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Luz Valdivieso: “Me quiero mucho más que a los veinte”

Tras salir de un turbulento período de crisis en TVN, la actriz se encuentra concentrada grabando Casa de Muñecos, la próxima teleserie nocturna de Mega. Aquí confiesa la presión por suceder a Perdona nuestros pecados y el momento de calma que vive en su vida privada.

Al igual que los futbolistas, Luz Valdivieso se concentra cuando le toca grabar una teleserie. La actriz, que ha sido parte de una veintena de producciones, admite que se blinda, enfocándose exclusivamente en su familia, el trabajo y el deporte. En este momento, su rutina comienza a las 6:15 de la mañana, prepara a sus tres hijos para el colegio, y continúa todo el día en Mega, donde se graba Casa de Muñecos, la nueva propuesta de la exitosa área dramática del canal.

Sus días están cargados de actividades, pero, luego de contarnos que espera con ansias las vacaciones escolares de invierno, reconoce que el estar filmando fuera del aire resulta mucho más placentero: “No estamos con la presión del apuro o del rating mientras grabamos, nada nos está pisando los talones”. Este proyecto traerá a la pantalla la historia de cinco hermanas que, tras ver a su madre dejar su monótona vida de dueña de casa, siguen su ejemplo, buscando romper sus cadenas para encontrar la felicidad. Aunque no saben que la decisión fue motivada por un alzheimer incipiente y las ganas de estrujar cada momento de lucidez que le queda.

Casa de Muñecos llega después de Perdona nuestros pecados, un gran éxito de Mega. ¿Sientes presión?

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Ésta no es la primera vez que me toca estar en una teleserie después de un fenómeno así. Es una suerte, nos da un piso bueno. Por otro lado, hay que saber que esos fenómenos son excepcionales, no ocurren muy a menudo. En general, no me hago cargo del éxito o fracaso de los proyectos y, además, ésta es una historia muy coral, no podría sentir que el peso cae sobre mis hombros.

¿Cómo es tu personaje? ¿De qué se trata de liberar?

Es una mujer muy trabajadora y enérgica. Su rollo es que compite con los hombres en lo laboral, especialmente con su propio marido. Representa a la mujer que, de alguna manera, aprendió que siendo más masculina, agresiva y golpeando la mesa logra ocupar un lugar que, en general, está reservado para los hombres. Ella hace lo mismo que un hombre, o más, y no recibe el mismo reconocimiento, algo que ocurre en el país. De a poco, se va a ir encontrando con su sensibilidad, dándose cuenta de que quizás no es necesario comportarse masculinamente para encontrar su lugar.

¿Alguna vez has sentido que, sólo si te pones al “nivel” de los hombres, puedes lograr reconocimiento?

Personalmente, no. Tengo la suerte de que no me ha tocado, pero he escuchado de muchas compañeras que se sienten como el arroz graneado del plato. Lo veo mucho más patente en otras pegas, como en el periodismo, derecho, para qué decir en la ingeniería o ciencia. En otros lugares es más evidente que en este medio.

La matea del curso

Como toda perfeccionista, declara que puede ser insoportable para sus compañeros, pero un agrado para la gente de producción: “Es parte de mí, no puedo llegar tarde o sin estudiar, no va conmigo, me estresaría mucho”.

Lejos de ser dispersa, Luz se arrepiente mucho más de aceptar proyectos en los que no se puede concentrar. Le pasó con una película que tuvo que empezar a grabar al día siguiente de su matrimonio. “No me volvería a pasar eso. Mi vida no va a cambiar porque haga una película. Tengo todo lo que quiero, no necesito correr por la vida para lograr más. Quizás es la adultez lo que me está pasando, cumplí cuarenta”, cuenta entre risas.

En la teleserie, todas las protagonistas deciden que tienen que pegarse un salto. ¿Harías eso?

