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El maltrato animal comienza en la infancia

Los niños son la clave para evitar el maltrato animal, si es que reciben la educación y la guía adecuada. El cambio está en nuestras manos.

Ayer salí a pasear con mis perros. Como buena tarde de verano, nos agarró la lluvia y entramos a una tienda cercana, a refugiarnos. Aproveché la ocasión para comprar fruta y, en eso, escucho un maullido. Miauuuu. Primero me puse nerviosa, porque mis perros tienen un problema con los gatos, pero al ver el escenario el nervio cambio a preocupación y hasta coraje.

Un niño, de aproximadamente 6 años, tenía al gato en sus manos; un pequeño de no más de 4 meses. Al ver a mis perros, el niño sacó al gato para acercarlo. Claro, mis perros comenzaron a ladrar, el gato se puso nervioso y el niño sonreía. Hice lo posible para tranquilizar a mis perros mientras el niño seguía acercando al gato. No soy quien para dar órdenes al niño, ni regañarlo; en especial porque su abuela estaba ahí, atendiendo el negocio. Sólo le pedí que, por favor, llevara al gato atrás del mostrador. Y lo hizo pero, lo siguiente, fue más aterrador.

Detrás del mostrador, el niño tomó al gato de sus patas delanteras y lo comenzó a zarandear con fuerza. De arriba a abajo, unas cuantas veces azotándolo contra el piso. ¡No lo podía creer! El gatito maullaba, mis perros ladraban, la señora de la tienda me cobraba la compra. Yo no daba crédito a lo que veía. La señora sólo me dijo: “Sí, tortura al gato”, como si fuera la cosa más natural del mundo.

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En ese momento el gato intentó defenderse y arañó al chiquillo. Él sólo detuvo su movimiento, tomó al gato y le pegó en la cabeza. La abuela le dijo: “Deja al gato o te pego”. Desde cuando la violencia se combate con más violencia.

Se preguntarán por qué les cuento todo esto. Simplemente porque me hizo recordar el caso tan comentado de “El Matagatos” y pensé en lo que estamos haciendo mal como sociedad, como padres de familia, como vecinos, como hijos, como comunidad entorno, al tema del maltrato animal.

Sabemos que el abuso humano y el maltrato a los animales están estrechamente relacionados. Hay estudios que comprueban que los asesinos tienen algún precedente de maltrato animal en su infancia, muchos casos provocándoles la muerte. Y ¿qué hace el adulto cuando ve que el niño maltrata animales? Nada. ¿Por qué? Porque muchas veces el niño lo aprendió del adulto.

Alimentamos un círculo de violencia, con los animales y entre nosotros mismos. En el caso que les comento se ilustra de manera perfecta. Si el niño ve maltrato en su entorno, repite el mismo patrón. Si se le amenaza o le dan golpes, el niño hará lo mismo. Imagínense a los pobres animales que tienen como “compañeros”, como parte de su familia.

Si un niño ve al perro de la familia en la azotea todo el tiempo, si ve al perro amarrado a un poste todo el tiempo, seguramente de adulto hará lo mismo con los perros que tenga. Si el niño ve que el papá o la mamá golpean al perro, el niño lo va a repetir. Ni hablemos de proporcionarles el alimento adecuado, un plato de agua fresca y limpia, mucho menos una cartilla de vacunas completa.

Por otro lado, en ocasiones el adulto o la figura paterna refuerza este comportamiento con halagos y celebraciones. He visto casos donde niños toman al cachorro, los agitan, le jalan la cola. El adulto aplaude y lo toma como una gracia, cuando el realidad el niño entiende estoy haciendo algo bien, que gusta a los demás.

Es hora de cambiar la programación. Nosotros como adultos y seres pensantes, debemos poner el ejemplo cuidando a nuestras mascotas y a los animales en general. Debemos ser responsables de las decisiones que tomamos, también, por nuestros niños. Son incontables los casos del típico niño que quiere una mascota de regalo. Pasando dos meses, el perro termina en: a) la azotea, b) amarrado, c) en la calle. Si es pez o hámster, bueno, ya se imaginarán.

Los padres necesitan ser conscientes que el niño necesita una guía. Si va a tener una mascota, todos en la familia deben ser responsables. Se debe enseñar a respetar a los animales, a cubrir sus necesidades básicas, a darles cariño, con sus debidos límites — tampoco traerlos como muñequitas, ni con tratamientos de belleza como coloración —. Debemos respetar su naturaleza, sea perro, gato, conejo, peces, tortugas… lo que ustedes nombren. Son vidas, no juguetes.

Existen también casos donde funciona al revés. El adulto tiene a la mascota en condiciones deplorables y el niño puede ayudar a cambiar estos patrones. Por eso es tan importante que existan programas educativos sobre tenencia responsable a nivel básico. Los niños pueden ser la clave para mejorar esta situación, no empeorarla. Ellos pueden poner el ejemplo en sus familias y en la comunidad.

El maltrato animal es un problema social que se debe atender. Además del sufrimiento de los animales, es un indicador de violencia, que en un futuro se puede salir de las manos. Por esto es de gran importancia y prioridad educar a las nuevas generaciones, que aprendan a vivir en armonía con otros seres vivos, que aprenda a valorar la riqueza que nos dan.

 

Foto: Wilfredor/(cc)by-sa | CIA de foto/(cc)by

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