Colombia

#Opinión El mismo país que celebró triunfo de Wendy, ahora celebra que casi matan a su amiga

El hecho de que haya comentarios más enfocados en celebrar lo que le pasó a Paola Suárez prueba que la transfobia no ha cambiado en México ni Latinoamérica.

Presentó su denuncia correspondiente ante el Ministerio Público. (Especial)
Paola Suárez. Presentó su denuncia correspondiente ante el Ministerio Público. (Especial)

Que Wendy Guevara, una mujer trans, haya triunfado en la televisión abierta de uno de los países más peligrosos para las mujeres en Latinoamérica, no cambió el hecho de que su amiga Paola Suárez, fuera de vivir lo que vivió a manos de su pareja, ahora sea objeto de violencia transfóbica. Porque esos son los comentarios que también se ven en redes.

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Paola, quien podría quedar ciega y tuvo que sufrir en carne viva cómo el hombre que le pidió matrimonio se convertía en su victimario, ahora tiene que ser revictimizada por personas que jamás han aceptado su identidad de género en México, país en el que han muerto 13 mujeres trans desde el año pasado. Y de 2007 hasta el año ante pasado han sido 590.

Wendy Guevara fue tendencia en Latinoamérica por ser una persona que se hizo famosa en medio de una industria de televisión raciclasista, en un país que sin vergüenza manifiesta este tipo de conductas abiertamente ( y que abiertamente también hay gente que las combate).

Un triunfo simbólico por donde se le mire, en un país donde a las personas morenas, que son mayoría, se les requisa a las entradas de tiendas departamentales y se les deja en el fondo en ciertos restaurantes, para comenzar. Y en donde reclamar violencias históricas aún se ve con burla y normalización. Entre otros episodios lamentables.

Pero, si bien su fama bastó para que el crimen contra Paola no fuera una estadística más, no bastó para protegerla ni de un posible feminicidio (que según muchos conservadores y hombres, sobre todo, dicen que no existen, porque equiparan todos los crímenes en una misma taza), ni de la violencia de género, ni mucho menos de la violencia hacia las mujeres trans, a quienes matan y de quienes se les burlan abiertamente en Latinoamérica por ser lo que son.

De drogas, ‘homosexuales’ y otros comentarios que muestran la violencia hacia Paola Suárez

Si Wendy no hubiera llegado a donde llegó, tal vez la atención hacia Paola y lo que le pasó no hubiese llegado a ser una tendencia en Latinoamérica. No hubiese tenido tan rápido escalamiento. Pero no habría cambiado los comentarios que criminalizan a una población a la que ser literalmente como es, le cuesta la vida.

Esto, porque hay que ver los comentarios sobre lo que le ha pasado a la amiga de Wendy. Que si estaba drogada. Que si entre homosexuales se mataban. Una aberración simbólica tras otra. Un hombre pegándole a otro, dice otro “gracioso”.

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A Paola ni siquiera la reconocen, para comenzar. No la ven, así como no ven a las personas que son como ella, ni las verán. Comentarios, que son tan likeados y normalizados en México y Latinoamérica, pululan por doquier. Comentarios que segregan a las personas trans y les quitan oportunidades de crecimiento, trabajo y estudio. Que les quitan la oportunidad de tener una pareja. Que les quitan todo. Hasta el derecho a existir sin tener que esconderse.

Al leer estos comentarios, uno se pregunta si la victoria de Wendy en verdad sirvió para algo, más allá de la absoluta incomodidad y furia para aquellas personas que ven en nuevas formas de ser algún asomo de “debilidad” o “queja” (”malditos progres, se quejan por bobadas”, rebuznan) , como si los otros y otres no hubiesen existido por siglos, escondidos y siempre vapuleados. Si en verdad sirvió para que algunos abrieran más los ojos, más allá de sus prejuicios. Si en verdad sirvió para que a Paola la dejaran de violentar.

Siento que no. Pero a la vez, las nuevas generaciones, esas que sí están luchando por cambios en todos los sentidos de nuestra sociedad, dan asomos de esperanza. Ellos sí celebraron la victoria de Wendy porque lo merecía, porque ya era hora, porque la sociedad está cambiando, así no se dé cuenta.

Y así no quiera, aunque sea golpeando y vapuleando todavía a quienes ya no se van a callar más, como Las Perdidas y quienes sí celebran su existencia.

O al menos, que sigan vivas.

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