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(cc) mirindas27
La posibilidad de diversificar la matriz de generación energética es algo que, de tanto en tanto, reflota en el debate chileno. Ya sea por alguna sequía que afecta al país o porque algún grupo ambientalista se opone a la construcción de una nueva central hidroelétrica –o una termoeléctrica-, el tema reflota y no faltan quienes aseguran que todas estas discusiones e inseguridades con respecto a la generación de nuestra energía eléctrica se acabarían si –como país- nos la jugáramos de una vez por todas por la utilización de la energía nuclear para este y otros fines, instalando en algún lugar de nuestro territorio una planta nuclear.
Sin embargo, la posibilidad de tener en Chile un reactor nuclear con fines productivos es algo que no se materializará, al menos, en el corto plazo. De hecho, Michelle Bachelet decidió no tomar una decisión al respecto durante su administración. Y en el caso del actual presidente, Sebastián Piñera, éste ha sido claro en decir que durante su gobierno sólo se estudiarán temas científicos y marcos regulatorios en relación al tema, pero que la decisión de construir o no una de estas centrales no se ejecutará durante su mandato. Así las cosas, no tendremos demasiadas certezas con respecto al futuro de la energía nuclear antes de –al menos- el año 2014.
Sin embargo, en Chile existen dos reactores nucleares en funcionamiento, aunque sólo destinados para la investigación. Es decir, reactores de pequeño tamaño que se emplean fundamentalmente para la formación, investigación o producción de isótopos radiactivos. Estos reactores suelen funcionar con niveles de potencia del orden de 1 Mega Watt. Uno de los reactores más utilizados en esta modalidad de investigación son los llamados reactores de piscina (presentes en Chile), en los que pueden colocarse sustancias directamente en el núcleo del reactor o cerca de éste para ser irradiadas con neutrones. También pueden extraerse neutrones del núcleo del reactor mediante tubos de haces, para utilizarlos en experimentos.