Chile

Vanesa Borghi y la idea de “agrandar la familia”: “Nos casamos hace cinco años y ahora me encantaría”

Siempre está en la lista de las mejores vestidas en eventos y fiestas; ama las prendas de diseñador porque las considera una verdadera obra de arte; profesionalmente no teme incursionar en nuevos formatos en televisión, radio y redes sociales, y quiere convertirse en una reconocida animadora.

“Me gusta la ropa de Lupe Gajardo, porque es distinta, original, tiene variedad, buenas terminaciones y diseña a la medida. Me encanta destacar a diseñadores nacionales porque una pieza de diseñador es una obra de arte. No solo Lupe; hay otros chilenos muy buenos que hay que potenciar si uno tiene la posibilidad”, cuenta Vanesa Borghi (34), reconocida por sus perfectos y sofisticados outfits. Tanto le gusta Lupe que para estas fotos eligió sólo prendas con su firma.

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También le gustan Claudio Mansilla, Pato Moreno y Rubén Campos entre los consolidados, además de otros jóvenes talentosos. “Hay muchos diseñadores nuevos muy, muy buenos, y que ojalá la gente los tenga en cuenta para ocasiones especiales. No solo hablo de los matrimonios, sino también para una pieza de uso diario, una prenda para toda la vida”.

Nació en Luján, pero vivió en Pilar, Argentina, donde en esos años reinaba el ambiente campestre. Aunque su entorno estaba lejos de las luces, el modelaje y la ropa de alta factura, Vanesa soñaba con esa vida. Quizás su abuela materna la influenció. “Mi mamá me dice que salí a mi abuela en lo posera y pretensiosa. Recuerdo que veía la tele y decía ‘quiero estar ahí’. Creo que lo he buscado siempre. Con la poca plata que tenía hice un curso de modelaje. La perseverancia y el compromiso son muy importantes en el éxito. Hay que buscar todo lo que te lleve a tus sueños; yo he golpeado miles de puertas. La gente piensa que nací en ‘Morandé…’, pero partí en Chile el 2001. Por más que golpees puertas y te digan que no, siempre hay que tener una actitud positiva”.

Estudió sicología, pero la dejó para venir a nuestro país a probar suerte en el modelaje. Apostó a ganador. Ahora co-anima “Morandé con Compañía”, en Mega; conduce “Buen Vivir” en Radio Tiempo; va a México cada mes y medio a grabar un espacio para Farmacias Dr. Simi, y lanzó su propia línea de ropa interior de la mano de Kayser.

Y no se queda tranquila; sigue luchando día a día, sabe que llegará a muchísimo más en todos los aspectos. “Siempre hay que seguir por tus ideales, pero nunca perder la esencia, porque si la pierdes, pierdes el rumbo”. Su apoyo incondicional es su marido, Danilo Sturiza, ingeniero civil y empresario de 46 años que ya tiene dos hijas, aspecto importante para Vanesa. Tanto que se enamoró de su rol de padre, porque también quiere formar su familia.

“No hay edad perfecta para formarla, cuando suceda. Nos casamos hace cinco años y ahora me encantaría, pero no lo contaré hasta cuando esté gorda por el embarazo”, confiesa.

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Cuentas con todos los elementos para sentirte segura, pero confiesas que no lo eres. ¿Por qué las mujeres tenemos tantas inseguridades?

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Pasa por diversos motivos. Puede ser porque en nuestra niñez nuestros padres no nos ayudaron a tener seguridad. En mi caso, por el lado paterno, por ser un padre más autoritario, lejano, no tan cariñoso. No es que no lo quisiera ser, porque a mi papá lo adoro, sino porque trabajaba en un neurosiquiátrico y estaba acostumbrado a ser así con la gente. No era de decirle a mi mamá que se veía preciosa. Creo que el tema de la autoestima parte desde chico, y el de la motivación también. Incluso de decirle a tu hija que es la más linda, aunque no lo sea. Creo que debemos potenciar a los niños en todos los sentidos.

¿Y en tu caso personal?

Creo que es eso, y también que tuve un pololeo no tan bueno, en el que sufrí de violencia sicológica. Hoy me doy cuenta. Me decía que me veía mal, que era baja, que no podía usar tal cosa; siempre era de ver el lado negativo más que positivo, y eso tampoco me ayudó a tener confianza. Esa relación tan larga con esta persona, lejos de mi familia –porque estaba viviendo en China–, hizo que se acentuaran mis inseguridades. Por lo mismo es una lucha constante que tengo. Intento no demostrarlo, porque al ser figura pública tengo que tratar de enseñar a los niños o adolescentes que uno tiene que aceptarse. Igual me acepto con las pequeñas cosas que no me gustan.

En definitiva, te aceptas más que antes.

Me acepto más que antes, tiene que ver con la madurez.

A nivel económico y profesional has tenido éxito, y quieres más. A veces se cataloga mal a las personas ambiciosas, ¿te parece?

Ser ambiciosa no es malo. Ni siquiera ser ambiciosa en el plano económico. Uno trabaja por dinero, y eso está bien, y de acuerdo a tu remuneración vemos si te valoran, pero muchas cosas no las hago por la parte económica, sino por crecimiento personal. La ambición no es mala cuando es por ganas de crecer, de avanzar, en todos los aspectos de la vida, la familia, amigos, la parte espiritual, amorosa…

Es decir, a las mujeres que lo son se les cuestiona, pero a los hombres se les admira…

Porque estamos en una sociedad machista. Las mujeres somos más machistas que los hombres. A veces borro comentarios en las redes. Ya es malo pensar que si alguien está en tal posición es porque se acostó con alguien o porque le hizo ojitos, y no por su contenido. Y las que más piensan así son las mujeres. No somos generosas con nuestro género, y eso está pésimo. Salimos a hacer campañas de “Ni una menos”, y después hablamos mal de las otras mujeres.

