El ser famoso en la actualidad es someterse a comentarios de gente con poca perspectiva sobre cualquier detalle, defecto o particularidad en redes sociales.
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Que si la persona adelgaza, que si la persona engorda. Que si tiene estrías. Que si su hijo está enfermo.
Que si se separó fulminantemente porque resultó que no muestra a sus pareja en redes sociales todo lo que debería.
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A tal punto ha llegado la atención morbosa y minuciosa de la gente por los detalles de los famosos que olvidan que son seres humanos con trabajos artísticos.
Y que si bien viven de la imagen, su cuerpo es solo suyo. Y por lo menos afuera han luchado por eso, vean el ejemplo de Emily Ratajkowski.
Bueno, acá no sucede eso. Acá las famosas tienen métodos más directos. O callar todo, o ser sarcásticos a lo Lina Tejeiro o...
Ser como Johanna Fadul.
Y a ella sí que la han criticado por mostrar su cuerpazo. Y como sea.
Bueno, que no le ha importado, pero también se meten con detalles insignificantes.
Ella se equivocó en la fecha de la Novena. Y le llovieron críticas como si, quizás cierto ministro del Gobierno actual se hubiese robado “supuestamente” más de 70 mil millones en conectividad (cof, cof).
Y por semejante tontería, ella explotó.
Dijo que los que la corregían con insultos, pues que se “m*tieran un dedito”.
Y ante los trolls que la atacan sin piedad, solo les dijo: “morrongos y solapados”.
La gente, claro, se indignó. “Cómo es que insulta cuando la insultan” y todo eso. Hay opiniones variadas.
Pero en Internet la gente no se controla. Ni los famosos cuando llegan a ese punto. Y en verdad, no tendrían por qué hacerlo.