Chile

El liderazgo femenino surge con fuerza: un camino hacia la diversidad y mayor confianza

Necesitamos reinventarnos de aquellas creencias que nos han limitado durante tantos años y que han perpetuado de alguna forma, el que las mujeres nos situemos de manera más lenta que los hombres en los roles de liderazgo y han mellado en el camino hacia la igualdad de oportunidades entre los géneros. Estos estereotipos y creencias tienen que ver con la supuesta debilidad femenina, de su aspecto sensible y hasta dramático para enfrentar situaciones. 

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Es cierto que esta nueva era está diluyendo poco a poco las fronteras entre géneros dando paso a la equidad. En este contexto, el ser mujer es un desafío que se nos presenta para romper los esquemas antiguos mediados por estereotipos que merman el empoderamiento. El liderazgo femenino surge con fuerza, mostrándonos un camino de diversidad y confianza en aquello que se construye a diario con el empuje de lo vital, de una fuerza que nos habla de no quedarnos esperando a que los cambios vengan, sino más bien trabajar para que se produzcan, generando obras colaborativas que abran espacios no sólo a otras mujeres, también propiciar la integración con los hombres en el intercambio de ideas sin jerarquías.

El liderazgo femenino se trata de ejercer el compañerismo en vez de la dominación, la cooperación más allá de los logros individuales, el papel del feminismo es servir al liderazgo y a las mujeres que ocupan estas posiciones, de modo de reavivar la espiritualidad que conecta con la creatividad, cualidades muy propias de lo femenino, el desarrollo del intelecto a través de lo no tan evidente, ayudar a los hombres a salir de los espacios concretos y demostrables a lo cuales se los ha confinado lo cual da cuenta que también han sido estereotipados por la sociedad patriarcal, sino que abrir ilimitados caminos de generación de ideas, proyectos, emprendimientos y llevarlos a cabo, con la energía integrada de lo masculino y lo femenino. Como dice la escritora y terapeuta Maureen Murdock: “lo masculino que vive en nosotras, es la fuerza que da sustrato a la naturaleza instintiva de la mujer consciente”.

La validación de lo masculino como una fuerza arquetípica que reside en nuestra psique no apunta a un género. En igualdad a lo femenino, lo masculino también es una fuerza creadora que vive en cada ser humano. Mantener este equilibrio interno es esencial para mantener una relación con la vida, para poder nutrirnos, cuidarnos y tener propósito, si este masculino interno no es estimulado se vuelve, crítico, severo, combativo y autoritario, y puede transformarse en un diálogo interno inquisidor, pendiente de nuestras limitaciones, cuando esto pasa aparece la exigencia, la perfección y la necesidad de controlar.

Un aspecto importante de la naturaleza de la mujer es la intuición, que es aquella cualidad que emerge como elemento diferenciador en el género, se conecta con los ciclos, con la naturaleza, con los inicios y los finales, esta manera intuitiva de ver más allá de lo evidente, reporta en el liderazgo la capacidad de adelantarnos a escenarios lo que facilita la disposición de cualquier recurso, ayuda a anticipar el escenario que sigue, preparar el terreno para tomar decisiones, crear conocimiento para producir oportunidades, comunica a la mujer con el diálogo interno enriquecido con los aprendizajes pasados que podrán nutrir los nuevos emprendimientos.

Esta cualidad también abre el camino al cuestionamiento, hacernos preguntas que contemplen la diversidad de posibilidades para evaluar cualquier situación. El ejercicio del poder de la intuición es sin duda una herramienta potente en el liderazgo.

La validación como segundo poder en el camino hacia el liderazgo femenino

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Las mujeres debemos hacer valer nuestra feminidad para lograr ejercer un liderazgo en colaboración y equidad con el entorno que nos rodea, esto supone darnos el respeto primero, reconocer y valorar nuestra contribución, nuestro impacto, lo que aportamos, en nuestros vínculos, en el lugar en que habitamos.

Debemos reconocernos como válidas entre nosotras, en equidad y sin jerarquías, cada mujer lleva consigo una historia, una vida, que puede ser transformada en experiencia que servirá de guía para otra mujer, es por eso por lo que en cada liderazgo femenino que hoy nos representa existe una historia y una lucha de mujer que ha sido librada en función de representar lo femenino como un camino de unidad.

Podemos lograr relacionarnos entre nosotras, de manera empática, confiable, certera, amorosa, no somos competencia, somos compañeras, debemos desarrollar la capacidad de ser amables con nuestro género, es la única salida a terminar con la falta de equidad y dignidad que empaña nuestras vidas. Debemos dejar de emular en nuestras asociaciones a las organizaciones patriarcales, dejar de depender de su aprobación.

Tenemos la misión de transformarnos en agentes de cambio, en protagonistas cada una de su espacio, liberándonos del ego. Formemos un círculo de unión, de real comprensión, liberándonos de juicios subyacentes, que invaden la propia visión que tenemos de nosotras.

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