¿Recibes muchas críticas?

No, pero siempre ha estado ese mito que Kike “está” con las chicas de su programa. Me conocen, aprendieron a conocer mi trabajo, y con eso es suficiente. Si te aprenden a conocer, saben lo que vale tu y tu trabajo, y ya está. Así se acallan las cosas malas que se puedan decir.

¿Tienes amigos en la televisión?

Pocos; pocos amigos en general. Mejor calidad que cantidad. Lo rico es que cuando tienes un problema, ellos están ahí, o al revés. Eso es lo importante. Más en esta época digital que uno usa mucho WhatsApp.

Entonces estás más con tu familia…

Sí, mi familia es marido, porque mi familia está en Argentina.

Qué duro.

Durísimo, pero cuando uno está bien con uno mismo es suficiente. Con tenerse a uno mismo, está bien. No es necesario estar rodeada de personas, la soledad es buena, aunque no tengo muchos tiempos de soledad (ríe). Los fines de semana intento estar más tranquila, de no hacer mucho, irme a la playa, estar con mi pareja. No necesito mucho para ser feliz. Nunca tuve buena posición económica, recién ahora estoy disfrutando de lo que he ganado.

Ordenada con la plata, entonces.

He ahorrado desde chica. Recién ahora me empecé a dar mis lujos, descubrí que me hace feliz viajar, entonces viajo. Me llena el alma conocer otras culturas, le hace bien a la relación. Hubo veces, cuando comencé y vivía en una pensión en Buenos Aires, que para ir un fin de semana a casa me enviaban dinero para que volviera. No tenía plata. A China me fui por una agencia de modelos, pero te pasan poca plata para vivir. No es todo color de rosa.

¿En Chile tanbién fue difícil empezar?

Cuando llegué nadie me quería arrendar porque era extranjera, porque no tienes sueldo fijo; fue súper difícil y la luché día a día. De a poco comencé juntar plata, después pedí un crédito en un banco. Luchar es parte de la vida.

Cuando uno te ve en los eventos con ropa súper elegante, lujosa, se hace otra imagen.

Es lógico. Muchas veces me pagan por ir a los eventos, y cómo no aprovecharlo, pero en el día a día no ando así. Uno sí tiene que vestirse en base al trabajo que tiene, y tampoco necesitas tanta plata, con marcas básicas te puedes ver bien igual. Importa conocer tu cuerpo, saber qué te queda mejor, y listo.

“Quizás es una percepción personal, pero creo que en Chile somos más negativos que en Argentina. No sé si es un tema cultural, pero cuando la sociedad es golpeada constantemente, muere o sale a flote. Allá económicamente están pésimo, con mucha gente en estado de pobreza, pero no se echan a morir, salen adelante con energía positiva. Culturalmente son así, pero no sé por qué”.

¿Te arrepientes de publicar algo en redes sociales?

No, porque siempre pongo mensajes positivos. Obviamente tengo días malos. Hoy llegué a las 5 de la mañana al aeropuerto, me fui a la radio y ahora estoy contigo. Podría decir “qué cansancio”, pero estoy feliz porque trabajo en lo que amo. Hay veces que me peleo con mi pareja o me pasa otra cosa, pero hay que seguir adelante. Al final, eso hace que tú seas más feliz y que el resto se contagie de tu felicidad. No queremos gente amargada que no se salude ni en los ascensores.

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En los cuatro años que llevas en MCC, ¿has avanzado profesionalmente?

Estoy agradecida porque ahí la gente me empezó a conocer más. En el programa no puedo crecer más porque el estilo de programa es así: el Kike, yo, el grupo de actores. Si quisiera hacer otra cosa tendría que actuar, pero no es lo mío. Quiero la animación, quiero seguir creciendo como animadora.

¿Te han dado la posibilidad en otros canales?

Estoy en Mega, así es que tengo que crear las oportunidades en este canal. Tengo que esperar que me den la oportunidad. No puedo llegar e irme de “Morandé con Compañía”, porque tengo amigos. Me siento bien, y mi tope es lo que estoy haciendo. Sigo creciendo por fuera. Ahora soy rostro de Farmacias Dr. Simi, que fuera de Chile tiene 5 mil quinientas farmacias, viajo cada mes y medio a México a grabar unos espacios que pasan por TV Azteca y Televisa.

¿Te gusta el doble sentido?

Me gusta la picardía, ¿a quién no? Es sabroso, entretenido, es parte de la vida. Las groserías, no.

¿Cuándo te sales de tus casillas?

¡Nunca se van a enterar! (ríe). Cuando me ofenden, cuando me siento pasada a llevar y lo hago saber. Trato de controlarme porque no hace bien salirse de las casillas, al final me termino enojando, me lleno de odio. He aprendido a ser paciente, y creo que es parte de ser una persona pública. Lo que no me gusta es que la gente piense que uno tiene que andar sonriendo por la vida. Jamás le diré que no a alguien que quiere una foto, pero tampoco eres pesada, porque andas seria. ¡No soy una foto!

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