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Hay quienes aseguran que es una moda, pero para otros es algo más profundo: las nuevas generaciones tienen más consciencia de que los animales son seres vivos “sintientes”. En mayor o menor medida, hay una tendencia mundial a respetar a los seres vivos –con excepciones brutales como los japoneses y su caza de ballenas o el asesinato de elefantes para obtener sus colmillos de marfil–, ya sea porque están en potencial peligro de extinción o porque decidimos vivir con uno que nos robó el corazón, que nos acompaña, que sentimos que nos extraña y que, de seguro, es quien más se alegra cuando regresamos a casa, aunque nos ausentemos sólo minutos.
Perros y gatos se han convertido en los “niños” o hijos de algunos y, como consecuencia, hay una mayor conciencia del respeto, derechos y deberes que implica tener una mascota.
Pero no sólo eso. Según un estudio publicado en la revista TIME en julio pasado, hay un dato aún más sorprendente sobre esta generación millenial y su relación con sus animales. Y es que, entre los pocos que se atreven a comprar su propia casa, no lo hacen para vivir en pareja o tener sus propios hijos, sino por sus mascotas. Es decir, que el deseo de tener su propio perro los puede empujar a abandonar el hogar de sus padres mucho más que tener su propia descendencia. Según esa encuesta –realizada a jóvenes entre 18 y 36 años por un grupo experto hipotecario en Estados Unidos– el 33% de los millennials que han comprado una vivienda lo han hecho por su animal de compañía, un 25% porque se habían casado, y sólo el 19% porque iban a tener un hijo. Este dato, en realidad, no solo habla de cambios de prioridades sino también de que el vínculo existente entre los millennials y las mascotas es tan fuerte que los puede llevar a tomar decisiones tan importantes como comprar un inmueble.
Y hay más cifras. Según informó GfK, la compañía de investigación de mercados más grande de Alemania y que publicó Forbes, los millennials adoptan un 35% más de mascotas que sus antecesores, los “baby boomers”. De hecho, el 57% ciento de los hogares millennials tiene un perro o gato frente al 51% de todos los hogares de Estados Unidos.
Si bien ambas generaciones perciben a sus mascotas como miembros de la familia, la del milenio gasta más en sus animales y asegura que cuidar de ellos es la preparación para futuras responsabilidades, como tener un hijo.
En Chile, Mestizos Bazar es una tienda conceptual de animales de compañía en donde el foco son los clientes con consciencia, que creen firmemente en la tenencia responsable. Elizabeth Arriagada es médico veterinaria y trabaja a diario ahí, asesorando a quienes los visitan.
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“Sí, totalmente”, responde al preguntarle si hay personas que consideran como hijos a sus perros o gatos, tendencia aparentemente más arraigada aún en quienes atrasan la llegada de los hijos, son solteros o, simplemente, aman a los animales. Elizabeth entiende este concepto, tiene 6 gatos (gatihijos) con quienes comparte su vida, junto a su marido. “Como médico veterinario veo que la gente se está preocupando mucho más de la salud y el bienestar de sus mascotas. Crean un vínculo especial con los animales, cosa que antes no se veía. Incluso el decirles mascotas suena frío, porque son considerados como el integrante especial de la familia. Muchas personas me dicen que no son los dueños, sino sus papás. El perrihijo o el gatihijo actualmente es cada vez más común”, señala.
“Quienes vienen a la tienda buscan la mejor asesoría para encontrarle el juguete perfecto a su perro o gato, la mejor comida que tengamos, ropa, accesorios de todo tipo. La mayoría de la gente quiere lo mejor de lo mejor”, asegura.
Dentro de las muchas personas que ha conocido –tanto en la tienda como en su labor en domicilios– destaca que hay muchas parejas jóvenes que muestran este cambio frente a su relación con su perro o gato. “Está el caso de Cocó, una gatita que vive con una pareja joven, Matías y Paulina, que la adoran y la consideran su hija. Ellos tienen todo para ella en su departamento, las vacunas al día y además actualmente está con tratamiento de Flores de Bach que le estoy haciendo para que su estrés disminuya y comparta más con ellos. La aman y es su gatihija consentida. También esta el caso de Julio, dueño de Tana, una gran danés, ¡y viven en departamento! En un departamento tener un perro de raza gigante es complicado, pero él se preocupa de pasearla 3 veces al día, le da un alimento súper premium, y tiene múltiples juguetes y accesorios para ella, además de tenerle todo lo médico al día. Tana es la perrihija de Julio”. Incluso existen casos en los que tras una separación de una pareja, el vínculo con el perro o gato no termina, sino que comienzan una “tenencia compartida”.
En Chile se calcula que existen cerca de 3.457.900 perros. Y respecto de los gatos, en 2016 había 1.327.600 felinos domésticos. Pese al incremento en número, los porcentajes prácticamente no han cambiado, manteniéndose en 54% los hogares que tienen como mascota un perro, y subiendo del 20% al 21% aquellos que tienen al menos un gato. Según estas cifras de Adimark, un 2,8% declara tener otro tipo de mascota.
Sylvia Arrau es médico veterinario y docente de la Universidad del Pacífico, y como tal ha observado que en los alumnos se ve mucho más fuerte la vocación al elegir la profesión, una conciencia social mayor que en generaciones anteriores. A su vez, ha sido testigo del aumento de perros y gatos en quienes hoy se dedican fuertemente al trabajo y han postergado los hijos o, derechamente, desechado esa posibilidad. “Sin duda las nuevas generaciones son más preocupadas del bienestar animal, condenan el maltrato y entienden que tener un perro o un gato es una responsabilidad, pero aún así la asumen”.
Las empresas parecen tener muy claro esta nueva tendencia. De hecho, el 8% de los lugares de trabajo de Estados Unidos –como Amazon, Google, Build-A-Bear, Petco y Etsy, entre otros– permiten a los empleados llevar a sus mascotas a la oficina, y además de recibir amablemente a perros y gatos, algunas ofrecen seguro de salud para ellas.
Los empleadores están empezando a darse cuenta de que tener a un millennial implica aceptarlo en su totalidad, y los beneficios de trabajar con una mascota al lado son muchos, como tener a un empleado más centrado, más cómodo y dispuesto a trabajar más horas.
DENISE ROSENTHAL
Es una reconocida cantante y actriz, y utiliza redes sociales, específicamente su Instagram, para dejar en claro otra de sus grandes pasiones: los animales. Ha participado en varias cruzadas a favor de ellos, porque “me gusta encontrar la manera de poder ayudar siempre”, cuenta. Le gustan los perros y los gatos por igual, porque cada uno tiene su personalidad. “Me gusta mucho su compañía y la naturaleza, y he generado lazos importantes con los míos… Amo a los animales y a la naturaleza, intento estar siempre lo más consciente posible, y ser respetuosa con mi entorno. También busco incentivar a la tenencia responsable, participar de las jornadas de adopción, o ver la manera de ayudar en lo que se pueda”. Le preguntamos qué le falta a Chile para mejorar las condiciones de vida de los animales, y sabe perfectamente la respuesta: “Más consciencia me parece, más respeto y cuidado con el medioambiente. Me parece bien que existan los zoológicos, pero donde las condiciones físicas de los animales sea lo más cercana a su hábitat natural, con los espacios requeridos para ello. Y en lo personal no comparto para nada el testeo en animales, me preocupo que las marcas con las cuales me vinculo profesionalmente no lo hagan”.