ella misma describe como un milagro, resumido en una frase que marcó el punto de inflexión. “Me devolví para la clínica y cuando llegué me dice el doctor Hakim ‘es otro paciente, otro cerebro y Miguel se está recuperando’”. Este giro inesperado reavivó la esperanza, aunque el estado de salud de Miguel sigue siendo reservado.
La fuerza inquebrantable: Dios, una promesa y sus hijos
María Claudia Tarazona confiesa que tres pilares la han mantenido en pie: “Uno, Dios, sin duda alguna… Segundo, mi promesa a Miguel. (...) Y lo tercero, por supuesto, mis hijos”. Ella no se permite desfallecer, concentrada en el bienestar de sus hijos, especialmente de Alejandro, de solo cuatro años, a quien tuvo que explicarle la cruda realidad del atentado: “Un joven, muy joven, tomó un arma y le disparó a papá en la cabeza. Y papá está muy malito”. Un momento desgarrador, pues “Lidiar con el dolor y con la tristeza de uno es un tema, pero de los hijos… eso es un dolor aquí metido en el alma”.
PUBLICIDAD
Lea también: Washington Aguerre no aguantó los silbidos y terminó insultando a los propios hinchas del DIM
Ha aprendido a vivir el día a día, confiando plenamente. “Yo aprendí dos cosas en este proceso, muy valiosas. La primera, a confiar. A confiar en Dios. Él sabe lo que hay en mi corazón y sabe qué es lo que yo quiero. Y como buen padre va a ser lo mejor para mí. Entonces, yo se lo entrego a él y encárgate tú de eso”, afirmó.
Silencio, gratitud y el poder de la oración: La búsqueda de la sanación
María Claudia ha optado por mantener un estricto silencio sobre los detalles del estado de salud de Miguel, en acuerdo con el equipo médico de la Fundación Santa Fe y por respeto al proceso. Su confianza en el doctor Hakim y en todo el personal es absoluta. “El doctor Hakim es un ser humano impresionante. Tiene la bondad en sus ojos, la firmeza en sus manos y el corazón para que esto haya sido el proceso más amable dentro del caos más absurdo que puede vivir una familia”, añadió.
Más noticias: “Payaso”, Aguerre se fue directo a la tribuna del DIM y lo devolvieron con el rabo entre las piernas
La Fundación Santa Fe se ha convertido en un centro de oración. Amigos, familiares y desconocidos se unen en un coro de apoyo silencioso, enviando mensajes y rezos. María Claudia está convencida de que “Dios está obrando en la vida de todos los colombianos y que ese amor, esa fe y esas oraciones es lo que me tienen a Miguel vivo. Esa oración lo está sanando. Esa oración hace parte del milagro”. Su mayor anhelo: “Eso es lo que yo quiero, que vuelva el esposo, el papá, el hijo, el amigo. Me sueño con verlo caminar de nuevo por acá, tocar su piano”.