¿Alguna vez pensaste que esas “ventoleras” que te atacan cada día, tienen que ver con la estructura de la ciudad en la que vives?
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Dejando de lado la geografía y las condiciones propias de cada lugar, hay otras cosas que también pueden favorecer la cantidad de viento que percibimos.
Las construcciones urbanas pueden amplificar las ráfagas de viento, en densidad y velocidad. Lo que explica este fenómeno es que al haber muchos edificios, se genera un “efecto tunel” y eso puede influir en varios temas.
Además de afectar a los árboles, haciendo que sus raíces se debiliten con la fuerza de las ráfagas, el viento acarrea escombros y contaminación que pueden afectar la salud de las personas.
Para los países con mayor riesgo de tornado, esta información puede ser útil. Como se detalla en Mental Floss, nunca hay que refugiarse abajo de un puente en esa situación, ya que la presión que el viento ejercerá debajo de él, probablemente aumentará las posibilidades de que seas arrastrado, por el efecto tunel.
Esta es sólo una de las formas en que los humanos influimos en el clima; construyendo edificios cada vez más altos en ciudades que ya no dan abasto.