Por: Carolina Palma Fuentealba.
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Se «ordenó» un poco la barba, pero asegura que nunca se la afeitará totalmente, lo que nos alegra porque es uno de sus sellos, además de los seis tatuajes que tiene en los brazos, y los que a futuro se hará en otras zonas. Su apariencia roquera no es para nada pose. Jean Philippe Cretton (31) ama el rock desde siempre, pasión que transmite como guitarrista y voz de la banda Rey Puesto, y hace poco es también fanático de las motos, tanto que la marca Harley Davidson lo contactó para que se transformara en embajador. «Me encanta andar en moto. La libertad que genera, la individualidad. Además, me gusta mucho ver los distintos modelos de Harley. Todo lo que se dice de la relación de un hombre y su moto, ¡es cierto! (ríe)».
De su vida personal no habla mucho, pero hace algunas semanas presentó a su mujer, la diseñadora especializada en fotografía María Paz Igualt, y a Moana, su hija de 1 año 10 meses. Decidieron llamarla así porque su pareja vivió muchos años en Isla de Pascua, y en idioma Rapa Nui significa azul, océano infinito.
El año pasado tuvo más tiempo y las disfrutó a ambas; estuvo mayormente fuera de pantalla, pero este 2016 comenzó con más suerte en Canal 13: reemplazó a Martín Cárcamo en «Bienvenidos» y animó junto a Diana Bolocco «La Movida del Festival», que se convirtió en uno de los programas festivaleros más vistos. Estos cambios se suman a que en diciembre dejó el programa «Radar Rock & Pop», en el que estuvo dos años.
¿Qué pasó para que decidieras renunciar a la radio?
Estaba un poco empantanado, como que no pasaba mucho. Me pasa una cuestión muy rara cuando siento que en la pega no estoy avanzando; cuando estoy pegado haciendo todos los días lo mismo, me urjo. Fui a hablar sobre posibles cambios que se podían hacer, y no había mucho, así es que me fui.
Quizás te pareció más rutinario porque tampoco estabas en televisión. ¿Lo sentiste más?
Sí, también. Es que me gusta que mi pega me plantee desafíos, me ponga incómodo.
El mal de la generación Y, que nada los satisface mucho tiempo…
Es que somos una generación que nació en la última etapa de la dictadura, en una apertura democrática total, en la que tienes la posibilidad de ir a conciertos, comer en lata, todo mucho más rápido…
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Este tiempo que estuviste sin pantalla, después de la salida de La Red. ¿Cómo lo tomaste?
De todas las maneras posibles; rabia, frustración, pena, tranquilidad, comodidad. Pasé por todas las emociones. En mi caso era lo que menos se veía venir, porque venía de dos años auspiciosos, y encontrarme con nada fue bien brusco.
¿Qué aprendiste?
Aprendí a relativizar la televisión. El éxito de la televisión no es lo mejor que me puede pasar en la vida, y no estar tampoco es lo peor.
¿Era una meta trabajar en el 13?
No una meta, pero sí sabía que era un gran canal. Además, imagínate que soy de región, entonces existía sólo el 13 y el 7.

Pero me imagino que estás acostumbrado a los cambios en la televisión.
Sí, porque pretender que las cosas funcionen de una manera tan lógica y ordenada, es como pretender comprar un departamento nuevo en un mes sin ningún problema. Las cosas ya no son como antes, pero te genera esta inquietud que hablábamos antes. La inquietud, las crisis, te obligan a ser creativo, a pensar qué hacer, dónde ir o no, y eso es bueno, es sano.
¿Y qué sentiste cuando no resultó?
Para mí fue una tranquilidad absoluta, la verdad, porque si no resultó es porque no era bueno. Y si no era bueno, mejor que no vaya al aire. No me doy vueltas en eso. Tampoco tengo cariño por las cuestiones que no han visto la luz. Me pasa lo mismo con las canciones. Cuando las hago las llevo a la sala de ensayo, y si a mis compañeros no les gusta, para afuera no más. No tengo un apego emocional con que la canción era para mí. No, la canción empieza a vivir cuando a mis compañeros les gusta y le damos forma. Lo mismo con la tele. No me encariño con un proyecto cuando estamos en un piloto, sino que en su capítulo uno, cuando le gusta a la gente.
