El 2019 fue un año de cambios para Javiera Díaz de Valdés. Estuvo fuera de la teleserie Verdades Ocultas, a la que se reincorporó hace unos meses; se cambió de su casa a un departamento para estar más cerca del colegio de su hija, y creó Libra, una marca de cosméticos naturales para el cuidado de la piel. La idea se le ocurrió en un momento de total desconexión.
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Había tenido un intenso período grabando y necesitaba descansar. Partió a la playa, donde hizo un detox de todo, y dejó volar su creatividad. Todos los demonios, que alguna vez la podrían haber frenado, desaparecieron con esta limpieza y, mientras practicaba yoga, surgió esta idea en su cabeza como un chispazo. “No dudé ni un sólo día. Fui para adelante no más”, recuerda.

Hoy divide su tiempo entre las grabaciones y su emprendimiento. Sus días libres los disfruta junto a su marido, el crítico literario Juan Manuel Vial, y su hija Rosa de doce años, que tuvo en su anterior matrimonio con el escritor Pablo Mackenna. Aunque a sus 38 años reconoce que mantiene ciertas rutinas, desde chica le ha gustado que todos los días sean distintos. Pese a que no tiene una imagen clara sobre su futuro, se ve viviendo fuera de Santiago en unos años más. En parte por eso quiso independizarse. “Hay que reinventarse. Lo agradezco, porque uno se pone más creativo. Antes era más cómoda, tenía suerte. Me llamaron desde muy chica para trabajar, entonces empiezas a dormirte de ciertas maneras, a no ser tan atrevida y a dudar de todo”, explica.
Para echar a andar su pyme, se asoció con su papá y, en conjunto con un laboratorio, crearon un aceite facial de mar, un tónico de lúcuma y una máscara de arcilla y maqui, que se venden en distintos puntos de venta y a través de su página web serlibra.com. Luego de años de trabajar como rostro de distintas marcas, la intérprete quiso hacer algo que realmente la identificara y que fuera opuesto a los cánones instaurados. “Nos han inculcado durante muchos años luchar en contra de la naturaleza. Esto es ir a favor de ella, lo que para mí es belleza”, dice.
Esta entrevista se realizó semanas antes de que el coronavirus cambiara nuestra realidad, pero, como si Javiera lo intuyera, conversamos profundamente sobre los miedos y cómo afrontar las dificultades.
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¿Sientes miedo del paso de los años?
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En algún minuto lo tuve, fue una crisis a los 30. Sobre todo en esta carrera que eres rostro, actriz, estás de moda o no. Aparecen nuevas generaciones con otra energía, más actualizadas, y uno comienza a cuestionarse y a vivir eso de que ya no estás tan vigente. También como mujer, con algunas parejas. En ese viaje, me reconcilié. Empecé a ver las bondades del tiempo, de estar más tranquila, de solucionar mil cosas, la felicidad de ser adulto. Disfruto de otras cosas. Cuando uno es más chico, hace más sacrificios y está en lugares donde no quisiera estar, pero hay que estar. Estás muy pendiente de pertenecer a algo y haces cosas que realmente son estresantes, agobiantes, que no eres tú. Con el tiempo, uno empieza a relajarse, a ser más feliz y es lindo. El tiempo bien cuidado es precioso. Tengo un abuelo de 95 años que siempre se ha alimentado bien, jardinea todo el día, vive en la playa y está siempre en contacto con la naturaleza. Se aprende mucho de un ser así y eso lo valoro. No veo arrugas, no veo deterioro. Veo pura luz.
Los años te han dado más seguridad. ¿Te han servido para empoderarte?
Sí, y lo noto en mi familia también, en cómo ha evolucionado. Los padres están mejor, los abuelos también.
¿Mantienes una buena relación con tus papás?
Súper buena. Obviamente, hemos pasado por etapas, han sucedido cosas. Lo bonito de reflexionar y observar las relaciones es ir hacia adelante.
¿Qué momentos te han marcado?
Cuando se separaron mis papás, fue un tema, y eso se juntó al cambio de país y de colegio. Estudiar Teatro también, porque entré muy asustada, pero lo quería hacer. Seguí mi intuición. Mi hija, separarme, comprar una casa, estar con mi papá cuando tuvo un cáncer fuerte. Mi primera relación de amor me marcó mucho y de eso aprendí. Las relaciones de pareja te enseñan mucho. Las relaciones en general. Si uno en la vida no se relaciona, cuesta evolucionar.
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¿Y hoy qué te da miedo?
