Por: Jessica Celis Aburto.
El día anterior a esta entrevista, Mahani Teave (33) dio su último concierto antes del nacimiento de su primer hijo o hija, que debería ser en 2 meses más. Su llegada es un nuevo paso en la familia que decidió formar junto a su marido, el músico e ingeniero en construcción rapa nui, Enrique Icka, quien además es su socio en la Fundación Toki, el gran sueño artístico, cultural y patrimonial que levanta en la Isla de Pascua.
La vida de la reconocida pianista e intérprete musical rapa nui –quien fue descubierta por el pianista Roberto Bravo a los 9 años– se acerca sin duda a lo que conocemos como «niña prodigio». A los 10 dejó la isla para cursar la beca que éste le gestionó para estudiar en el Conservatorio de Música de la Universidad Austral de Valdivia; se fue junto a su madre y su hermana. «Elegí Valdivia pensando que el choque cultural sería menor en relación al que viviría en Santiago, que era la otra opción. La segunda razón fue por tomar clases con Ximena Cabello, mi profesora y formadora durante 9 años. Una tremenda maestra», cuenta. Allá se tituló de Intérprete Musical, mención Piano.
Un año después se fue estudiar a Estados Unidos, donde permaneció 6 años y se recibió como Máster en Música del Cleveland Institute of Music, bajo la tutela del profesor Sergei Babayan, «un gran padre musical», dice. De allí saltó a Berlín (Alemania), donde vivió 4 años y estudió un Doctorado para Intérprete, en la Academia de Música Hanns Eisler.
No le costó vivir fuera de Chile; el gran choque emocional ya lo había tenido cuando dejó Rapa Nui para irse a vivir a la capital de la Región de los Ríos. «Fue muy difícil llegar a Valdivia. Creo que simplemente era una inadaptada, porque pensé que me llevaba mal con los niños en la escuela y me molestaban por el choque cultural, pero ahora pienso que todos eran personas maravillosas y fui yo la que no supo adaptarse. Lo único que quería era estar en la isla con mi gente, mi cultura y mi idioma. Pasé mucho frío, siempre estaba enferma, tenía muchas horas de clases en el colegio y después estudiaba en el Conservatorio», recuerda.
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No había espacio para la diversión.
No, olvídalo.
En una entrevista dijiste que te habías sentido presionada por tus padres para profesionalizar tus estudios de música siendo una niña.
Sí. Es que yo quería tocar piano, pero cuando llegué al Conservatorio cambió todo, porque me di cuenta que era una responsabilidad muy grande en los hombros de una niña de 10 años. Conté con el apoyo de mi mamá, a quien admiro de aquí al cielo porque dejó todo para acompañarme. Mi familia se desarraigó por mí, y eso también fue súper pesado.
¿Cómo lo sobrellevabas?
Fui una inadaptada durante muchos años, pero también estaba aprendiendo mucho y con una profesora como Ximena, que es maravillosa. Hubo gente que nos acogió, que era puro amor, y eso me enseñó otras cosas que jamás me hubiera imaginado.
La mamá de Mahani es norteamericana y su papá, rapa nui. Desde ese contexto reflexiona acerca de lo que significó vivir en el continente. «En la isla hay mucho dolor histórico desde la anexión a Chile, y la familia de mi papá es una de las más opositoras a lo que sucedió. Crecí creyendo que los chilenos eran ‘malos’, y llegué a Valdivia y conocimos a gente increíble que nos abrió las puertas y nos dio todo. Ahí me di cuenta que no era como me imaginaba y empecé a ver la tremenda oportunidad que tenía, sobre todo cuando volvía a la isla y veía a niños llenos de talento que no podían tener lo que yo estaba viviendo. Veía cómo nuestra cultura iba desapareciendo y los ancianos se estaba muriendo sin poder dejar su legado. Todo eso me abrió una conciencia para pensar en cómo contribuir a mi cultura, la comunidad».
EL AMOR QUE LEVANTA SUEÑOS
Esa experiencia fue el comienzo de lo que en ese entonces dibujaba como un sueño, y que en la actualidad celebra sus primeros logros. Junto a su marido y otros amigos levantó la Fundación Toki, un centro de desarrollo y rescate de la cultura rapa nui que busca responder a las necesidades sociales y medioambientales de la isla. Su primer proyecto es la Escuela de Música y las Artes, la cual hoy enseña de manera gratuita cello, violín, piano y ukelele a 70 alumnos. La idea es aumentar las clases con otras disciplinas como lenguaje, danza, pintura, escultura, canto y medicina ancestral, alimentación tradicional, entre otros. Para lograrlo, su gran desafío es conseguir el financiamiento necesario. «Desde el 2015 contamos con el apoyo de Entel, Desafío Levantemos Chile, Fundación Mar
Adentro y el Gobierno nos ha dicho que este año apoyará con algunas de las clases e infraestructura, pero es sólo el comienzo, ya que falta mucho. Ahora estamos en campaña de socios, porque necesitamos mucha ayuda para mantener todo el proyecto y seguir creciendo», declara Mahani.
