En un siglo XXI que arroja muchos tiempos de cambio, ya no se puede hablar de un solo tipo de maternidad: la de una mujer heterosexual, casada con un hombre y cuidando a sus hijos como si no hubiera un mañana parece ser cosa del pasado y las familias ya son de tipos de lo más diferentes. Madres solteras, lesbianas, viudas jóvenes, las heteronormativas de siempre y las no madres: mujeres que han decidido por voluntad propia no ser madres y ser felices al margen de la maternidad.
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Para el caso de las madres solteras, el porcentaje en el país es alto teniendo en cuenta el estudio Mapa Mundial de la Familia que arrojó que el 84% de los niños que nace en el país son de madres solteras o mujeres cabeza de familia.
Y es que todo el desarrollo social, los conflictos, la movilidad, el desplazamiento y el desarraigo ha dado como resultado que en Colombia aumenten los casos de madres cabeza de hogar.
Hemos traído a este reportaje la experiencia de una mujer que encarna una de las maneras, la maternidad.
Tenía 18 años cuando se enteró que estaba embarazada. Recuerda el momento en el que supo la noticia, no lo podía creer, pero estaba sucediendo. Sin embargo al ser tan joven y tener tantos miedos, con el tiempo entendió que nada iba a detenerla y solo había felicidad y mucha ilusión, aunque también temor por el reto que se veía venir.
Diana Rodríguez es conductora de carro de la plataforma Beat, para ella la maternidad de una mujer soltera está en general muy aceptada por la visualización que ha tenido, pero cree que aún queda “una minoría de la sociedad cree que somos mujeres abandonadas o que no somos capaces de encontrar pareja cuando algo en el pasado no funcionó”. En cualquier caso, su experiencia es de lo más positiva por que «aunque no tienes descanso, es cierto que todas las cosas ‘buenas’ de la maternidad las disfruto sola, así como las decisiones, cosa que agradezco”, indica.
Y es que precisamente son las decisiones (no las suyas, las de los otros) lo que cambiaría de la maternidad: “Haría más caso de mi instinto y menos de tantos y tantos consejos por ser madre primeriza. Sería más primaria”. ¿Y lo que más le gusta? “Poder pasar tiempo de calidad con su hijo”, lo tiene claro.
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Si tuviera que definir con sus propias palabras la maternidad, lo hace con una doble vertiente. Por un lado, es una sensación de amor “incondicional, pero también es lo más retador que haya vivido nunca”, por las preocupaciones constantes: la salud, la economía, el apoyo,…
Hubo cosas que tuvo que aprender sobre la marcha. Por ejemplo, que dar el pecho no iba a ser tan fácil (“fueron días muy duros, en los que tuve que aprender a darle el pecho y pedir ayuda para poder hacerlo) y también los tabús del posparto, concluye. También agrega que su proceso ha sido de mucho esfuerzo pero que, “tener a cargo a una persona a quien se la debe acompañar con amor, respeto y libertad atendiendo y teniendo en cuenta sus necesidades específicas que van cambiando con la edad es como tener un motor de vida”.
Según su relato cuando se está embarazada, no siempre se dice la verdad. Según los científicos, el cerebro está programado para sobrevivir, así que solo cuentan lo adorable que es su olor y la enorme ternura que se siente cuando le das de comer a un bebé. Dicen que las cosas malas “son rachas”. Pero, “no te cuentan las noches de insomnio, que explotará con una rabieta en el momento menos oportuno, que pedirá jugar cuando uno vuelve agotado del trabajo y que se sentirás mal cuando se busque una excusa para no hacerlo…pero todo se logra y de todo tuve que aprender”.
Trabaja desde hace muchos años y sabiendo manejar las finanzas de su hogar, ha podido salir adelante, hizo un técnico en higienista oral, compró su propio vehículo para trabajar en la plataforma, le ha dado estudio a su hijo y aspira a tener un hogar propio, “no ha sido para nada fácil mi vida, pero la agradezco, la maternidad es una etapa bonita, intensa, de adaptación y continuo aprendizaje; una especie de caos emocional” y asegura que la ha sorprendido «cómo se puede querer a alguien de un día para otro más que a uno mismo».
Ella ve todo esto como una experiencia muy satisfactoria, sobre todo en lo que respecto a cómo su hijo va descubriendo cosas nuevas que para los adultos son de lo más normales: «Sumado a un ‘mamá te quiero mucho’ de vez en cuando», añade.
“Miro a esa chica de 18 años y puedo ver que tengo una vida muy distinta a la que hubiera imaginado entonces”. Hoy tiene un trabajo que le ha dado la oportunidad, de darle a su hijo una calidad y nivel de vida. Ser mamá joven no fue la decisión más fácil que haya tomado, sin embargo, aprendió que ese camino se transita más fácil cuando hay de su lado personas que no juzgan, sino que ayudan a crecer.