Cuando me pasó todo el tema de la vejez o el tiempo, una de las cosas que me jodía era que tenía el miedo muy metido, esa palabra muy presente en mí. Un día dije “¡basta!”. Me parece que el miedo es algo muy cómodo, como una cosa media burguesa. Esa palabra la saco de mi vocabulario y sale de mi vida también. Al estar enfocada en a qué le tengo miedo, le doy energía. No quiero tener más miedo. Le tenía demasiado miedo a que le pasara algo a la Rosa, o a no tener trabajo. Ahora hago el ejercicio de que no me domine, entonces no lo tengo muy identificado.
¿Pero no tienes tormentos?
Los he tenido mucho. He abusado de eso.
¿Y qué te pasa con los prejuicios?
En mi caso, siempre fue por la cuica o la linda. Es bueno porque empiezas a filtrar a quiénes escuchas. Tengo un reducido grupo de gente, soy muy de mi familia. Me relaciono con muchas personas, pero no entro en tanta intimidad. Confío en la intuición y no fuerzo cosas. A veces la cabeza te boicotea.
Con respecto a eso, ¿crees que hemos avanzado?
Pensaba que sí, pero siento que Chile tiene una tendencia a que todo se convierta en un dogma. Cuando cae la iglesia, que está llena del deber ser, de juicios, de castigos, de represión, surgen otros naturalmente. ¿Por qué no puedes tener tu propio pensamiento? Aceptar, entender. La libertad se vuelve rígida. Para qué decir la polarización que existe ahora y la violencia en familias, dentro de trabajos, en las redes sociales. Me dan nervio los discursos aprendidos y que no exista reflexión. Me da miedo que todo pase a ser un gran retweet, como la sociedad del eslogan. La irresponsabilidad de repostear. Estamos nutriéndonos de eso, de una frase. Lo encuentro peligroso. No sé si ahora está todo más libre, hay más miedo de hablar, aunque algunas personas se sienten con más libertad.
“Me parece que el miedo es algo muy cómodo, como una cosa media burguesa. Esa palabra la saco de mi vocabulario y sale de mi vida también. Al estar enfocada en a qué le tengo miedo, le doy energía. No quiero tener más miedo”
Tienes una hija de 12 años. ¿Hablan de feminismo?
La Rosa es una niña evolucionada, de una generación más libre que tiene incorporada naturalmente una manera de vivir. Lo que era normal antes, para ella no lo es, y qué bueno. Ha habido un trabajo que se agradece del feminismo. En mis relaciones aprendí a poner límites. La sociedad machista estaba en miles de capas que ni siquiera se veían. Tengo la suerte de que mi mamá nunca fue así. Ella es una mujer súper empoderada, trabajadora. Por su parte, mi papá fue educado en una familia muy machista y él, increíblemente, no lo es. Siempre ha sido muy igual con su pareja, y con mi mamá también era así. Los dos trabajaban, los dos cocinaban, los dos lavaban platos.
Para ti es algo natural.
Claro. Es como cuando la gente se revela contra algo, porque vivió mucho en ese lugar, hay más rabia, más densidad, porque hubo un camino largo que hacer. Cuando la gente fue educada muy católica, odia la iglesia católica. Yo no la odio, pero mi hija no es bautizada. Respeto al que quiere ir a su templo, más allá de que yo esté de acuerdo o no. También respeto la historia personal de cada uno y qué es lo que le hace bien.

¿Y qué te gusta transmitirle a tu hija?
El respeto por sobre todas las cosas y me gusta la alegría, que la gente no lo ve como un gran valor. Es una niña muy alegre. Quiero cuidar eso y el cómo se enfrenta a las cosas. Estar más en la gratitud que en la queja y depresión permanente. Yo he sido muy así. Me he quejado mucho, no he visto lo bueno, entonces se lo quiero ahorrar.
¿Qué te pasa con la crisis ambiental?
Quizás eso me da un poco de miedo. Es como que no hubiera vuelta atrás. En mi casa se recicla, se hace compost…
Pensando en el futuro, ¿cómo te proyectas?
No tengo una idea fija, pero me veo viviendo fuera de Santiago. Cuando hice el emprendimiento, también pensé en que quiero prescindir de Santiago. Estoy pavimentando intuitivamente el camino.
Pero también te gustaría seguir actuando.
Sí, pero debemos mirar cómo se desarrolla la industria. Hay que moverse con una idea, pero también adaptarse a las circunstancias.
¿Te gustaría tener más hijos? ¿Está dentro de tus planes?
Creo que sí, pero hay que ir viendo.