Pero te quedaste sin proyectos. Igual te tienen que haber pasado cosas…
Obvio que siempre hay conflictos internos, tendría que ser un robot. Si hay algo que no le saco el poto a la jeringa es que el 2015 en lo laboral fue muy malo, porque todo lo demás funcionó perfecto. No te voy a vender la pomada diciendo que estaba súper tranquilo, para nada. Fue un año difícil, tenso, de muchas dudas. Empecé el 2016 con un reset. También desde la humildad, entendiendo que lo que he hecho no le importa a mucha gente, tengo que volver a empezar. Venía de una nube, de un 2014 muy bueno, intempestivo. Como era el cabro chico que venía de un programa juvenil, nadie me tenía fe; empiezo a entrevistar, les gustó y se armó una onda con el programa. Y como todo en la tele, lo bueno es muy bueno, y lo malo es muy malo; esto fue muy explosivo. Venía con ese vuelo, salí de ahí, y me doy cuenta que no poh’. Es volver a empezar desde la humildad, este es otro canal, otro desafío, hay otra gente, démosle de nuevo.
En «La Movida del Festival», en dupla con Diana Bolocco, se vieron súper afiatados.
Me sentí la raja, me encantó trabajar con la Diana. Es que tiene una mezcla que para mi estilo de trabajo es bacán, que es ser matea pero improvisar mucho. Entonces eso es bueno, porque la improvisación debe ser ordenada… No sé dónde escuché esa frase, pero me hace sentido. Su improvisación tiene una base.
¿Habías animado con otra persona?
En reemplazo no más. Claro, es verdad, nunca había hecho un programa con otra persona…
Hay que ser bastante generoso con el compañero…
¿Es que sabes? Salvo excepciones, nunca me he topado con colegas cabrones que quieran hablar todo el rato. Son los menos, pero he trabajado con gente así (ríe). La Diana es maravillosa, no tengo nada malo que decir de ella. Es encantadora, una excelente profesional, me da tranquilidad trabajar con ella.
Los dos lúdicos, muy entretenidos.
Sí, pero pasa algo muy raro. Cuando estaba en «Calle 7» me decían que cómo iba a hacer «Mentiras Verdaderas» si eres muy pelusón, y en «La Movida» se preguntaban cómo iba a hacerlo si era muy serio, ¿cachai? (ríe). Entonces pasa que haces un programa un tiempo y ya eres esa persona, se quedan con la forma. Si hago un programa político, soy el más político (ríe). Todo muy extremo. Me da risa porque me dicen «no sabía que eras bueno para la talla» (ríe).
¿Puede venir otro programa con Diana Bolocco?
¡Uff! Me encantaría trabajar con la Diana, y creo que a ella también conmigo.
¿La nueva dupla de Canal 13?
¡Ojalá! (ríe). Es una conversación que hemos esbozado, de llevar esta esencia de «La Movida» a algún proyecto franjeado, de noche. Es muy difícil, sobre todo como está la tele hoy, que se den estas químicas.
¿Te da miedo que te digan que eres más bien «juvenil» o ya superaste ese calificativo?
Pensé que sí, pero aún no ha pasado. Lo noto en conversaciones del tipo «me interesaría hacer este programa contigo porque puedes llegar al público juvenil», o cuando me llama una marca. Está bien porque tengo 31 años, y no me urge. Claro que usualmente en este medio la idea de «juvenil» es un poco peyorativo, como sinónimo de frívolo, superfluo. Por eso no me gusta cuando me dicen animador juvenil, de ahí me quiero salir, pero sí soy un animador joven.

ESENCIA ROCKERA
¿Cómo vas a compatibilizar el trabajo con «Rey Puesto»?
Como siempre no más, y ahora tengo un área menos, la radio. Me castigué muchos años, porque decía que lo más importante era el trabajo, construir, entonces falté a ensayos, tocatas, perdí proyectos. Pero me sentía cojo, no es lo mismo tocar en la pieza que hacer algo creativamente más intenso. Decidí que la música ocupa un lugar importante en mi vida y que no la voy a canjear.
Nunca muestras tu grupo en televisión, pudiendo hacerlo.
No. Primero porque es muy fácil que huela a pituto, y nos cuidamos harto de eso, y segundo porque las instancias de mostrar música en televisión se prestan para el hueveo, me van a empezar a molestar. Esto es serio, no estoy tirando la talla.
¿Hay una caricatura del Jean Philippe rockero?
Es una caricatura sana. Llevo tantos años en la música que no es una parada ni una pose. Con mi banda puedes tener otra opinión, cuando escuchas en vivo, o el disco, te puede no gustar, pero está bien hecho. Eso hace que mi caricatura de rockera esté sustentada. No soy tatuajes y camisas de franela…
Usualmente tienes un look más rockero, pero ahora te veo bien peinado, chaqueta con pañuelo y zapatos impecables…
(ríe) Es una pugna constante. No tengo problema en vestirme formal, pero no me gusta verme disfrazado. Muchas veces he tenido que disfrazarme para estar en un formato de programa, y ahí es cuando no me gusta. Hay veces que debo ponerme cosas que no me quedan o colores que jamás ocuparía. Las vestuaristas como que me tienen miedo. Les pregunto si puedo llevar mi ropa, y me dicen que iré con tachas y jeans rotos, ¡pero no poh’! (ríe).