No, todo lo contrario. A lo mejor a los cincuenta años decido dejar todo botado e irme a caminar a “pata pelá” al desierto, pero en este momento de mi vida siento que mi felicidad se construye de las cosas cotidianas. No tengo grandes metas, no me interesa demostrarle nada a nadie. Estoy segura y cómoda, muy agradecida de las oportunidades que he tenido.

Eres muy terrenal. ¿Te vinculas de alguna manera con lo espiritual?

(Se emociona) Vengo saliendo de un duelo bien profundo, aunque no sé si se sale. Mi conexión espiritual tiene que ver con la muerte de mi madre, el 2015. Eso me hizo replantearme, calmarme y madurar. Me costó mucho levantarme de nuevo, pero de a poco te das cuenta de que ya no lloras todos los días, que la vida sigue. Ya no sé qué creo, qué religión profeso, no me interesa hablar de que fui criada en la fe. He perdido la fe muchas veces, sobre todo con la enfermedad de mi mamá, pero ahora tengo fe de que está en alguna parte y que nos vamos a volver a encontrar. Y agradezco todos los días poder estar junto a mis niños.

Juventud sin complejos

Criada con una formación tradicional y conservadora, sintió en carne propia el peso de los mandatos sociales. Tras cursar un par de semestres de sicología, decidió abandonar la carrera y probar suerte estudiando teatro, con un miedo que llegaba a paralizarla. Después de tener sus primeras relaciones sexuales, se torturaba pensando que nadie iba a querer casarse con ella. “En esa generación me crié yo”, afirma, revelando que sus papás no podían creer cuando se fue de la casa para vivir con una pareja fuera del matrimonio.

¿Qué te pasa cuando ves a las nuevas generaciones de mujeres, que salen a la calle exigiendo sus derechos?

Me encanta. Más allá de la educación no sexista, me encanta sentir que son súper libres. Verlas liberadas de los complejos que tuvimos nosotras es maravilloso. Éramos esclavas de los pelos, de los rollos, de la celulitis, de las estrías. Hoy, muchas cabras no tienen ni un complejo y, si los tienen, no se les nota. ¡Me da envidia! Seguramente tenía un cuerpo mucho más lindo antes, pero ahora me quiero mucho más que a los veinte. Me acepto mucho más.

Es común la queja que, a medida que se cumplen años, los papeles para mujeres disminuyen y se encasillan. ¿Sientes que la industria de la televisión ha avanzado en ese sentido?

Creo que sí. Siento que ahora hay varios personajes para mi edad que son muy interesantes. La industria de teleseries nocturnas ha abierto eso, porque los protagonistas son más grandes. Igual a todos se nos va a acabar la tele en algún momento, es parte de la carrera que elegimos, como los futbolistas. Yo vivo sabiendo que tiene fin, por eso trabajo para mañana.

Abusos de poder

Tras salir a la luz las acusaciones de abuso sexual y de poder por parte del director de cine Nicolás López, algunas críticas han alcanzado a sus cercanos, entre ellos, la actriz Paz Bascuñan y su marido, Miguel Asensio. Valdivieso los defendió públicamente, argumentando que se están transformando en otras víctimas. De todas formas, aclara que “tenemos que aprender como sociedad a no tolerar el acoso sexual y el abuso de poder, a educar a nuestros hijos para que respeten a las mujeres”.

Defendiste a Paz Bascuñan y Miguel Asensio. ¿Por qué quisiste hacerlo públicamente?

A Nicolás López no lo conozco. Solamente quise hablar porque me pareció que se estaba culpando, hablando de cómplices, encubridores, a sus colaboradores, a su gente cercana o compañeros de trabajo, y eso me parece muy injusto. Genera otro maltrato: culpar a la gente, hacer un juicio público sin ninguna posibilidad de defensa y sembrar un manto de dudas sobre personas inocentes. Eso quise defender.

¿Te parece positivo saber que tus hijos vivirán en una sociedad donde no estará naturalizado el acoso?

Por supuesto. Además, quiero que mi hija también se sepa defender, que ningún hombre, por superior que sea, venga a ponerle el pie encima.

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