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(096) Yves Rocher: la naturaleza es bella en sí misma

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(cc) Pictr30D

Yves Rocher, cuando era cuestionado acerca de la historia de su empresa, decía que cuando era joven visitó a un médico en su nativa bretaña, Francia, y cuando regresó a su casa se dio a la elaboración de una mezcla con base de las plantas que encontró a su disposición. Después de un perfeccionamiento la preparó para su uso como ungüento para tratar hemorroides. Fue así como nació una de las compañías más importantes de cosméticos biocompatibles del mundo.

Rocher, quien murió en diciembre de 2009, comenzó a vender sus remedios naturales por medio de catálogos y clasificados en revistas que lo catapultaron al éxito. La compañía que lleva su nombre ahora tiene ventas anuales de más de dos billones de euros y tiendas en 80 países.

La fascinación de Rocher con la naturaleza y su potencial uso en cosméticos define al día de hoy su compromiso con la causa ecológica muchísimo antes de que ésta se volviera una filosofía de moda.

Las plantas y hierbas fueron su inspiración; la bretaña rural de los años treinta y cuarenta fue lo que formó su curiosidad por el mundo vegetal.
Cuando fundó la compañía, en 1959, sus productos de belleza se hicieron con los ingredientes que los campos alrededor de La Gacilly, su pueblo, aportaban. En tiempos donde los cosméticos estaban reservados para la elite, decidió que cualquier mujer francesa debía tener derecho a comprar productos de alta calidad a precios accesibles y que él se encargaría de hacerlo realidad.

En 1965, cuando sus estrategias de venta por catálogo y envío postal despegaron, publicó un pequeño panfleto llamado “El libro verde de la belleza” que desde entonces ha sido traducido a una docena de lenguajes. Cinco años más tarde, la primera boutique Yves Rocher abría sus puertas en País; poco después la compañía expandió su negocio más allá de Europa.

El emporio que Rocher construyó tiene al día de hoy más de tres veces las ventas de su rival en el ramo de la cosmética orgánica, The Body Shop, y alrededor de 15.000 empleados en 2.000 tiendas por el mundo.

A pesar de su éxito global, el negocio nunca perdió las raíces. Ante la insistencia de que los antecedentes que lo vieron nacer no se desvanecieran, Rocher matuvo hasta el final de su vida 44 hectáreas de tierra cultivada en La Gacilly donde aún se siembran flores como la caléndula. Asimismo, en 1975, abrió un jardín botánico en la villa.

Hoy, Yves Rocher no es solo una marca conocida por su calidad, sino por llevar en alto el nombre del consorcio a través de una fundación, que se estableció en 1991, comprometida con la reforestación del planeta y más de 200 proyectos alrededor del mundo.

Para las mujeres que no solo se embellecen con sus productos sino que hacen algo por su entorno en cuestiones de cuidado al medio ambiente, nuevas energías y aprovechamiento de agua, entre otras, creó un premio en 2001 que las reconoce como parte de la “Tierra de mujeres” con la intención de sacarlas del anonimato y recompensar sus acciones.

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