Chile

La historia de la chilena que ha ayudado a más de 4 mil emprendedores a triunfar

A través de la recolección y venta de ropa usada en Santiago, ha apoyado más de 4 mil emprendimientos de mujeres en el norte y sur del país, gracias a su ONG Santa María Debuenafe.

María de la Luz Larraín, es periodista pero siempre se dedicó a los temas sociales. Prefiere trabajar en la trastienda, donde puede ayudar con sus ideas. De pocas palabras, pero muchas acciones, su franqueza llama la atención. Así es María de la Luz, una mujer fuerte, que luego de 17 años a cargo de esta gran iniciativa, cuenta cómo ha sido el trayecto para contribuir a la erradicación de la pobreza en las comunas más vulnerables del país.

Trabaja bajo el lema de «no dar el pescado, sino enseñar a pescar». Tiene un equipo de 15 personas y 40 voluntarias lideradas por ‘la Uca’, como la llaman cariñosamente. La idea surgió en 1999, cuando junto a un grupo de amigas hizo un paseo a la IX región y vio que en la comuna de Los Sauces había mucha pobreza.

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Con perseverancia logró convencer a un grupo de compañeras de universidad para que se unieran a su proyecto; comenzaron vendiendo lo que tenían en sus casas en diferentes puntos de Santiago y con lo recaudado en la primera venta, empezaron a apoyar a mujeres de La Araucanía para que emprendieran con un negocio. «Algunas de ellas no estaban trabajando, la idea fue ayudarlas a descubrir que podían hacer algo», afirma María de la Luz. «El emprendimiento les permite a las mujeres trabajar desde sus hogares y lograr la independencia económica. Muchas han logrado que sus hijos estudien en la universidad», señala.

El modelo
El método que utiliza la ONG Santa María Debuenafe está inspirado en la iniciativa de Muhammad Yunus, ganador del Premio Nobel de la Paz, que en 1983 creó el Banco Grameen, conocido también como Banco de los pobres, a través del cual comenzó a dar microcréditos a los sectores más vulnerables de la población en Bangladesh.

La fundación adoptó este modelo a la realidad chilena proporcionando, además de préstamos, capacitaciones a las mujeres con el fin de orientar sus emprendimientos y posicionarlas en el mercado. «Había que potenciar sus especialidades. En Chile las mujeres hacen manualidades desde niñas, entonces, las asesoramos para crear productos artesanales, ayudándoles en el diseño para que puedan comercializarlos». Asimismo, esta iniciativa ha fomentado la colaboración entre las artesanas, donde cada una aporta en la confección del producto final. «De esta forma ellas lo pasan mejor trabajando, es bueno que se junten, que tengan redes», explica.

El modelo consiste en darles pequeños créditos a mujeres de regiones y orientarlas para que creen su emprendimiento. A medida que las beneficiarias devuelven el dinero, se les presta nuevamente e incluso se les dan adelantos para que compren materiales si es necesario. «Como son personas con poco acceso al crédito, cumplen con su compromiso; es su única fuente de recursos».

Los productos que elaboran las artesanas se comercializan posteriormente en la tienda Cordillerana, ubicada en el Pueblo de Los Dominicos, que se encuentra a cargo de una de las hijas de María de la Luz. A través de este local la ONG Santa María Debuenafe apoya en la venta a las emprendedoras hasta que se logran independizar, vendiendo directamente a sus propios clientes.

El valor de la ropa usada
Cuando la Uca creó esta iniciativa, se dio cuenta de la importancia de impulsar un modelo de negocios que le permitiera sustentar la fundación. Por eso comenzó a recibir donaciones de ropa y artículos usados para luego venderlos y financiar los microcréditos.

Hoy sus seis hijos ya son mayores, pero durante mucho tiempo se las arregló para conciliar su vida familiar y su trabajo en la fundación, e incluso viajar todos los meses a los sectores donde viven las beneficiarias, concentradas mayoritariamente en las regiones del norte y del sur.

En su esfuerzo por tener un local propio para vender la ropa y artículos usados, ubicó su tienda en varias casas que le prestaron y aún recuerda las penas y glorias de sus continuos traslados. «Nos prestaron una casa a una cuadra de Escuela Militar, que tiempo después nos pidieron, lo mismo pasó en Estoril, donde la iniciativa comenzaba a despegar, gracias a su visibilidad», cuenta. Cansadas de trasladar su local de un lado para otro, compraron un terreno en la comuna de Lo Barnechea. Ahí continúan trabajando, pero también tienen dos locales más: uno en Vitacura y otro en Ñuñoa. Además, han dispuesto buzones para donar en varios puntos de Santiago Oriente y retiran las donaciones de mayor tamaño en los domicilios.

Pero María de la Luz no se quedó tranquila y comenzó a pensar en iniciativas para cuidar el medioambiente. De esta forma, se le ocurrió darle una nueva vida a todas las bolsas que reciben haciendo ladrillos ecológicos y además usó la ropa que no vendía para aislar las paredes.

Desde 1999 al 2016, su fundación ha financiado más de 4000 emprendimientos a través de microcréditos. Hoy trabajan con 176 mujeres de las regiones de Arica, Parinacota, Los Lagos y Los Ríos. La comuna de Los Sauces, donde han apoyado a alrededor de mil mujeres, ya no figura en los estudios de pobreza, y es por eso que hoy trabajan con Theodoro Schmidt, la comuna más pobre de la región.

Para la Uca, la fundación es una forma de devolver lo que ha recibido en la vida. «Yo siempre le predico a mis hijos lo mismo. Uno tiene que andar con los ojos muy abiertos porque la vida te habla y lo importante es aprender a leer los mensajes. Si lo haces, tienes mucho ganado».

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