En la construcción del edificio que alberga a la Escuela –que es 100% sustentable y único en Chile (se realizó a partir de material de desecho y cuenta con paneles solares y colectores de aguas lluvia)– participaron más de 400 voluntarios de diversas partes del mundo. Su diseño fue concebido como una flor de ocho pétalos, y cada uno de ellos es un aula.
La Fundación es un proyecto que has concretado junto a tu marido. ¿Qué significa él en tu vida?
Estoy profundamente enamorada. Es un fantástico músico y ha sido un pilar fundamental. No habría habido construcción sin él, todo lo que está ocurriendo es porque se mueve de una forma increíble. Es un complemento muy bueno, estamos en el mismo barco, en la misma dirección.
Al estar sometida a una rutina tan exigente por tus estudios y carrera desde niña, ¿cómo te has ocupado de tus espacios personales?
Ha sido exigente, pero uno no puede estar 6 horas seguidas estudiando porque no te sirve. Tienes que tomar pausas para descansar tus músculos y no afectar tu concentración y la memoria. Hoy me cuesta compatibilizar mi vida personal con el trabajo, porque es mucho el que tengo, pero me divierte todo lo que hago.
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¿Te costó tener pololos?
No (risas).
¿Y le das lugar a la vida social, a las amigas?
Mis amigas son todas trabajólicas y son parte de la organización (risas). Y sí hago otras cosas. Voy al cine, me encanta leer y pasear, dormir afuera, surfear, bucear y estar en el mar.
¿Cómo ha sido tu embarazo?
Bueno, salvo por mi memoria, que se ha visto afectada. Estuve investigando y esto pasa. Se me olvidan desde cosas cotidianas hasta lo que tiene que ver con mi trabajo. Tengo que memorizar conciertos enteros y ha sido súper difícil. Soy bastante rápida para aprender, pero ahora ha sido extraño porque estudio todo un día, como siempre, y al otro día llego y ya no lo recuerdo. Parto de cero.
¿Te frustras mucho con ese tipo de cosas, eres muy dura contigo?
Soy muy de aceptar las cosas como vienen, me voy adaptando: si no resulta por un camino, me voy por otro.
¿Has leído mucho sobre el embarazo, escuchas consejos?
No sabía absolutamente nada sobre el embarazo, y ahora creo que uno igual debería saber. Al principio estaba bien preocupada. Ayer una amiga me decía que el cuerpo se va preparando para la llegada del hijo, y algo como esto con respecto a la memoria quizás tiene que ver con que borre las cosas desagradables que ocurran en esta etapa.
Mirando tu vida hoy, ¿te habría gustado que algunas cosas hubiesen sido diferentes?
No, estoy profundamente agradecida por todo lo que tengo en la vida en este momento, los seres que me rodean, el proyecto que está creciendo, una carrera pianística, mi familia. Agradezco todo lo que me ha pasado, incluso los momentos tristes.
¿Te faltó vivir tu niñez?
La sigo viviendo (risas). Es cosa de cada uno cuándo decide dejar de ser niño. Lo importante es mantener la esencia, no olvidar lo que traemos cuando nacimos.
Hazte socio de la Fundación Toki y entrega un aporte mensual que se descontará automáticamente de una cuenta corriente. Estos recursos se utilizarán para asegurar las clases de los niños y jóvenes y eventualmente, seguir creciendo.
Más información en contacto@tokirapanui.org
Una top model
Hace un tiempo llamó la atención ver a Mahani llenando espacios publicitarios, como rostro de la marca Umbrale. Hoy recuerda la experiencia con diversión. «Estaba viviendo afuera cuando me contactaron, y no conocía la marca. La busqué en internet, me gustó la ropa y acepté. Creo que todos los que trabajaron conmigo sufrieron porque no tenía nada de experiencia. Al principio tenían sus ideas y trataron de transmitírmelas, pero fue un desastre (risas). Cuando me dijeron que hiciera lo que yo quisiera, resultó todo (risas)».
También premiada
Mahani Teave acaba de ser destacada con el «Advancement of Women Award», premio que entrega Scotiabank y que reconoce el esfuerzo y dedicación de mujeres que resaltan en diversas actividades del ámbito nacional e internacional por su liderazgo, disciplina y capacidad emprendedora. «Lo más hermoso fue que las mujeres que trabajan en el banco me nominaron para el premio. Hicieron una ceremonia preciosa y además dieron un gran aporte a la Fundación», comentó la pianista.
Mahani Teave nos muestra su embarazo en exclusiva sesión de fotos