¿Cantante o animador?
Sé que es la respuesta más fome del mundo, pero ambas. Ese es un cuestionamiento noventero, como lo que decían tus viejos sobre hacer una sola cosa, pero bien (ríe). Además invierto en el grupo, porque no da poh’, entonces tengo que sopesar esas situaciones. Lo que sí tengo cuidado es en no ser el animador tan rockero ni el músico tan animador. Había momentos que estábamos en un concierto y hablaba como en un programa, y los cabros me decían que hablara más como yo (ríe).
Hace algunas semanas presentaste a tu familia, pero antes no querías decir ni el nombre de tu hija. ¿Qué pasó?
Sigo teniendo muchos resquemores con eso. No hay ninguna foto en redes sociales mías, pero sí mostraron fotos en el «Bienvenidos». No me gusta mostrar a los niños porque no sabes qué pasará en este mundo lleno de redes sociales. A veces salen fotos de guagüitas con memes, y eso es horrible, porque con ese meme se hará conocida en muchas partes, y no tenía culpa alguna. Hay que tener cuidado.
¿Y con María Paz?
Lo que hicimos con la flaca fue conversar sobre que efectivamente somos una familia, que mi pega es pública, y que en algún momento nos tomarán una foto a los tres en Lollapalooza, por ejemplo, y no es tan terrible, para qué tanto atado. Ella se mantiene lejos de los medios, es de otra área, no le gusta, y está bien. Aunque tengo rollos con las fotos públicas, porque en este mundo no todos te quieren ver bien en tu vida…, lo digo así por ser caballero (ríe).
¿En qué te cambió la paternidad?
En hacerme más hombre, no en el sentido machista. Asimilas que tienes contigo una familia, con todo lo que conlleva, desde lo emocional a lo económico. Otra cosa que me pasa es que soy menos impulsivo, porque debo cuidar a los que están cerca de mí. Me he sensibilizado más, porque antes no pescaba la emoción de otros y ahora presto atención, y mucho más a los papás que tienen que sortear algún problema de sus hijos. Me duele mucho cuando tienen un hijo enfermo, porque lo ves desde otro lugar. También veo una apertura a la humildad del aprendizaje.
¿Qué te ha enseñado tu hija?
A deslumbrarme y quedar atónito con las cosas. Uno se encierra en el celular y no estás mirando para arriba. Mi hija me dice «luna, mira la luna», y me lo dice como una actriz. Me ha enseñado a bajar un cambio y deslumbrarme con lo más pequeño.
¿Tu sueño era tener una niñita?
Sí, y si tengo más hijos, me gustaría que fuera otra niñita. Aunque igual soy como los huasos, «lo que venga, pero sanito». Lo que pasa es que me parecen más entretenidas las mujeres, todo ese código femenino cuando te dicen «haz lo que querai», y uno hace lo que quiere y deja la cagada, me parece interesante (ríe). Uno está en constante descubrimiento que el sí es no y el no es sí.
¿Lo ves en tu hija?
Sí, desde que tenía meses, en actos, en miradas. Mi hija me tiene en la palma de su mano. Un día me pegó un combo con la mano cerrada, y la reté. «Moana, eso no se hace. No le puedes pegar a la gente, menos a tus papás». Y me agarra la barba, me la tira, me da un beso y me la suelta. Y ahí dije «no somos nada» (ríe).
Eres joven para ser papá en este tiempo. ¿Tus amigos tienen hijos?
De hecho, soy el único papá entre mis amigos, estoy botado. Es bien fome. Para el que no es papá, que te hablen de todo lo que conlleva es una soberana lata. Uno chochea con otras cosas, mis preocupaciones son cosas que a mis amigos les importan un bledo. He estado con grupos que tienen niños, y hasta descanso un poco porque el otro papá está preocupado que no se pegue en la punta de la mesa; en cambio mis amigos no cachan nada.
¿Y te gusta ser papá a esta edad?
Me gusta harto ser papá joven. Además, durante el 2015, con toda la situación laboral, la disfruté mucho. Soy de los papás que hacen todo, la baño, visto, le cambio pañales, menos darle comida porque se demora mucho. El 2015 estuve muy cerca de mi niña, si hubiese sido el 2014, no la veo hasta que dé la PSU (ríe).
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